Chanel Terrero tocó la gloria y el tormento en pocas horas y sin aviso. Y lejos de poder celebrar la victoria como se merecía, salió de Twitter ante la avalancha de mensajes de odio que estaba recibiendo. Una dosis de eurodrama suele tener un pase. Pero, por muy cuestionable que fuera el sistema de votación de RTVE, el ciberacoso al que fue sometida durante días dista mucho del mensaje inclusivo y tolerante que durante décadas ha enarbolado el Festival de Eurovisión. Tres semanas después de convertirse involuntariamente en el centro de la polémica, en el saco de boxeo de muchos, la pregunta es obligada:
¿Ha sobrevivido usted?
La verdad es que estoy bien. El día crítico fue el domingo [29 de enero], después de haber ganado. No entendía lo que estaba pasando. Era la primera vez que estaba en la palestra y era normal que la gente opinara o que los medios hablaran de mí y de mi pasado. Pero lo que no es sano, y como sociedad tenemos que responsabilizarnos, es el acoso en las redes sociales. Al sentirme fuerte me veo en la obligación moral de alzar la voz y decir: «Por favor, tened cuidado con lo que escribís porque está en juego la salud mental de las personas».
¿Tiene algún sistema de defensa?
La mejor manera de llevarlo es con un poco de humor. Y recuerdo un consejo de una maestra: «Aceite, como el aceite. Tienes que estar por encima, elegante como el aceite».
La artista lo tuvo presente cuando el psicodrama envolvió al concurso y emergieron los sonoros reproches de una parte de las redes sociales que le recriminaban representar a una mujer hipersexualizada cantando aquello de: «Si tengo un problema, no es monetary, yo vuelvo loquito a todos los daddies». «Mi cabeza no lo comprende. Se ha visto que entre nosotras [las favoritas] y todos los participantes hubo una competición superbuena y sana», apunta acerca de la sororidad y el compañerismo reinante entre bambalinas. «Siempre lo he dicho: soy artista, no política. De lo que me ocupo es de ensayar y sacar lo mejor de mí para ofrecer un buen espectáculo». En eso no es una principiante precisamente.
Y solo tiene palabras de elogio y agradecimiento para sus contrincantes. «Este año en particular había tanta diversidad que elegir una se me antoja muy complicado. Diría que hasta imposible», responde con modestia cuando se le pregunta por la quiniela que tenía en mente antes de acudir al Benidorm Fest. «Tanxugueiras y Rigoberta Bandini comparten una potencia brutal en directo, me encantan; la puesta en escena de Rayden me gustó muchísimo, y la voz de Blanca Paloma me pareció un regalo», matiza. Pero, por mucho que se insiste, no se moja: «Sé que os gustaría saber quiénes eran mi preferidos o a los que vi como rivales. Sintiéndolo mucho, no puedo escoger: todos merecían ir a Turín».
La Habana, Olesa y Madrid
Aunque Chanel nació en La Habana el 28 de julio de 1991, con apenas 3 años se mudó con sus padres, Marlene Martínez y Alain Terrero, a Cataluña. Pero la pareja se separó. Alain vive actualmente en Figueres. Y Marlene se enamoró de un catalán [Toni Cuadrado, el padre de sus dos hermanas] y fijó su residencia en Olesa de Montserrat. «Ella es trabajadora social, pero es tan cómica e ingeniosa que podría haberse ganado la vida como monologuista —asegura Chanel—. Aun así, soy la primera de la familia que se dedica a esto. Afortunadamente, todos estamos muy unidos y me apoyan de forma incondicional. Incluso mi padre biológico vino a verme a Benidorm».
La yaya pletórica
Y luego está la abuela Leonor [Bergé], a quien mandó un «t’estimo, iaia» («te quiero, yaya») bajo el confeti del Benidorm Fest. «No pudo estar aquel fin de semana conmigo —lamenta—, pero está pletórica de que vaya a participar en Eurovisión. Siendo yo pequeña me decía: ‘Cuando seas famosa, te voy a llevar las maletas’. Y tras actuar en Mortadelo y Filemón, mi primer musical, bajo las órdenes de Ricard Reguant, me regaló una que aún conservo. Es increíblemente humilde, como toda la familia».
Chanel fue una buena estudiante, aunque «los excelentes los sacaba en ballet». A los 9 años descubrió su vocación en una escuela de artes escénicas: «Me formé en varios estilos —ballet, jazz, contemporáneo—, y conseguí sacarme el título de la Royal Academy of Dance. También hice clases de canto e interpretación. Me las tomaba como un trabajo. Era muy disciplinada. Por suerte, a los 30 sigo manteniendo la misma ilusión de cuando era chiquita».
