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La cultura se celebra

El Tanque y el Teatro Cuyás: dos emblemas de Canarias celebran aniversario

Estos referentes culturales de las capitales canarias, festejan, respectivamente, 25 y 120 años de historia P Profesionales de las Islas rememoran su relación con ambos espacios

Evento cultural en El Tanque. | EL DÍA

En sus orígenes, uno fue un teatro-circo-cine y el otro un depósito destinado al almacenamiento de crudo. Hoy, sin embargo, ambos espacios, el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria y El Tanque, en Santa Cruz de Tenerife, son dos referentes culturales de Canarias que están de cumpleaños. La sala de la capital grancanaria celebra 120 años de la primera proyección cinematográfica que acogieron las instalaciones sobre las cuales se levanta actualmente el Cuyás, mientras que el imponente contenedor santacrucero festeja cinco lustros al servicio de las propuestas de vanguardia en disciplinas como el arte y la música. Con motivo de ambas efemérides y, sobre todo, por el papel que estos espacios han desempeñado durante décadas acercando la cultura a la sociedad de las islas, ocho profesionales de distintos ámbitos culturales del Archipiélago rememoran su relación con esos dos emplazamientos sin los que sería imposible entender el desarrollo y la divulgación de la actividad creativa en Canarias.

Aunque a simple vista los orígenes del Tanque y el Teatro Cuyás parecen no tener nada en común, sobre todo porque existe casi un siglo de distancia entre el nacimiento de uno y otro, la historia de los dos espacios se inicia con un mismo objetivo: satisfacer en momentos bien distintos la demanda de cultura y ocio de una población cada vez más cosmopolita, ávida de disfrutar de nuevas experiencias.

Las Palmas de Gran Canaria de 1898, cuando se inaugura oficialmente el teatro-circo-cine Cuyás, y el Santa Cruz de Tenerife de 1997, año en el que arranca la actividad del Tanque, tienen en común que ambas capitales vivían épocas de crecimiento y modernización. Bajo el paraguas que proporcionó la bonanza económica de la década de los 90 del siglo XX, Tenerife afronta un proceso de transformación que cambia radicalmente la isla y en especial su capital. Cien años antes es la ciudad laspalmense donde se produce dicha metamorfosis del paisaje urbano, también como consecuencia de un periodo de prosperidad.

Así, el 28 de abril de 1898 se inauguraba oficialmente el teatro-circo-cine Cuyás, en la calle Viera y Clavijo de la capital, una iniciativa que el empresario Salvador Cuyás había tardado 20 años en completar. Centrado en su primera etapa en el espectáculo circense, especialmente el ecuestre, aunque también acogió peleas de gallos y de carneros, en la segunda década del siglo pasado abrió el abanico de su programación. En 1902 tuvo lugar entre sus paredes la primera proyección cinematográfica. No se trataba de películas, sino de piezas donde se mostraban escenas casi de tipo documental de imágenes urbanas en movimiento y sin sonido —el cine sonoro no llegaría hasta 1927—, pero el elevado riesgo de incendio que suponía manipular el altamente inflamable celuloide se materializó el 16 de junio de 1908. Tras casi una década de gran popularidad, el Teatro Circo redujo su buena racha a cenizas hasta unos años más tarde, cuando se reabre.

La batalla del Tanque

Tampoco carece de dramatismo el nacimiento del Espacio Cultural El Tanque, en la capital chicharrera, que siempre estuvo en la cuerda floja. Su historia como imponente contenedor de arte y música ha estado plagada de obstáculos desde el mismo momento en el que la Refinería de Santa Cruz de Tenerife empezó a desmantelar a sus compañeros que, a mediados de los noventa, aún sembraban el paisaje de Cabo Llanos, la zona llamada a ser el futuro de una capital que quería dejar atrás su vinculación con esta industria.

Lo que hoy conocemos como El Tanque era a finales de la década de los 90 del pasado siglo uno más del grupo de depósitos que sirvieron durante años para el refinado de crudo, concretamente el número 69. Poco a poco se fueron desmantelando para dejar paso al crecimiento de la capital hacia el sur. El arquitecto Fernando Menis descubrió su potencial, casi por casualidad, en octubre de 1995. Era un espacio con unas excepcionales condiciones espaciales, lumínicas y sonoras situado en la entonces conocida como calle 70. Junto a él todavía quedaba otro depósito en pie, el 68. Al poco tiempo también fue desmantelado.

El arquitecto tinerfeño sabía que el Cabildo de Tenerife, que por entonces presidía su hermano, el desaparecido Adán Martín, necesitaba un lugar donde organizar exposiciones cuya apertura pudiera hacerse de forma rápida y sin demasiados costes. Pasaron tres años en los que la institución insular organizó en El Tanque hasta ocho eventos culturales distintos pero la fecha del desmantelamiento de la estructura llegó y hubo que negociar con Ferrovial, la empresa que había comprado estos terrenos, para conseguir que pasaran a manos de la institución insular.

Desde ese momento, y hasta que El Tanque fue declarado finalmente Bien de Interés Cultural (BIC) por parte del Gobierno de Canarias en mayo de 2014, el peligro de que desapareciera fue constante. Fueron, en total, casi 20 años de incertidumbre durante los cuales se creó una plataforma a favor de su mantenimiento con apoyos como el Premio Nobel José Saramago.

