Cien años del nacimiento de la antigua URSS

Lenin impuso su modelo de estado frente a Stalin

En 1922 ambos debatieron una posible asociación «entre pares» de naciones unidas por el Partido Comunista, o una absorción de todos los territorios y la creación de un país centralizado

Posado fotográfico de Lenin y Stalin, presumiblemente en el año 1920. | ELD

Posado fotográfico de Lenin y Stalin, presumiblemente en el año 1920. | ELD / FERNANDO HERNANDEZ GUARCH

FERNANDO HERNANDEZ GUARCH

«Sería inaceptable, ahora que Oriente se despierta, que socaváramos nuestro prestigio acosando y maltratando a nuestras propias minorías nacionales. Debemos criticar el imperialismo extranjero, pero es mucho más importante que entendamos que, si adoptamos una actitud imperialista contra las nacionalidades oprimidas, aun cuando sólo sea en algunos aspectos, estaremos renegando de nuestros principales compromisos», Lenin, 1921.

La Revolución de Octubre tuvo, como es natural, años complicados para poner en marcha una nueva forma de Estado. Heredó, por las malas, del gobierno provisional que se había formado tras la marcha del zar, un imperio muy debilitado y claramente desestructurado. La derrota frente a Alemania en la Gran Guerra y el Tratado de Brest-Litovsk, los movimientos centrífugos de Finlandia, Estonia, Letonia, Polonia y Ucrania, y otras muchas cosas, dificultaban sobremanera la gobernabilidad de lo que había sido el Imperio Ruso, el mayor del mundo (quizá por detrás del de Gran Bretaña en aquel momento) y, desde luego, el que más problemas humanos y económicos presentaba. Y tras la Gran Guerra vino la guerra civil de blancos contra rojos (1918-1921). Y un estado económico de franca ruina que se trató de paliar con la llamada Nueva Política Económica (1921-1928). Pero en 1922 había que resolver lo que los bolcheviques van a hacer con la estructura territorial del Estado. La decisión que tomaran iba a tener consecuencias a corto, medio y largo plazo como vemos en la actual guerra de Ucrania o en los anteriores conflictos con Chechenia o Georgia.

Desde los primeros momentos de la Revolución, Lenin había prometido acabar con las diferencias entre rusos, que tradicionalmente mandaban en la administración, en el ejército y hasta en la cultura, y los no rusos, ciudadanos de segunda. Así, hacia 1918, se había tratado de crear una Federación de Naciones para que los pueblos antes sojuzgados se unieran voluntariamente a la Rusia de la Revolución, transformando una «prisión de los pueblos» en un estado soviético multinacional basado en la amistad y la hermandad entre ellos. Como ejemplo de esta política podemos recordar que el Partido Comunista de Rusia hizo lo imposible por satisfacer a los no rusos; así, por ejemplo, en las postrimerías de la guerra civil se expulsó de sus granjas a los cosacos rusos del norte del Cáucaso en favor de los chechenos de la zona, cuyas tierras habían confiscado los zares para dárselas a los cosacos en el siglo XIX.

Ya en 1922, las dos posturas que se manejaron, representadas por Lenin y Stalin respectivamente, eran o una asociación «entre pares» de naciones unidas por el Partido Comunista o una absorción por Rusia de todos los territorios y la creación de un estado centralizado. Lenin y un grupo de seguidores (Trotsky, Rakovski o Sultan-Galiev, entre otros) defendían una federación de estados igualitarios con singularidades étnicas, culturales y geográficas. Por el contrario, Stalin y sus partidarios proponían un estado unitario, alegando que muchos de los territorios que ahora se proponían como repúblicas federadas nunca habían tenido un Estado o lo habían perdido hacía mucho tiempo. Querían una federación socialista centralizada con repúblicas dotadas solo de una cierta autonomía administrativa. Rusia debía ser el líder indiscutido en esta unión.

Stalin, por la autonomía de Ucrania

La primera propuesta firme que se presentó el 10 de agosto de 1922 al Politburó decidió crear una comisión que estudiase el futuro estatuto de relación y Stalin propuso entonces que los estados soviéticos independientes de Ucrania y Bielorrusia y los tres transcaucásicos de Georgia, Armenia y Azerbaiyán, fueran simples autonomías de la Federación Rusa. El estatuto de las zonas restantes (Bujara, Jorezm y la República del Lejano Oriente), se concretaría más adelante. El primero en protestar, el 15 de septiembre de 1922, fue el Comité Central georgiano. Lenin tampoco estaba satisfecho con el informe de Stalin, y propuso sustituir el enunciado «unirse a la Federación Rusa» por «una unificación formal con la Federación Rusa en una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de Europa y Asia». Y Lenin prosiguió: «No debemos acabar con su independencia; debemos estrechar los lazos, crear una federación de repúblicas independientes que disfruten de los mismos derechos».