Su destino parecía estar marcado. A los 16 años dejó atrás Olesa y se instaló en Madrid, donde probó suerte en el teatro musical. «Mudarme a la capital, ser independiente y vivir alejada de mis padres y mis dos hermanas no fue un salto tan grande. Fue un cambio natural y orgánico, porque era el lugar perfecto para construir mi carrera», asegura, sin desvelar si actualmente vive sola o en compañía. «Como es lógico, he tenido alguna que otra crisis existencial, pero me siento afortunada de haberme podido dedicar a esto durante tanto tiempo. No hay que dejar de aprender nunca».
Un vistazo a su currículum confirma su tesón. Y nadie le ha regalado nada: todos sus logros, sin excepción, se los ha ganado a pulso. Ha participado en musicales tan aclamados como Mamma Mia! y El rey león; fue la cantante protagonista de Nine, Flashdance y El guardaespaldas. Ha bailado con Shakira en los MTV Europe Music Awards. Ha formado parte del cuerpo de baile del talent Tu cara me suena (Antena 3). Apareció en las series Águila Roja, El secreto de Puente Viejo y Gym Tony. Y ha hecho papeles en películas como Fuga de cerebros 2, de Carlos Therón, y en El rey de La Habana, que Agustí Villaronga rodó en República Dominicana.
Una cita con Spielberg
Menos sabido es que Chanel se quedó a las puertas de aparecer en el remake de West Side Story, dirigido por Steven Spielberg. «Estuve entre las cinco finalistas para interpretar el personaje de Anita». La llamaron un viernes y le preguntaron si a la semana siguiente podía hacer una audición en Nueva York. No lo pensó ni un segundo y cogió el primer avión. «Fui pasando varias fases y, en la última, ahí estaba Spielberg —recuerda—. ¡Ver de cerca cómo trabaja fue algo único! En una mesa había varios productores y él, de pie, nos grababa y miraba a través de la pantalla del móvil. Es un señor muy educado y con un aura increíble».
Si bien el casting fue en septiembre de 2018, no fue hasta enero del 2019 cuando recibió una llamada en la que le dijeron que, pese a que su nombre «se había barajado hasta el último momento», habían optado por otra candidata. De no ser por Ariana DeBose, quizá ahora sería la nominada a un Oscar.
Sin embargo, mientras se prepara para defender su SloMo en Turín, Chanel trabaja duro para personificar a la Malinche —la aborigen que aconsejó y tuvo un hijo con Hernán Cortés— en el musical homónimo de Nacho Cano, cuyo proceso creativo nutrirá un documental de Netflix.
¿Sabe qué es el descanso?
No es la primera vez que duermo poco. Ahora toca esto y no me quejo en absoluto. Al contrario. Pese a mi trayectoria, sigo teniendo pequeñas inseguridades —me ha pasado constantemente— encima de las tablas. Por eso mismo los ensayos son tan importantes: te hacen crecer y estar preparada para lo que vendrá. Solo así puedes crecer como artista.
¿Se visualiza en Turín?
Voy a dejarme la piel, porque algo así solo ocurre una vez en la vida.
¿Se tomaría como un fracaso personal acabar en los últimos puestos de la tabla?
El nivel es muy alto, soy consciente. Solo lo vería como un fracaso si no hubiera dado todo de mí, lo cual garantizo que no va a suceder. Lo que tenga que pasar, pasará. Pero por nosotros que no quede. Vamos dispuestos a ganar. Esa es la mentalidad.
Ensayos aparte, ¿se prepara psicológicamente para sobrellevar más terremotos mediáticos?
Igual que vamos al gimnasio para el cuerpo, hay que ir al gimnasio para la cabeza. La magnitud de esto es tal que, como hasta ahora, voy a seguir yendo a terapia. No solo quiero estar fuerte física y vocalmente, sino también espiritual y psíquicamente.
Chanel no puede avanzar nada de los cambios que hará en Turín. Se desconoce si la volverá a vestir Carmen Farala (la drag queen ganadora de la primera edición de Drag Race España), o si la coreografía creada expresamente por el estadounidense Kyle Hanagami sufrirá alguna mutación. Tampoco se atreve Chanel a vaticinar si este es el principio de una larga carrera. «Al final yo soy nueva y esto acaba de empezar. No suelo planear a largo plazo. Yo espero verme feliz, seguir dedicándome a lo que me gusta y estar rodeada de gente bonita. No estoy cerrada a nada de lo que pueda venir». Si acaso, que no le vengan gambas, a las que no puede ni ver.