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fútbol: presidentes de los 90

«Nos insultábamos, pero éramos amigos»

La serie ‘La Liga de los hombres extraordinarios’, de Movistar+, rememora las extravagantes vivencias de directivos de los clubes de fútbol más importantes como Jesús Gil, Lopera o Joan Gaspart

María Teresa Rivero.

Manuel Ruiz de Lopera ayudando a un bético a introducir las cenizas de su padre fallecido al campo en un envase de zumo, Jesús Gil en la sede de La Liga arreando un puñetazo al gerente del Compostela delante de José María Caneda y presentando a su cocodrilo Furia en la sala de prensa del Vicente Calderón, María Teresa Rivero durmiéndose en el palco del Camp Nou, Joan Gaspart bañándose en el Támesis tras conquistar la primera Champions del Barça y enseñando el bañador en la celebración como si fuera la misma Copa de Europa.

Escenas que se repetían cada fin de semana en los años noventa y que parecen más propias de una comedia que de unos tipos que representaban a los clubes más importantes de LaLiga. Los cinco capítulos del documental La Liga de los hombres extraordinarios, estrenada este lunes en Movistar+, rememoran aquellos años en los que los presidentes eran los grandes protagonistas de sus equipos a base de extravagancias, su forma diferente de dirigir y un escaso sentido de la moralidad con los que llenaban portadas de la prensa deportiva y no deportiva.

«Estábamos en la UVI»

«No éramos extraordinarios, éramos especiales», afirma Joan Gaspart (FC Barcelona), cuyo testimonio está presente en la serie junto a los de Augusto César Lendoiro (Deportivo de La Coruña), Manuel Ruiz de Lopera (Real Betis), José María Caneda (SD Compostela) y José María del Nido (Sevilla FC). «Los tiempos han cambiado y todo ha evolucionado muchísimo. Entonces éramos más forofos, más divertidos para el público, ya que los fichajes, los enfrentamientos y las disputas dependían de la pasión y la forma de ser de los dirigentes». Capaces de manejar a las masas a su antojo incluso cuando el populismo todavía no se había instalado en la política, cada uno de ellos dejó multitud de momentos para la posteridad.

Del «estábamos en la UVI» de Lopera al ganar la Copa del Rey con el Betis al «a mí que me inhabiliten estos gilipollas, esto es una corrupción y una adulteración de la competición» de Jesús Gil a los árbitros, pasando por el «que bote Mendoza» con el que el expresidente del Real Madrid celebró una victoria ante el Barcelona en la Supercopa junto a sus aficionados. «Nos insultábamos y nos decíamos de todo. Pero cuando tuvo que venir a ser operado en Barcelona, yo me encargué de ir todos los días a llevarle comida a la clínica, porque no le gustaba la de allí», recuerda Gaspart sobre su gran rival blanco antes de recordar una anécdota con la que su «gran amigo» Jesús Gil trató de aconsejarle.

«Una vez jugamos un partido benéfico en Barcelona y yo, que jugaba de delantero, tenía que tirarle un penalti a él, que era el portero. Se acercó para decirme que al estar en mi ciudad se iba a dejar meterlo, que disparara hacia la izquierda y él se tiraría a la derecha. Hice eso y él lo para», rememora Joan Gaspart sobre el icónico líder.

Ídolos de barro

Polémicos, irreverentes y desafiantes, los presidentes de los noventa se convirtieron en ídolos de masas hasta que, antes o después, los resultados deportivos dejaban de acompañar y llegaban los problemas financieros, arrastrados por las dudosas prácticas económicas empleadas para dirigir los clubes y fichar estrellas, que llevaron a muchos de sus equipos a la ruina. Muchos de ellos protagonizaron la conversión de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas en 1992, con unas formas tan estrambóticas como la de Ruiz Mateos, exdueño del Rayo, que se presentó a última hora en la sede del CSD en bata y zapatillas con los documentos necesarios.

«Ahora los presidentes y directivos están más preparados, son más fríos y están más preocupados por las condiciones económicas», asegura Gaspart, que en varias ocasiones se ha definido a sí mismo como «el peor presidente de la historia del Barcelona», puesto al que llegó «sin quererlo» tras 22 años como vicepresidente.

«Si te descuidabas te robaba la cartera», decía sobre él Lendoiro, célebre por su dureza negociando traspasos, al recordar como el Barça pagó los 4.000 millones de pesetas (unos 24 millones de euros al cambio) de la cláusula de Rivaldo a última hora del mercado de fichajes de 1997. «Éramos todos muy amigos, pero nos hacíamos muchas cosas incorrectas dentro de la legalidad. En el caso de Rivaldo, fue una mala jugada de nuestra parte hacia el Deportivo y hacia el presidente. Estuvimos un tiempo sin hablarnos, pero en aquel momento pensamos estrictamente en lo que le interesaba al club y no íbamos más allá», rememora.

Futbolistas como Pedja Mijatovic y Pablo Alfaro, el entrenador Fernando Vázquez y periodistas como Olga Viza, Mónica Marchante, Alfredo Relaño y Àngels Barceló, entre otros, completan el elenco de una producción que navega entre la nostalgia y el pudor por los actos de unos directivos desatados que décadas después aún son recordados y mantienen, fuera del foco, la «pasión» por sus equipos. «Ahora soy incluso más forofo que entonces, es algo que empeora con el tiempo», asegura Gaspart.

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