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Sexo y primavera: la ciencia explica las claves de este cóctel explosivo

Expertos en psicología, sexología, endocrinología y veterinaria explican por qué hay un ‘despertar sexual’ en esta estación del año

Cuando la sangre sealtera

Ahora sí. Después de dos años de pandemia y un mes de abril de lo más gris por fin ha llegado la primavera. Y con ella el buen tiempo, la piel al sol, los planes en la calle y el «hace calor» que cantaban Los Rodríguez. Estímulos varios que pueden hacer que a partir de ya la gente comience a verse más guapa entre sí. Si ese es su caso, sepa que no se trata de una mera sensación: la ciencia confirma que hay mucha verdad en el viejo refrán —«la primavera la sangre altera»— que se convierte en uno de los estribillos de la temporada primaveral.

Aunque el ser humano como especie no tiene época de celo, sí que hay ciertos cambios en el deseo erótico según la estación. Y si algo caracteriza a la primavera es un aumento de la libido, tal como explica María Ramos-Escamilla, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja. La también cocreadora del proyecto PsicoaSexoría matiza que, si bien no ocurre en todas las personas por igual, hay factores que, mezclados, facilitan que mucha gente sienta una especie de «despertar sexual» en esta estación.

La luz y el calor revolucionan —literalmente— nuestras hormonas. Marcelino Gómez Balaguer, coordinador del Grupo de Diferenciación e Identidad Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explica que es un hecho constatado que durante la primavera se producen alteraciones que tienen que ver con el ciclo de la vida. «Una serie de hormonas y de neurotransmisores aumentan, muy posiblemente influidos y en respuesta a la luz, a la temperatura y quizá a otros condicionantes atmosféricos —asegura el especialista en Endocrinología—. El más conocido de ellos es la luz. En respuesta, aumentan dopamina, serotonina, oxitocina y feromona». Cuatro químicos naturales que suelen ser definidos como el cuarteto de la felicidad.

Con el calor viene el humor

Con el aumento de las horas de sol también se produce una mayor cantidad de vitamina D. Aunque aún no está del todo claro, es un compuesto que algunos estudios han asociado a la presencia de testosterona.

«Asimismo, la presencia del sol influye en la producción de endorfinas que ayudan a reducir el estrés y aumentar el deseo sexual», añade la experta de PsicoaSexoría. El aumento de la temperatura provoca, además, que estemos de mejor humor, lo que a su vez propicia que tengamos una actitud más receptiva hacia los demás. Salimos más de casa y caemos menos en actividades rutinarias. Todo esto, señala Ramos-Escamilla, enriquece nuestra creatividad, que se extiende hasta el ámbito sexual.

Se nota, sobre todo, en las tiendas eróticas. La sexóloga, que dirige el negocio Destino Kink, asegura que está más que comprobado que durante las vacaciones y puentes la gente dedica más momentos a enriquecer su sexualidad con juguetes y productos eróticos: «Parece que hay más predisposición a probar y experimentar nuevas sensaciones».

Además, esta primavera tiene la particularidad de que es algo diferente a las dos anteriores: hay muchas más posibilidades de encontrar a gente atractiva sin mascarilla. Ya no es solo que las personas vayan más ligeras de ropa y enseñen el cuerpo, es que ahora también les vemos las sonrisas.

Boca a la vista

«La boca es un reclamo erótico importante. No solo porque es con lo que nos besamos, sino por una cuestión estética. Ver más sonrisas nos activa áreas cerebrales de oxitocina, la llamada hormona del amor —afirma la psicóloga, sexóloga y escritora Ana Sierra—. Sentimos más proximidad con las personas, nos sentimos más queridos cuando nos sonríen y nos activan a nosotros mismos para hacerlo también. Eso nos afecta psicológica y emocionalmente».

Esto es así porque lo problemas de deseo, generalmente, «están asociados a procesos o trastornos de ansiedad», prosigue. «Si conseguimos liberarar oxitocina [una hormona que funciona como antídoto del cortisol, la hormona del estrés], hay más probabilidad de que se active cualquier tipo de deseo. Eso incluye el erótico, el sexual, el de conocer a alguien o iniciar relaciones».

Olores corporales

Y puede que el sentido común haga pensar que el sudor y otros olores que destapa el calor echen para atrás, pero nuestro instinto más animal nos dice todo lo contrario: nos atraemos más. Pasa un poco como en la novela El perfume, de Patrick Suskind, donde una fragancia elaborada a partir de aromas corporales lleva a las personas al éxtasis y les hace olvidar por completo el comportamiento civilizado.

Como señala Ramos-Escamilla, «con la llegada del calor aparece el sudor. Y esto hace que se potencien los olores corporales, muy relacionados [evolutivamente hablando] con la búsqueda de pareja sexual». Un estudio publicado en 2016 en la revista Nature demostró hasta qué punto eran importantes estos aromas a la hora de emparejarse.

El motivo es que las personas tenemos unas sustancias llamadas antígenos leucocitarios humanos (HLA, por sus siglas en inglés) en la superficie de casi todas las células de los tejidos. Según esta investigación, tendemos a buscar parejas con HLA lo más diferentes posibles a los propios, como les ocurre también a los peces, los pájaros y el resto de mamíferos. Las razones son evolutivas: de esa forma, la descendencia tendrá una mayor resistencia contra una variedad de patógenos.

Mensajes en el aire

De lo que no hay aún suficiente prueba científica es de que tengamos feromonas, al igual que otros animales. «Son sustancias volátiles que transmitirían por el olor ciertos mensajes entre individuos. Algunos insectos detectan por el olor la existencia de una hembra a kilómetros de distancia. En la especie humana posiblemente sean restos atávicos de comportamientos reproductivos de hace miles de años», asegura el endocrino. Sus sustitutos, señala, son los perfumes. Por algo solo los publicitan personas sexis.

Ana Sierra aborda los ciclos de las mujeres en su libro Conversaciones sexuales con mi abuela. «Las mujeres somos cíclicas y la primavera se corresponde con la preovulación. Es un momento de nuevos comienzos no a nivel simbólico. Realmente el cuerpo tiene más energía. Te apetece iniciar cosas», afirma.

Hay animales que salen de la hibernación con las mismas ganas de iniciar también relaciones. Porque de la misma forma que en primavera florecen muchas plantas y vuelven las hojas a los árboles, también es la estación del año en la que muchas especies animales llevan a cabo su cortejo.

María Luisa Fernández Miguel, presidenta del Colegio de Veterinarios de Tenerife, señala que, pese a nuestra sensación general, lo que realmente marca los ritmos sexuales de algunas especies no tiene que ver tanto con el momento del celo, como con las fechas de nacimiento de las crías. Sin embargo, en nuestra zona climática, este periodo suele coincidir con la primavera, que es cuando los herbívoros pueden alimentarse de más plantas. Y a su vez, los carnívoros y sus crías, de los herbívoros.

Luz y biorritmos

Eso sí, la también vocal de la Organización Colegial Veterinaria (OCV) afirma que, en general, «el comportamiento sexual tiene que ver con las horas de luz y con la estimulación de la glándula pineal y la producción de melatonina, que marcan los biorritmos. Y en ese sentido, sí que coincide con la época primaveral».

Por ejemplo, hay más cortejos en las aves, que dependen mucho del fotoperiodo. Pero seguro que, a medida que avanza esta estación, los pavos reales y los palomos no serán los únicos a los que veremos desplegar su gracia como ritual para el apareamiento. Según la ciencia, en esto, una vez llega el calor, estamos todos en el mismo saco.

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