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Territorio vintage

Jaque soviético a Netflix

Nona Gaprindashvili fue la precoz leyenda del ajedrez soviético que ha demandado a la plataforma por haberla retratado de forma «groseramente sexista y despreciativa»

Nona Gaprindashvili. HANS PETERS/DUTCH NATIONAL ARCHIVES

Una de las estampas que mejor reflejaban la vida cotidiana de la extinta Unión Soviética, hoy en desuso, era la de enormes hileras de mesas con ciudadanos de todas las edades enfrascados ante un tablero de ajedrez. Convertido por Lenin en el deporte nacional nada más triunfar la revolución de 1917 para demostrar la superioridad intelectual del sistema socialista, los ajedrecistas soviéticos dominaron todas las competiciones internacionales durante décadas, en particular durante los años álgidos de la Guerra Fría, hasta que el interés empezó a decaer con la perestroika y el fin del enfrentamiento entre bloques.

Si en la URSS el ajedrez era una obsesión, en Georgia era algo parecido a una religión. De la pequeña república soviética del Cáucaso sur, con apenas cuatro millones de habitantes, salieron campeones mundiales como Tiger Petrosián, pero sobre todo mujeres ajedrecistas que han ido pasándose de generación en generación el testigo de sus habilidades, logrando que, en la última clasificación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), tres georgianas se hallen entre las 20 mejores jugadoras del mundo.

Precoz

La pionera de todas ellas fue Nona Gaprindashvili, nacida en 1941 en Zugdidi, no lejos de la costa del mar Negro, y primera mujer que consiguió el título vitalicio de Gran Maestro concedido por la FIDE. Esta mujer de apariencia enérgica, con 80 años a sus espaldas, se ha convertido en noticia al demandar a Netflix por difamación a raíz de una frase pronunciada en un episodio de la serie Gambito de dama que, según su equipo de abogados, es «manifiestamente falsa, groseramente sexista y despreciativa», y exigir una compensación de cinco millones de dólares.

Gaprindashvili comenzó a jugar de forma profesional a los 13 años. Integró el equipo soviético en las Olimpiadas femeninas desde 1960 hasta 1990 e incluso participó en 1992 en la misma competición representando a Georgia, su nuevo país tras la disolución de la URSS. Ganadora de 25 medallas, nueve de ellas a título individual, su estilo ha sido calificado como «agresivo», «multidimensional» y «colorista». En una partida legendaria que se menciona en la demanda y que fue considerada en su día como el mejor encuentro del año por la Federación Soviética de Ajedrez, Nona y su oponente —masculino— solo aceptaron declarar tablas «cuando ya no había casi piezas sobre el tablero». Considerada una heroína en sus años de máxima actividad ajedrecista, auténticas multitudes acudían a recibirla cuando regresaba a su Georgia natal tras una gira.

La controversia televisiva parte de una frase del episodio final de 'Gambito de dama que los abogados de Gaprindashvili tachan de falsa y sexista

El quid de la controversia televisiva radica en que en un momento del episodio final de Gambito de dama, un comentarista de radio dice de Beth Harmon, la protagonista de ficción, durante el Torneo Internacional de Ajedrez de Moscú: «Lo único inusual sobre ella es su sexo, pero incluso en eso no es única. En Rusia, está Nona Gaprindashvili, campeona femenina del mundo, quien nunca se ha enfrentado a hombres».

Error de documentación

Sea cual sea el resultado final de esta agria disputa que tendrá lugar en un juzgado de California, lo que sí parece claro es que los guionistas de Netflix no se esforzaron demasiado en documentarse a la hora de escribir los diálogos. La georgiana octogenaria, superando los abrumadores estereotipos de la época, comenzó a enfrentarse (y a derrotar) a jugadores de sexo masculino ya en 1962, con 20 años. En la biografía en inglés publicada por la Federación Rusa de Ajedrez, se asegura que Gaprindashvili «no solo fue la primera, después de Vera Menchik (ajedrecista británico-rusa de principios del siglo XX), en participar en competiciones masculinas», sino también en jugar lo que se denomina en el perfil como «ajedrez de hombres». Además, la mención en la serie a «Rusia» —un país que por aquel entonces ni existía y con el que Georgia mantiene importantes disputas políticas— hace pensar que los autores del serial tampoco pusieron excesiva atención al contexto histórico.

En el fondo de toda esta polémica, radica una cuestión que ha generado ríos de tinta en el ajedrez y hasta exabruptos de campeones como Bobby Fischer contra sus colegas femeninas: ¿juegan peor al ajedrez las mujeres que los hombres? Es cierto que en esta disciplina las mujeres han logrado tradicionalmente menos logros, pero esto recuerda mucho «a la brecha de género que persiste en los salarios», escribe Maria Cubel, profesora de la Universidad de Bath. Ya sea por educación o por otras circunstancias, continúa Cubel, muchas menos mujeres que hombres se dedican y perseveran en este deporte.

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