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Sangath, la gente del tiempo perdido

Dasha Rush y Alex Guevara, en uno de los conciertos del festival Keroxen en El Tanque durante 2021.

Presagio de un tiempo en el que el hombre, exultante de la técnica del homicidio, montará en tanta cólera contra el mundo, que todas las cosas preciosas estarán en peligro, cada libro, cada pintura, todos los tesoros acumulados durante milenios... Lost Horizon. James Hilton.

Los continentes perdidos, las grandes exploraciones, los mundos subterráneos ya habían sido frecuentados por artistas y visionarios... En este contexto no parecía descabellada la posibilidad de encontrar alguna ciudadela sagrada, o un valle perdido; y tampoco era disparatado soñar con una isla donde reinasen algunas especies sin clasificar... gigantes, serpientes voladoras, peces parlantes, sirenas. Una Atlántida con señas de identidad propias que ya perdura en el tiempo como magnífica versión, el Festival Keroxen (**). Por supuesto, ese componente utópico ha de ser experimentado dentro de su contexto y desde su contenedor.  

Para desarrollar su plan necesitaban un no-lugar en un lugar. Sin embargo, esta paradoja de los no-lugares construidos en lugares es la que supone la materialización «imposible» de la arquitectura utópica, además extrapolable al campo del arte en su más compleja inverosimilitud. Y es que los desafíos entre la arquitectura y el arte dan lugar a lo más inesperado: un pulso a la contundencia y significado del espacio atrapado en medio de una estructura, el hueco, el vacío que acoge; ese es el centro protagonista de un lugar que se amolda a lo abstracto y a lo concreto partiendo de cero. En este proyecto arquitectónico de adaptación de un recinto industrial ( Fernando Menis, arquitecto) se vincula la diferencia con el producto, un toque distintivo que le da el carácter, y que interpreta la esencia del espacio vacío a través de la percepción lumínica- penumbra o la calidad acústica y cuando te sitúas en ellas, ya estás fuera de lo literalmente estético, en lo intangible. Nunca pensé tener tan cerca y a mano uno de esos proyectos utópicos que se pierden en los libros dados los inconvenientes que genera en la ciudad tradicional y los intereses que se gestionan.

Para Platón, en su ciudad ideal lo principal era la relación entre el ser humano y el espacio urbano. Su propuesta arquitectónica es más filosófica, sí, pero me sitúo ante él porque al hablar del trazado de la ciudad estaba tratando de obtener la solución final, generar un habitat que ayude a crear una sociedad mejor.

Valores universales, sin embargo, específicos para este lugar en el que el festival Keroxen buscaba albergar lo inusual de las músicas. Un trabajo sustentado por muchas capas, algunas de ellas invisibles. Una Shangri-La oculta y atractiva que encuentras cuando asciendes por la laberíntica rampa de acceso del magnífico Tanque de keroseno rehabilitado y que te abre la ruta hacia el multiverso Keroxen. Entonces sientes la llamada de la poderosa banda sonora con efectos especiales que te espera. Una coalición de artes y diseño, sonidos que aniquilan el silencio o lidian con él acompañándose por la intermitencia de las percusiones, el soniquete metálico de campanillas o mantras en retahílas.

Mi última visita en esta edición fue como ir mar adentro, cualquier corazón de piedra podría fundirse en los acordes que empezaron con calma, cuidándose de no complicarlo demasiado para no perder el ritmo y fue al lanzarse a algo más complejo cuando el mismísimo Lama surgió de las sombras, junto a la barra. Entonces fuimos sorprendidos por una luz blanca cegadora y aunque en la oscuridad hubiese muchas personas yo sólo temía el sonido de los bombarderos...

Aquello ya había pasado con anterioridad. Una vez al año se convierte en centro de nuestro mundo, desde donde gritar por los árboles caídos, en el que pedir respeto por la naturaleza a través de justas, brillantes y osadas exploraciones programadas en el impresionante escenario- pantalla convertido en nave espacial por arte del reciclaje de garrafas de combustible, santo y seña de la tripulación de esta plataforma sonora. Hierro y hormigón se llenan del frenesí de los creadores, cataratas sónicas incontenibles arrasando y acorralándote contra el basamento tosco y desequilibrante.

Las garrafas empleadas en la pantalla, probablemente son el numero de las tiradas a la basura en un breve tiempo, aquí, células interconectadas de una estructura que intenta abrazarnos .Demostración real y metáfora de nexo comunicador, la plasmación arquitectónica de la estética relacional.

Sangath, en sánscrito, significa avanzar a través de la participación, este concepto me hace pensar en las relaciones construidas por este grupo de fans unidos en una curiosa comunidad que permanece tras trece años de encuentros, o de cómo un colectivo genera un movimiento-transmisión-equilibrio para habitar en explosión, proponiendo universos musicales exquisitos y que plantean perspectivas casi inéditas o de difícil difusión. Pero las utopías requieren concreción , contar con dosis de posibilidad para ser verdaderamente influyentes y dar pasos practicables donde no existe mapa alguno.

Ciudades flexibles móviles, subterráneas o flotantes, eco-tecnológicas, verticales e inteligentes, los escenarios inmateriales siempre han estado presentes intentando influir en territorios reales. Se han postulado numerosos proyectos ideales, a menudo aniquilados por la plaga del tiempo, pero en esta especie de tecno-utopismo Keroxen, una tiene la sensación de envejecer muy lentamente. Casi inmortales retomamos cierta perspectiva de algunas ideas que pretendían cambiar la sociedad, ya sea a través de la acción directa o con la fuerza de la poesía, belleza del fracaso incluida, y con la ilusión de que los lenguajes sonoros puedan transformar la realidad.

Dice el filósofo Paul Ricoeur que una sociedad sin utopías está extraviada... Ante los rumores de guerra, no has soñado con un lugar donde no exista angustia sino un bienestar imperecedero? Unos lo llaman utopía, otros la eterna de la juventud, otros simplemente, esa pequeña granja o huerto para alcanzar un sueño que pisa los talones a las más asombrosas aventuras heroicas. Creen en esa gesta porque necesitan creer... Y con la esperanza de que Keroxen permanezca en su Shangri-La , yo me declaro devota.

(*) Gopi Sadarangani es comisaria independiente y crítica de arte. 

(**) Keroxen es un proyecto multidisciplinar que se desarrolla en el Tanque desde 2009 hasta la actualidad. Por él han pasado mas de 500 artistas locales, nacionales e internacionales. Música, artes visuales y performances.

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