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Susurros que triunfan en internet

Millones de personas consumen vídeos ideados para trasladar una sensación cosquilleante y placentera, llamada ASMR (siglas en inglés de ‘respuesta sensorial meridiana autónoma’), a través de sonidos suaves | Un fenómeno que se ha convertido en un fabuloso negocio en internet

Susurros que triunfan en internet

Con nocturnidad y discreción, cuatro letras, ASMR, se cuelan cada madrugada en millones y millones de dispositivos, de pantallas. Una simple consulta en el buscador de tendencias de Google demuestra cómo noche tras noche ese misterioso acrónimo dispara su interés. Y es muuuy alto. ¿Qué esconde? Se trata de las siglas en inglés de respuesta sensorial meridiana autónoma, una etiqueta que se acuñó en 2010 para definir una «sensación cosquilleante provocada por la voz de alguien, un determinado sonido, una frecuencia... Hay muchos disparadores que pueden hacerte llegar ahí», explica Ana Muñoz, una sevillana que es la número uno en España haciendo vídeos ASMR, un género en sí mismo de contenido audiovisual que ha hecho fortuna principalmente en YouTube. Ella tiene más de un millón y medio de suscriptores en su canal (Love ASMR) en la plataforma, lo que «da para vivir, es un sueldo». Eso es: un par de vídeos a la semana a los que le dedica a cada uno entre cinco y siete horas. Son grabaciones donde una persona (el género está dominado ampliamente por mujeres) susurra, dice cosas agradables, y hace pequeños gestos y sonidos repetitivos con algún instrumento como pinceles, esponjas, tijeras... El arsenal es infinito. O incluso con la boca: comiendo unos espaguetis o unas patatas fritas. Para que la experiencia sea completa, recomiendan utilizar siempre auriculares.

El objetivo es relajar al espectador —de ahí el interés nocturno, como técnica para dormir— y que llegue al ASMR. «La mayoría no lo sienten, pero se relajan. Yo lo siento y lo comparo a cuando te hacen cosquillas en la cabeza con el masajeador de barillas y tienes como un escalofrío», define Muñoz. Por ahora, no hay estudios científicos lo suficientemente «robustos» sobre el ASMR como para sacar conclusiones, cuenta el neurólogo Álvaro Sánchez-Ferro, coordinador del Comité de Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que bromea al coger el teléfono: «No me han hecho nunca tantas entrevistas como para hablar del ASMR». «No niego que este tipo de fenómeno pueda suceder. Científicamente no se sabe cómo ocurre, ni quién lo puede experimentar y quién no, también se desconoce si hay un efecto de sugestión o de placebo», expone. El neurólogo cita un ejemplo que sí es conocido científicamente: «Cuando escuchas una música que te gusta, puede llegar a producirte algún tipo de sensación física, como que se te pongan los pelos de punta». Sánchez-Ferro ahonda en la posibilidad del efecto placebo, «muy potente» desde un punto de vista científico: «De eso sí que hay muchos estudios: en pruebas de fármacos con, por ejemplo, pacientes de migraña, el placebo puede provocar una mejoría de hasta el 30%. No es que sea algo como psicológico, sino que realmente hay cambios físicos en el cerebro».

Ana Muñoz explica que el ASMR es uno de los contenidos de Youtube que abarca un público más dispar: desde mujeres embarazadas que se lo ponen a sus bebés hasta personas mayores con dominio de los dispositivos electrónicos. Y la mayoría de los usuarios que la siguen, añade, utilizan sus vídeos para dormir. De hecho, así descubrió ella el ASMR durante una noche en la que los nervios por un concierto —es violinista— no la dejaban dormir.

En la búsqueda por conciliar el sueño, sin embargo, se produce una paradoja: mucha gente utiliza los mismos dispositivos (móviles, sobre todo) que les sobreestimulan. En ese sentido, Nuria Grau, coordinadora de la Unidad del Sueño del Hospital del Mar, considera que el ASMR sería un instrumento válido —lo compara con las técnicas de relajación, meditación...— para combatir el insomnio. La doctora comenta que encajaría en la terapia cognitiva conductual, el segundo paso que marca su pauta para combatirlo tras identificar y tratar la causa de los problemas. Eso sí: «En el caso de no mirar la pantalla». La especialista del sueño incide en que «es importantísimo evitar las pantallas, el abecé del insomnio, tendría que utilizarse solo con auriculares», ya que «dos horas antes de ir a dormir uno debe desconectar de las tensiones». Estar pendiente de lo que hace el youtuber de turno y las ondas de la propia pantalla inhiben la melatonina, una hormona clave en el sueño.

De internet a la publicidad

El ASMR empezó a popularizarse a mediados de la década pasada. Hay infinidad de canales, y muchos con millones de seguidores. Su crecimiento fue tal que traspasó a otros campos como la publicidad —hace cuatro años Ikea lanzó una exitosa campaña imitando la técnica ASMR— o el humor. Por ejemplo, Manel Vidal, guionista radiofónico y miembro de La Sotana, encontró en el formato un filón que desarrolló en su programa de radio de humor con el fútbol como pretexto. «Me he abonado al formato pervirtiéndolo un poco. Es una cosa relajante, de decirte cosas agradables, pero si a esto le añades una capa de ironía, estás diciendo exactamente lo contrario de lo que es», comenta. A día de hoy le sigue funcionando la fórmula, y el pasado junio la utilizó en un anuncio.

Por su parte, Ana Muñoz cuenta que su audiencia no ha parado de crecer desde hace tres años, cuanto notó el boom. Y, sorpresa, la pandemia ha catapultado el consumo de ASMR de nuevo. El estrés, la ansiedad y los cambios de hábitos derivados de la crisis sanitaria incrementaron los problemas de sueño entre la población. «Creo que una cosa funciona cuando cumple con muchas funciones diferentes y cada uno lo utiliza para lo que le conviene. Si solo sirviera para gente que sienten ASMR, nos vería muy poca gente», comenta Muñoz.

