El ser humano siempre se ha preocupado por la medición del tiempo. Los pueblos nómadas idearon calendarios lunares y, con el surgir de la agricultura, el hombre se sedentarizó y cambió del calendario lunar al solar para determinar los ciclos agrícolas. Posteriormente, la Iglesia adopta esta tradición y hace coincidir la intersección del Ecuador Celeste con la Elíptica (lo que conocemos como equinoccio) con el nacimiento de Jesús.
El calendario de los romanos se le atribuyó a Rómulo y siempre estuvo en desorden. Fue Julio César quien ordenó al astrónomo Sosígenes que lo arreglara y éste hizo la Reforma Juliana. Estableció el cómputo del año civil sujeto a una regla fija al tomar un valor de 365.25 días. Para asignar la cuarta parte del día restante (ese .25) se concretó que cada cuatro años se añadiera un día complementario a febrero, intercalándolo entre los días 23 y 24 de ese mes. Como el 23 de febrero se llamaba «sexto calendas» al día que se intercalaba se llamó «Bi-sexto-calendas», de ahí viene nuestro «bisiesto». Este calendario estuvo en vigor desde el 44 a.C. hasta finales del siglo XVI.
No obstante, y a pesar de los ajustes, el calendario juliano seguía estando desfasado. El año solar marcado era unos 11 minutos inferior al ciclo real. Los consejeros del papa Gregorio XIII le advirtieron que, con el paso del tiempo, las fechas emblemáticas para el catolicismo como la Semana Santa cada vez se celebrarían más tarde y el desfase sería cada vez mayor. De seguir así, la Pascua terminaría celebrándose en verano en el hemisferio norte. El Papa, aconsejado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius y el físico Aloyisius Lilius, decidió reorganizar el calendario. ¿La solución? Eliminar de golpe los días del 4 al 15 de octubre de 1582. Este cambio dio lugar a algunas paradojas temporales. Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús falleció el 4 de octubre de 1582 y fue enterrada al día siguiente, el 15 de octubre…
Hay fuentes que sostienen que el nuevo calendario fue un pretexto en Gran Bretaña para el surgimiento de disturbios ya que algunos inquilinos querían ahorrarse esos 10 días de alquiler, mientras que los caseros querían cobrar el mes completo.
Italia, España y Portugal establecieron el calendario gregoriano de inmediato. Más tarde lo hicieron otros países de influencia católica y sus colonias. Inglaterra tardaría hasta 1752 en hacerlo, Suecia en 1753, Japón en 1873, China en 1912 y Grecia, que tiene el récord, en 1923. Rusia no lo adaptó hasta 1918 cuando Lenin ya había ascendido al poder. Por ello, la Revolución de Octubre en Rusia, que tenía como referencia el 25 de octubre de 1917 del calendario juliano, se conmemora ahora el 7 de noviembre.