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(L) / FERNANDO HERNANDEZ GUARCH

Las tesis de Lenin se impusieron una vez más, quizá la última vez, y el modelo que se aprobó el 31 de diciembre de 1922, en el I Congreso de los Soviets de toda la Unión, adoptó la decisión de formar una federación denominada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y eso significaba que a Rusia (entonces denominada República Soviética Federal Socialista de Rusia, RSFSR), se le señalaban, por primera vez en su historia, sus propias fronteras dentro del estado más grande al que iba a pertenecer.

Se reunificaron así la RSFSR, Ucrania, Bielorrusia y la República Transcaucásica compuesta por una unión, algo contra natura, de Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Para contentar a Turquía el Alto Karabaj de cultura, Armenia se le sumó a Azerbaiyán, algo que aún ahora está dando problemas. Hay que añadir que para entonces había acabado toda huella de la amistad entre Lenin y Stalin. El primero, enfermo y débil físicamente, llega a proponer en sus últimos escritos que Stalin fuera depuesto de su cargo de secretario general. Pero ya era demasiado tarde, aunque esto es otra historia.

En 1924, se unieron a la URSS las dos repúblicas formadas en Uzbekistán y Turkmenistán. Todo esto se consolidó en la Constitución de ese mismo año. En 1931, se une Tayikistán. En 1936, las tres repúblicas transcaucásicas unificadas se convirtieron en tres repúblicas independientes a las que se sumaron Kazajistán y Kirguistán, antes repúblicas autónomas de la RSFSR. Ya eran once las repúblicas que formaban la URSS.

Tras el Tratado de paz con Finlandia en 1940, la zona de Karelia se une como nueva república a la URSS, aunque cambia su estatus en 1956 abandonando la URSS para pasar como república autónoma integrada en la RSFSR. También en ese año la antigua zona rusa de Basarabia, hasta entonces en poder de Rumania, vuelve a la URSS como República de Moldavia, e ingresan igualmente Estonia, Letonia y Lituania. En total 16 repúblicas (15 al retirarse Karelia).

Yeltsin impulsa la CEI por la URSS

Con tensiones nacionalistas y acusaciones sobre la supremacía rusa, la URSS va creciendo y en los años setenta y ochenta era, sin duda, el segundo actor mundial tras los EEUU. Pero con la caída de los países del Telón de Acero (en expresión de Churchill), siendo Gorbachov el principal mandatario de la URSS, en 1989 hay que enviar tropas a Uzbekistán, Estonia y Letonia para acabar con los focos independentistas que se iban consolidando. Hasta Moldavia quería abandonar la URSS.

Puestas así las cosas, Gorbachov decide organizar un referéndum que se celebra el 17 de marzo de 1991, con la siguiente pregunta: «¿Considera necesaria la continuidad de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a modo de federación de repúblicas con igual soberanía en la que los derechos y la libertad de la gente de todas las nacionalidades estén garantizados?». El resultado es abrumador a favor del sí en prácticamente todos los territorios de la URSS, aunque algunas repúblicas se negaron a organizarlo. No obstante, Yeltsin que se había hecho con el poder en la RSFSR, en una reunión con Gorbachov en la duma que éste tenía en Novo-Ogarevo, acuerdan rebajar las capacidades de la URSS a favor de las repúblicas.

Días más tarde, Yeltsin reunido con los presidentes de Ucrania (Leonid Kravchuk) y de Bielorrusia (Stanislav Shushkévich) en Belovezhskaya Puscha llegó al acuerdo de sustituir la URSS por una Comunidad de Estados Independientes (CEI). El 21 de diciembre se firmó el tratado de creación de la CEI, en la que no se integraron Georgia, Estonia, Lituania, Letonia, por lo que de las quince repúblicas de la URSS sólo once firmaron formar parte de la CEI (después se unió Georgia temporalmente entre 1993 y 2008, y la abandonaron Turkmenistán y Ucrania). La URSS desapareció así contra el criterio de sus ciudadanos. Nadie salió en su defensa.

A modo de posdata

¿Cómo afecta lo anterior a Ucrania? Este país se declaró independiente en 1990, y en 1991 celebra un referéndum que confirma esa opción con más del 90% de los votos. Nunca llegó a participar en la CEI ya que no ratificó su adhesión como era preceptivo. Fue alejándose de Rusia con altibajos en las elecciones, a veces ganando los partidos prorrusos, y otras, como en la revolución Naranja, los proeuropeos. En Rusia comenzaron a ver esto como un problema de seguridad nacional. El acercamiento a la Unión Europea y sobre todo a la OTAN hizo saltar todas las alarmas. En el debate se han impuesto los halcones y la consecuencia es la guerra, terrible para Ucrania, muy mala para Europa y sin duda también para Rusia.

En los últimos años, el pensamiento ruso parece haberse aproximado más a la idea de Stalin que a la de Lenin. Son tiempos convulsos en la Madre Rusia, pero, ¿cuándo no?

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