En el caso del teatro-circo-cine Cuyás, también transcurrieron varias décadas —y actividades— hasta que la sala se convirtiese en el referente cultural que conocemos actualmente. En 1933 se inauguró el nuevo Cine Cuyás, que se mantuvo hasta su cierre en 1987, acosado por la irrupción del vídeo doméstico y la aparición de los multicines.

Durante esos 50 años fue una sala de referencia en la ciudad, que apenas sufrió una reforma en 1965, notable por la inclusión de un mural de Felo Monzón, que luego sucumbiría a distintos empapelados, antes de ser redescubierto en 1993.

El Cabildo grancanario adquirió el inmueble en 1989 y emprendería su rehabilitación convocando un concurso de proyectos que ganó Luis Correa Suárez con Q-Jazz, quien respetaba la idea del arquitecto racionalista Miguel Martín-Fernández de la Torre, encargado en los años 30 del siglo XX de reformar el edificio primigenio.

Finalmente el Cuyás reabría sus puertas en 1999 ya como teatro, con la obra Queridos poetas de Francisco Rabal, y así ha venido funcionando hasta hoy. «Recuerdo cuando visité las obras del que sería el escenario del nuevo teatro Cuyás con una ilusión tremenda por lo que iba a suponer el espacio para el desarrollo cultural de nuestra Comunidad», rememora el director teatral lanzaroteño, afincado en Madrid, Quino Falero. «He podido renovar esa ilusión en cada proyecto que he creado en el Cuyás porque desde el equipo del teatro me han hecho sentir siempre como en casa. Y siempre me sentido muy orgulloso cuando los compañeros de oficio me hablan en la Península de la excelencia del trabajo en sus instalaciones», añade con motivo del aniversario de la sala canariona.

Saltando de Isla, los elogios hacia el papel que El Tanque ha desempeñado en la vida cultural de Santa Cruz de Tenerife llevan a afirmar a Víctor Pablo Pérez, director honorario de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, que se trata de «un espacio único e imprescindible para el arte de vanguardia en una ciudad que ama y respeta su memoria histórica y su pasado industrial convertido hoy en cultura de futuro».

El Tanque afronta su futuro con una imagen renovada. En los últimos meses y tras el parón de la pandemia, el Gobierno de Canarias ha aprovechado para adecuar el exterior del inmueble y completar el proyecto que Menis ideó para esta instalación cultural: un jardín de plataneras ha cubierto de verde el solar que lo rodea. El proyecto cultural, una vez que parece haber sido por fin indultado y salvado de la desaparición, se plantea ilusionante. «Este año, a raíz de la obra que hemos hecho fuera, la idea es relanzar el espacio con una programación propia y varios ciclos», adelanta el viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Juan Márquez. «Por un lado, estamos preparando una programación continuada para el público familiar, pensando en los más pequeños y en el espacio exterior. Por el otro, estamos preparando un ciclo de música alternativa, con especial atención a las nuevas músicas que surgen en Canarias, y un proyecto de artes plásticas y visuales dentro de El Tanque».

«Siempre escuche a mi padre hablar del Teatro Cuyas», recuerda el director teatral y empresario Israel Reyes. «He tenido la suerte de vivir en primera persona su inauguración como Teatro en 1999 en la que Tony Molowny y yo recogíamos sillones de Ikea para amueblar los camerinos aún vacíos», añade.

El también guionista menciona que «ser parte de su programación con los montajes mas ambiciosos acometidos desde Clapso, Perdona Bonita pero Lucas me quería a mí o La Ratonera, nos permitió soñar y proyectarnos». El actor José Luis de Madariaga, que formó parte del elenco de La Ratonera, estrenada en el Cuyás, confiesa que su papel como el comandante Metcalf es, junto a su participación en Alceste y Siete hombres buenos, todas en el teatro grancanario, de sus mejores experiencias profesionales. «Por eso para mí el Cuyás significa tanto», reconoce. Además, destaca «la interesante programación y la apuesta por las compañías canarias».

Sobre El Tanque asegura Pura Marquez, artista, codirectora del Keroxen y vicepresidenta de la Asociación de Amigos del Tanque, que «participar en el equipo que vela y trabaja para su conservación y compartir y disfrutar en su interior de 200 conciertos ha sido una de las mejores experiencias de mi vida». En ese sentido coincide con la sensación que la actriz Yanely Hernández siente por el Cuyas: «Como actriz, la fascinación que siento al subirme a las tablas se multiplica cuando se ha tratado de ese escenario. Es un privilegio ponerme en la piel de diferentes personajes en uno de los teatros referentes del país. Recuerdo con cariño los días en los que he podido decir: Esta noche actúo en el Cuyás».

La artista plástica Miriam Durango, expresidenta del Circulo de Bellas Artes de Tenerife, admite que no se imagina su vida «sin El Tanque», un espacio «único y singular» que ha marcado «la vida cultural santacrucera como receptor idóneo del arte de vanguardia». Por último, Martín Rivero, Premio Canarias de Periodismo, destaca que «para ganar a todos los intereses que querían demoler El Tanque se dieron dos circunstancias muy importantes: la tozudez y persistencia de Dulce y que en un origen se contó con el respaldo de una rara avis de la política como fue Adán Martín».

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