Documental

Elon Musk: desmontando el enigma

Movistar Plus + emite una miniserie documental de la BBC sobre el controvertido inventor y empresario | Es un retrato poliédrico pero incompleto del patrón de Tesla, que no ha colaborado en la producción

Elon Musk.

Elon Musk.

Juan Manuel Freire

Conocer al verdadero Elon Musk quizá nunca será posible del todo, pero la documentalista Marian Mohamed ha hecho, al menos, un buen intento con la serie de tres episodios El show de Elon Musk, cuyo título puede resultar algo engañoso, todo sea dicho. El controvertido inventor, empresario y tuitero puede ser protagonista de la producción, pero es una de las pocas personas importantes de su vida que no colaboran en ella. Sí que participan sus padres, su exesposa Talulah Riley o ingenieros y empleados capitales en el camino hacia la viabilidad de Tesla o SpaceX. Testigos privilegiados, a veces contrariados, de las multitudes que contiene Elon Musk.

Cuando solo tenía tres años, el futuro tuitero jefe ya daba señales de inteligencia superior, afirma su madre, la modelo Maye Musk. «Razonaba conmigo y su razonamiento era sensato. ¿Cómo podía hacer eso cuando apenas tenía experiencia?». Durante su infancia en Pretoria (Sudáfrica), Elon aprendió rápidamente sobre el mundo, o su lado oscuro, a través de las acciones de un padre no menos controvertido, el ingeniero Errol Musk, capaz según Elon de todo lo peor.

Errol ha negado que sometiera a su mujer a abusos físicos y psicológicos, pero no (en el propio documental vuelve a contarlo) que fuera bastante expeditivo con cierta banda de maleantes que irrumpió en 1998 en su propiedad del distrito financiero de Sandton: dos balas de su revólver Magnum bastaron para matar a tres de ellos.

Una infancia de abusos

«Creo que su infancia le moldeó de muchas maneras. Creo que sabe lo que es ser la última mierda. Y que te hagan daño personas en las que deberías poder confiar», dice su (doblemente, tras dos divorcios) segunda exmujer, la actriz Talulah Riley, sobre las cicatrices que dejó en Elon aquella época de abusos vistos en casa y sufridos en el colegio; según recuerda Maye, su hijo llegó a pasar varias semanas en un hospital después de ser empujado por unas escaleras y golpeado con violencia. «No sorprende que ahora sea un luchador decidido a tener éxito y a demostrar que todos se equivocan», concluye.

Con solo 17 años, Elon cambió Sudáfrica por Norteamérica y acabó matriculándose en Stanford para hacer un doctorado en Física en el que duró dos días. Era el momento de crear una compañía propia, la finalmente conocida como Zip2, especie de alternativa virtual a las Páginas Amarillas que vendió por 307 millones de dólares. Después vendrían marcas más conocidas: PayPal (fue brevemente su director ejecutivo), SpaceX (la compañía de exploración espacial que fundó en 2002) o Tesla (Musk se convirtió en su principal accionista en el 2004).

De niño sufrió abusos en el colegio: pasó varias semanas en el hospital tras ser empujado por unas escaleras y golpeado con violencia

En principio, ni sus cohetes acaban de despegar del todo ni sus coches eléctricos se producen con facilidad. Si las cosas acaban saliéndole considerablemente bien, si la NASA adjudica contratos a SpaceX y Tesla registra beneficios récord en los últimos años, es por la confianza casi ciega de Musk en sí mismo (combinada con una enorme vulnerabilidad) y, sobre todo, su estricta cultura empresarial.

Si no es fácil ser Elon Musk, como él ha admitido en alguna ocasión, aún menos fácil debe ser trabajar con él. Según señala en la serie Tom Mueller, antiguo vicepresidente de ingeniería de propulsión de SpaceX, la gente que se mostraba negativa en una reunión… no estaba en la siguiente. Dolly Singh, exjefa de personal de esa misma compañía, señala con un brillo idealista en los ojos: «El crecimiento rara vez es cómodo. Si estás cómodo, probablemente no estés creciendo. Trabajar para Elon es estar cómodo en un constante estado de incomodidad».

Con solo 17 años, Musk cambió Sudáfrica por Norteamérica y acabó matriculándose en Stanford para hacer un doctorado en Física en el que duró dos días

En los últimos años, Musk ha parecido cada vez más cómodo en su propio pellejo, sobre todo cuando responde al ¿Qué está pasando? de Twitter. «Creo que cuando Elon tuitea, dice lo que le pasa por la cabeza en ese momento», opina su madre en la docuserie. «Algunas cosas las entiendo y otras no».

2018 fue un año agitado en su cuenta. Por un lado, estuvo la serie de mensajes sobre su supuesta intención de privatizar Tesla que le costaron una demanda por fraude de la SEC y que todavía le persiguen; ahora ha empezado el juicio derivado de una demanda colectiva de accionistas de la empresa. También por esa época llamó «pedófilo» al buceador Vernon Unsworth (al parecer con intención jocosa) por despreciar el minisubmarino construido por los ingenieros de Musk para ayudar en el rescate de 12 niños y su entrenador de fútbol de una cueva inundada en Tailandia. A lo que hay que añadir la campaña de acoso contra Linette Lopez, periodista de Business Insiderque, con ayuda de un informante, denunció el desperdicio de materia prima en la fábrica de baterías de Tesla en Nevada.

Cofundó una compañía en 1995, Zip2, una especie de alternativa virtual a las Páginas Amarillas, que más tarde vendió por 307 millones de dólares

Retrato poliédrico a la vez que inevitablemente incompleto, El show de Elon Musk recuerda cómo a la vez que trata de subir a lo más alto, de llegar a Marte para hacer de la humanidad una especie interplanetaria, Musk puede en ocasiones caer bajo. Son las luces y las sombras de un personaje indiscutiblemente único.

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