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Luces y sombras de la canariedad

Texto: Miguel Ayala | Fotos: 'Luces del Atlántico. La perspectiva patrimonial'

‘Luces del Atlántico. La perspectiva patrimonial’ analiza a través de la fotografía histórica cómo la identidad de los archipiélagos de la Macaronesia se ha construido según la imagen que de ellos ofrecieron durante siglos los fotógrafos europeos

Un sentimiento de canariedad invade a muchos y muchas canarias, especialmente a los habitantes de Gran Canaria, al escuchar los acordes de Sombras del Nublo, una canción designada en 2008 himno oficial de Gran Canaria. «Incluso se nos pone el vello de punta porque la reconocemos como parte de nuestra identidad y nuestro pasado cuando, realmente, ese tema fue compuesto por Néstor Álamo en 1936 con lo cual su valor como referente identitario de la vasta historia del Archipiélago es escaso, por no decir nulo», cuenta el historiador Gabriel Betancor Quintana, quien pone este ejemplo para explicar en qué consiste el proyecto 'Luces del Atlántico. La perspectiva patrimonial', una iniciativa que dirige con financiación de la Unión Europea donde a través de la fotografía histórica, vertebrada en dos exposiciones y diversas jornadas de estudio, se analiza el papel que ésta ha jugado en la construcción europea de la idílica imagen de Canarias y el resto de regiones de la Macaronesia, y cuyo contrapunto se basa en el trabajo desarrollado en aquella misma época por fotógrafos isleños que con rudimentarias cámaras capturaron la realidad de sus paisajes y, sobre todo, de su paisanaje, una visión en las antípodas de la ofrecida por los profesionales extranjeros llegados entonces a las Islas.

'Macaronesia. La fotografía en las islas de la felicidad' y 'Javier Reyes. La mirada artesanal' son las dos muestras en las que se apoya este proyecto itinerante que desde marzo de 2022 recorre Canarias, Azores, Madeira y Cabo Verde, regiones donde la mirada aportada por los fotógrafos procedentes del continente desde finales del siglo XIX tenía en común vender en sus países las bondades de los archipiélagos atlánticos para favorecer con ello la actividad económica desarrollada por inversores extranjeros en ámbitos como el comercio, las nuevas rutas marítimas, el turismo, la exportación y la importación, la agricultura...

Tropicalismo, africanidad o exotismo se convirtieron de cara al exterior, por obra y gracia de la fotografía, en rasgos de la identidad macaronésica aunque lo realmente curioso, y en eso abunda también este proyecto que a través de la Fedac impulsa el Cabildo de Gran Canaria con la colaboración de los cabildos de La Palma y Lanzarote, es que al menos en Canarias esa idealizada imagen serviría para que las autoridades archipelágicas fabricaran en la primera mitad del siglo XX el concepto con el cual se identifica aún hoy nuestra región.

Roque de Garachico (Tenerife. 1893).

Campesinas en San Sebastián de La Gomera llevando tomates al puerto (1930).

Vista del Teide nevado desde la localidad de Icod de los Vinos (Tenerife. 1893).

«Estos archipiélagos fueron los puntos de apoyo de la primera globalización capitalista protagonizada por Europa en la segunda mitad del siglo XIX. La fotografía», dice Gabriel Betancor, comisario de este proyecto que comenzó a fraguarse en 2017, «se extendió entonces por el planeta siendo utilizada como un arma de la modernidad que enarboló la expansión europea en la segunda mitad del XIX. Como un elemento más de ese proceso, se convirtió en herramienta de apoyo visual de los europeos para aprehender las nuevas realidades geográficas, económicas, sociales y culturales que se estaban encontrando en las sociedades coloniales que se desarrollaban de la mano de la inversión de capitales europeos. Contribuyó de ese modo a consolidar la concepción eurocentrista de la presunta superioridad de la moderna Europa frente al conjunto de pueblos de América, África y Asia, exóticos ante la mirada de los europeos y supuestamente atrasados respecto de la modernidad capitalista. El fenómeno fotográfico condicionó profundamente la creación de las identidades insulares atlánticas», añade el especialista grancanario.

Macaronesia es un término griego acuñado por el botánico y naturalista inglés Philip Baker Webb (1793-1854) con el que definía los archipiélagos atlánticos de Madeira, Azores, Islas Salvajes, Cabo Verde y Canarias, aunque ya lo empleaban los griegos para referirse a esos bellos lugares donde, según su ideario mitológico, descansaban los héroes.

Aquella idílica y en parte irreal imagen «se ha ido reeditando durante siglos y», añade Betancor Quintana, «hoy forma parte del merchandising turístico que atrae a los millones de viajeros que nos visitan cada año».

Vendedora ambulante en el Mercado de Vegueta de la capital grancanaria, en el año 1900.

