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«El pollo en salsa de mi madre me sigue pareciendo un auténtico manjar»

JOSE CARLOS GUERRA

Una voz privilegiada que tiene acento canario y ha deleitado al público de varios continentes con técnica, sensibilidad y repertorio. Varios premios internacionales adornan las vitrinas de su casa actual en Madrid. Entrevistamos a Olga Cerpa en un formato intimista para que su interesante camino vital tenga una vez más la admiración y el cariño que se merece.

¿Dónde nació?

Nací en Las Palmas de Gran Canaria, en uno de los barrios históricos, San Juan, en el seno de una familia procedente del campo, una familia campesina y con los valores que da el campo. De Moya, en concreto, es mi familia.

¿Cuántos hermanos tiene?

Dos. Una hermana y un hermano, yo soy la del medio. Me llevo dos años con mi hermana, que es la mayor, y 20 meses con mi hermano.

¿A qué se dedicaban tus padres?

Mi madre es ama de casa, que era lo normal de la época, y mi padre, en sus años laborales, fue cobrador, y después mecánico de Guaguas Municipales. Ahora los dos son felices jubilados después de tantos años de trabajo y de criar a sus tres hijos.

¿Dónde estudió? ¿Qué llevaba al colegio para comer en el recreo?

Fui al colegio del Árbol Bonito, así lo hemos llamado toda la vida pero es el colegio Salesianas San Juan Bosco, que estaba en mi barrio. Desayunábamos en casa: café con leche y gofio. Después llevábamos algo para la media mañana. Casi siempre, pan con un trozo de chocolate, o uno de los famosos queques pequeñitos: era un dulce comercial, de Teror.

¿Cuáles son sus sabores de la infancia?

Pues todos los que tenían que ver con la cocina de mi madre, que en su mayor parte eran guisos de cuchara, y fruta de temporada. Potajes, legumbres, caldo de pescado o carne en salsa los domingos.

¿Algún plato que no pueda olvidar de su abuela o su madre? ¿Heredó alguna receta?

Mi madre hace espectacular el pollo en salsa. Lo sofríe primero y después lo termina de guisar con la salsa. Eso, con unas papitas sancochadas, me sigue pareciendo un manjar.

¿Le gusta cocinar?

No soy especialmente aficionada a cocinar. Sobre todo, a la cocina diaria. Pero como me gusta que la familia coma bien y sano, pues me pongo a ello. Y sí, básicamente hago en casa las recetas de lo que aprendí de niña en mi casa: ropa vieja, rehogado de lentejas, los potajitos, esas cosas.

¿Guarda algún libro de recetas de su familia?

No, pero he ido componiendo uno con las recetas que cocino y que le voy preguntando a mi madre desde hace 23 años. Justo cuando me mude a Madrid a vivir y donde he formado mi familia.

¿Cómo se define en su trabajo?, ¿y comiendo? ¿Tiene manías?

Pues ahora tengo menos. Fui una niña h-o-r-r-i-b-l-e para comer. No me gustaba nada. Tenía mil doscientas manías. No comía tomates, ni pasta, ni huevos. Le quitaba hasta lo blanco a la mortadela italiana, jajajaja. Pero mi trabajo me obligó a viajar muchísimo, y ahí tuve que aprender a comer de casi todo. Era cuestión de supervivencia. Aún así, soy incapaz de comerme un huevo frito, por ejemplo. O las cosas de textura gelatinosa, en general. No puedo con eso.

¿Su plato preferido?

Papas sancochadas, ensalada y una lata de atún, un plato sencillo pero simplemente perfecto.

¿Dígame cinco productos que no pueden faltar en su día a día?

Fruta, pan, queso, leche y, cuando puedo, porque tengo una intolerancia alimentaria que no me permite abusar de él, un buen café.

¿Que producto no le puede faltar y cuál es su capricho gastronómico imprescindible?