Para Silvia Martínez, directora del Máster de Social Media: Gestión i Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la clave de la popularidad del género se debe a que «su carta de presentación —activar una reacción, vinculada con una sensación placentera— facilita ser un punto de entrada y búsqueda de contenido por parte de los usuarios». Además, Martínez enumera otras claves: «Compartir y comentar la experiencia también ayuda a llevar el debate a otros círculos; la propia curiosidad para probar si me genera la misma sensación; y si la reacción es la misma se puede convertir en un elemento común y contribuir así a sentirse parte de un grupo y crear fidelización».

El perfil del consumidor

El ASMR se está expandiendo ahora por Twitch (en directo) y otras plataformas como TikTok (donde, por la brevedad de sus cápsulas, tiene poco sentido su consumo), pero en sus inicios encontró acomodo en YouTube —el sitio ideal, según los creadores—. Liliana Arroyo, doctora en Sociología y especialista en innovación digital, expone que la plataforma premia este tipo de contenido por su «altísima retención del público, la gente mira el vídeo hasta el final».

«Hay una parte de mercadotecnia que es importante, que es lo que YouTube incentiva», añade. Arroyo señala un hecho indisociable cuando se habla de internet: la brecha digital. «No hablamos solo de si tienes acceso a un dispositivo y a internet, sino si sabes lo que quieres buscar, cómo te afecta eso que buscas, etcétera», expone la socióloga.

Es difícil —o directamente imposible— establecer un perfil sociológico sobre el ASMR. Sin embargo, Arroyo introduce un aspecto relevante vinculado al uso que se le da: «Una persona de clase alta o media que tenga una situación de estrés, ansiedad o de burn out en el trabajo puede utilizar el ASMR como un recurso más vinculado a otros que pueda conseguir, como el acompañamiento profesional, psicológico o lo que sea. Pero a lo mejor es la única manera de combatir el insomnio para una persona sin recursos».

Y añade: «El perfil no lo encontramos tanto en quién se pone a consumir eso, sino en las repercusiones distintas que tiene. El momento en el que el ASMR es tu psicólogo, tenemos un problema».

Escuchar lamidos en tu propia oreja

FrivolousFox

Una de las ramas más polémicas del ASMR es la que se dedica a lamer las orejas del espectador. Por raro que parezca, existen unos micrófonos que imitan su forma y que consiguen generar una sensación cercana cuando una persona se pone a lamer, tal cual, esos dispositivos orejudos. En Twitch este tipo de subgénero del ASMR se volvió popularísimo pero la plataforma censuró a varias streamers por entender que se trataba de contenido sexual.

En YouTube se pueden encontrar muchísimos canales que utlizan esta técnica. Vídeos con millones de visualizaciones. En el canal de FrivolousFox ASMR (1,72 millones de seguidores) se puede comprobar el éxito que tiene el ear licking o el ear eating. Son los vídeos con más reproducciones con diferencia de esta youtuber.

El sonido de las barberías del mundo

Asmr Barber

ASMR Barber podría ser un peculiar programa de televisión llamado Masajistas por el mundo. Un tipo que viaja por rincones del planeta (Italia, Vietnam, India...) se presta a ser manoseado con técnicas de todo tipo, así como a que le afeiten o le corten el pelo en barberías. La realización de los vídeos no es, como acostumbra en el ASMR, minuciosa.

«Se pueden usar como ASMR por los movimientos suaves y los sonidos de fondo», defiende en la descripción del canal, con más de 800.000 suscriptores. Uno se puede relajar con el sonido de las tijeras, de las cuchillas pasando por su mejilla, de las manos del masajista frotando su espalda o con el crujir de los músculos del protagonista. A veces, crujen partes del cuerpo inverosímiles. Que este señor tenga todo en su lugar es un pequeño milagro.

El ‘placer’ de comer con la boca abierta

Zach Chol

Por raro que parezca, el sonido que hace una persona comiendo tiene su público. Este es el enorme filón de Zach Choi , un coreano de 35 años residente en Los Ángeles que roza ni más ni menos que los 13 millones de suscriptores en YouTube. Una estrella del ASMR y de la plataforma: sus vídeos superan de largo el millón de visualizaciones.

Hace lo que se conoce como mukbang, un subgénero que trata de ingerir enormes cantidades de comida. Comen desde espaguetis hasta muslos de pollo rebozados (crec-crec), hamburguesas o sushi. Vendría a ser lo contrario a la clásica regañina: «¡No se come con la boca abierta!». Eso sí, Zach Choi no habla en lo que duran los vídeos. Los hace especialmente cortos para lo que suele ser lo habitual en ASMR (entre diez y 20 minutos).

La gran voz (o susurro) de España

Love ASMR

La sevillana Ana Muñoz (32 años), violinista de profesión, es la gran voz del ASMR en España. Una noche en la que era incapaz de dormir descubrió una cuenta en inglés y pensó en empezar a hacer sus propios vídeos. Fue hace seis años, cuando apenas había contenido de este género en español. Desde entonces ha ido progresando en su realización, al igual que en audiencia: ya suma más de 1,5 millones de suscriptores en YouTube.

Muñoz hace, sobre todo, lo que podría llamarse como el ASMR clásico: voz suave, casi imperceptible, y sonidos muy flojitos con instrumentos variados. La sevillana ha hecho también especiales con temáticas como Halloween (vestida de, por ejemplo, novia cadáver) o disfrazada de personajes de ficciones como La Casa de Papel o Harry Potter.

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