«Aunque digan desde el punto de vista europeo que esto [Canarias y el resto de regiones macaronésicas] es el paraíso, los y las isleñas sabemos cuánto cuesta vivir en estas Islas en cualquier época de la historia. De hecho», prosigue, «hoy en los archipiélago africanos atlánticos tenemos las tasas de paro, de fracaso y abandono escolar, de obesidad, de desigualdad social, etcétera, etcétera, etcétera más altas en relación a la perspectiva de la metrópoli, bien sea España o Portugal», una realidad solapada por la histórica visión transmitida de estas regiones y en la cual tiene muchísimo que ver el hecho de que la técnica fotográfica, presentada el 19 de agosto de 1839 en París, llegara en octubre de ese año a Tenerife.

Llegada de un párroco franciscano a la isla de Lanzarote en los años 50 del siglo XX.

Aunque ese dato puede parecer una simple anécdota, la rápida llegada de fotógrafos europeos a Canarias supuso la difusión en el extranjero durante siglos de un ingente material fotográfico que no sólo acabaría por consolidar a fuego en el subconsciente de los habitantes del Viejo Continente la idealizada realidad de nuestro Archipiélago sino, asimismo, la del resto de territorios de la Europa ultraperiférica, término con el cual se define en la actualidad las comarcas insulares atlánticas. La pronta llegada de esta técnica a las Islas, sin embargo, tuvo una vertiente positiva porque gracias a ello comienzan a surgir aquí profesionales de la imagen. Desde sus pequeños estudios no sólo atienden la demanda de la clientela local, cubriendo sus necesidades para, por ejemplo, realizarse fotografías destinadas a formalizar documentos oficiales o inmortalizar celebraciones y acontecimientos; también empiezan a capturar con sus rudimentarias cámaras escenas de la vida doméstica canaria y su paisanaje. 

En el valor de este legado fotográfico se sostiene la otra pata del proyecto 'Luces del Atlántico. La perspectiva patrimonial' empleándolo, con la exposición 'Javier Reyes. La mirada artesanal', como una herramienta fidedigna para comparar lo que en ella se muestra con las idílicas escenas capturadas por los profesionales extranjeros. «Reyes es un fotógrafo de Lanzarote que tiene 96 años y a partir de los años 50 del siglo XX empezó a hacer fotos en Haría para que la gente no tuviera que ir hasta la capital a hacérselas, pero de paso se encargó de retratar el día a día de la vida del norte de la isla de los volcanes», cuenta Gabriel Betancor sobre este personaje que vendía los retratos a dos o tres pesetas y jamás se consideró un artista, aunque algunas de sus imágenes, como la de las gracioseras bajando por los riscos de Famara con cestos en la cabeza, se han convertido en escenas míticas de la cultura de Canarias.

Una pareja de extranjeros llega en tartana a la Casa de Colón, en Las Palmas de Gran Canaria, en el año 1965.

Camellos funchidos en una calle de Arrecife (Lanzarote), en el año 1920.

Los fotógrafos europeos llegados desde el siglo XIX ‘vendían’ en sus países las bondades de los archipiélagos atlánticos para apoyar la inversión extranjera

Exotismo o africanidad pasan a ser rasgos de la identidad macaronésica fuera de las Islas que los políticos locales usarían para diseñar el actual ‘merchandising’ turístico

A través de 120 fotos, dos muestras itinerantes en Madeira, Cabo Verde, Azores y Canarias repasan cómo realidad y ficción han forjado la imagen de estas regiones

«En Cabo Verde el éxito de las exposiciones ha sido espectacular y las autoridades se han volcado con nosotros y el proyecto», reconoce Gabriel Betancor sobre un país donde también se ha mimado el legado de la fotografía histórica, llegando a acumular más de 100.000 imágenes «y muchas de ellas de gran interés», añade el historiador. En la isla de Santiago las muestras se exhiben en las salas expositivas del Archivo Histórico Nacional de Cabo Verde y el Palacio de la Cultura «y tanto en un caso como en el otro la afluencia ha sido masiva». Además, y esa es otra particularidad de 'Luces del Atlántico. La perspectiva patrimonial', las exposiciones se pueden mover con comodidad por distintas sedes e incluso es posible realizar varias exhibiciones en lugares diferentes a la vez. 

Santa Catalina Bazaar (Gran Canaria, 1900).

La exposición de 'Macaronesia. La fotografía en las islas de la felicidad' está integrada por 75 fotografías mientras que la de 'Javier Reyes. La mirada artesanal' muestra otras 45 imágenes.

Comida de trabajadores en La Palma (1925).

Actualmente, una de las exposiciones se ubica en la Escuela de Arte Pancho Lasso, en Arrecife (Lanzarote), mientras las de Santiago continuarán su periplo por el Archipiélago caboverdiano para, a continuación, seguir su ruta por Azores y finalizar en enero del 2023 en Madeira. No obstante, también el próximo año y dentro de las VI Jornadas de Fotografía Histórica de Canarias, que se organizan cada dos años y se celebrarán en la casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria entre el 28 y el 31 de marzo, se disertará sobre los contenidos de ambas exposiciones con las ponencias de diferentes especialistas en imágenes históricas.

Campesinas en un día de lavado en Funchal.

Trabajadores en un lagar en Tafira, Gran Canaria.

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