Me pierdo por el pan. No sé comer sin él. Por lo tanto, mi capricho suele ser un bocadillo de pan crujiente con, por ejemplo, chorizo de Teror. Mmmmm!

¿Cuándo supo que quería cantar? ¿A qué edad se subió por primera vez a un escenario?

Lo supe siempre, me eduque desde niña con el cancionero tradicional canario a través de mi ambiente familiar, en el colegio, a través de una de mis profesoras. Allí empecé mis primeros estudios musicales. Allí también forme mi primer grupo, llamado Tabona, junto a compañeras de clase. Hay gente que descubre su vocación en la adolescencia, o en la madurez. Pero yo supe siempre quién era, qué era. Para bien o para mal. Como bendición o como condena, sabía que este era mi destino, el de ser cantora.

¿Dónde estudió su carrera?

En Las Palmas, pero no acabé la carrera de música. Lo compaginé con otros estudios (grado superior de Administración y gestión de empresa) que me permitieran ganarme la vida si lo de la música no hubiera sido posible y, además, para poder llevar una gestión adecuada en mi vida como artista.

Le gusta ser anfitriona en casa. ¿Qué ofrece en esas ocasiones?

Sí que me gusta juntar a mis amigos en torno a mi mesa. Me parece una forma maravillosa de pasar un rato, alrededor de una buena comida y un buen vino. Además, permite un nivel de conversación que casi nunca se da en un restaurante. Mi plato estrella (por ser el más demandado por mis amigos) es la ropa vieja, que me queda de rechupete. Cuando me pongo más sofisticada puedo hacer un bogavante en vinagreta que tampoco está nada mal.

¿De qué país le ha impresionado más su gastronomía?

Perú, sin duda. Descubrir la mistura que ha hecho la cocina de ese país entre lo criollo y lo oriental me ha fascinado. Me parece de una sutileza y una diversidad maravillosas.

¿Con qué sabor se queda de cada casa?

Más que con sabores, a mí se me quedan en la memoria de cada casa los olores de sus cocinas. Creo que podría adivinar en qué casa estoy con los ojos cerrados por el olor de su cocina.

¿Algún restaurante que la haya marcado?

Muchos, pero si tengo que ser sincera, a mí que la carne no es lo que más me apasiona, hace muchos muchos años que descubrí en Las Palmas El novillo precoz, el famoso restaurante de origen uruguayo. Y ahí descubrí el placer de comer carne. Claro que tienen de su parte que no pretenden enseñarme cómo debo comerla, cosa que me irrita mucho, sino que se adaptan a mis gustos. Así que cuando quiero carne, ahí que voy.

¿Le gusta más comer en casa o fuera?

En general mi trabajo me obliga a viajar muchísimo, luego a comer mucho fuera. Así que cuando estoy en casa me gusta más la comida casera, lo más sencilla posible.

¿Cuál es el trabajo que mejor la identifica? ¿Qué canción?

Mi trabajo, mi vocación y mi pasión es la música. Cualquiera de los proyectos que hemos hecho, sobre todo en los últimos 15 años, me identifica. Pero siempre es el último el que más se acerca a lo que ahora soy. Así que nuestro último disco, Palosanto, es el que mejor identifica a la Olga que soy ahora, en este momento de mi vida, de mi experiencia y de mi madurez.

¿Elija un sabor de cada isla?

Es muy difícil, porque yo no identifico sabores por islas, sino que en mi imaginario está todo un conglomerado de olores y sabores que me remiten a Canarias. Cuando se vive tantos años fuera, las Islas son un todo, un espacio único, un sentimiento de pertenencia. Y me da igual si son ocho o diez mil. Para mí es un territorio único. Y así pienso también en su comida: Un caldo de pescado majorero, con un queso tierno herreño, con unas papas negras de Tenerife y de postre unos mangos de Gran Canaria, por ejemplo, me parecería un manjar perfecto.

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