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Medio siglo del espacio más longevo de la televisión

‘Tenderete’: 50 años y un conflicto con el franquismo

El franquismo lo suspende en 1973 temiendo que aquella exaltación de la canariedad alimentara el movimiento independentista

Nanino, Jorge Cafrune —centro— y Valentina Hernández la de Sabinosa, en el plató de ‘Tenderete’, de TVE-C, durante una emisión en los años 70 del siglo XX.

Se cumplen esta semana 50 años de una coincidencia histórica en Canarias que supo aunar talento musical y olfato televisivo en un momento de revolución y modernización en los formatos de la pequeña pantalla, cuando sólo existía un canal de televisión. De aquella casualidad surgiría en 1971 el mítico programa musical Tenderete, aún en emisión, que el próximo 7 de septiembre celebra medio siglo de vida como el espacio más longevo de la tele en España pese a que, en 1973, fue suspendido debido al temor que para las autoridades franquistas suponía, según la arcaica visión del Régimen, aquella exaltación de la canariedad, con isas y folías como banda sonora, justo cuando más activo estaba en el Archipiélago el movimiento independentista del Mpaiac, liderado por Antonio Cubillo. Jamás las cuerdas del timple fueron tan peligrosas como en esos años.

El aniversario que ahora celebra Televisión Española en Canarias se remonta a los 51 programas de la época cuyos protagonistas denominan «el Tenderete en blanco y negro»: 41 espacios emitidos entre el 7 de septiembre de 1971 y junio de 1972, y diez más televisados hasta su suspensión, en 1973, «y que sentaron las bases de todo lo que vendría después», explica el grancanario Eduardo Moreno Chachón, músico de vasta formación folclórica y memoria privilegiada que fue testigo del nacimiento de este formato de la cadena pública que, pasado mañana, retransmite a las 21.00 horas en La 2 de TVE-C, en desconexión regional y para el resto del mundo en RTVE Play Canarias, un especial presentado por Raúl Arencibia y dirigido por Cipriano Almeida y que también se podrá ver en el Canal Internacional de Televisión Española el sábado 11 de septiembre.

Volviendo a los orígenes de este espacio que celebra sus bodas de oro la víspera del Pino, el 7 de septiembre, es imprescindible mencionar a dos personas sin las cuales Tenderete no existiría: el periodista y presentador Fernando Díaz Cutillas Nanino, y César Alonso, director del Centro de Producción de TVE en Canarias quien, recién llegado a su cargo en Gran Canaria y tras compartir varias noches de parranda con Cutillas y un grupo de músicos en el bar El Pollo Dorado, en la calle Gravina de la capital grancanaria, se reúne con él y le plantea si sería capaz de llevar a la pantalla lo que hasta ese momento hacían en petit comité.

Desde finales de los sesenta un grupo que luego se llamó Los Viejos Tendereteros se reunía para tocar y cantar, y eran muy especiales las reuniones que se hacían en aquel local de la calle Gravina. César Alonso, que acababa de hacerse cargo de su puesto en un momento importante, porque se establecía en Canarias un centro en el que se podía producir algo más que los Telediarios y las retransmisiones deportivas, lo tuvo claro y junto al realizador Mariano Martín y Nanino ponen en marcha Tenderete, que se emite en directo por vez primera un martes.

El libro de Emilio González Déniz El mito de la transparencia (Perfil de Nanino Díaz Cutillas) y la memoria de Eduardo Moreno sirven para contextualizar aquella histórica época.

«César Alonso ya había pensado hasta en el nombre» cuando le hace la propuesta a Nanino: De Jarana. «Nos imaginamos el esfuerzo que tendría que hacer Cutillas para no partirse de risa delante de aquel hombre de buena voluntad, o bien tirársele al cuello. Por lo que sabemos, Nanino se limitó a sonreír en plan británico (le faltó poco para decírselo en inglés) y le replicó al director: «A eso, por aquí, lo llamamos un tenderete». Y Tenderete se quedó. Nanino corrió a contárselo a Chachón al Gabinete Literario, y ese fue el punto de partida», cuenta González Déniz.

«El programa lo visualiza en su cabeza César Alonso, pero luego fue convertido por los tendereteros en un producto de su cosecha particular», rememora Eduardo Moreno Chachón. «Alonso los puso en manos de Mariano Martín, entonces realizador y jefe de programas del centro. Desde aquel momento, Mariano Martín pasó a engrosar las filas de la parranda como un viejo tenderetero más. [...] En aquella época —1971—, había que tener cuidado con lo que se ponía por la tele no sea que llegara a oídos de los adláteres del dictador y... Tú me entiendes...», dice.

«Para nosotros», narra este genial músico, «aquello no era más que un nuevo lugar donde nos íbamos a sentar a cantar lo de todos los días y a echarnos las copas de todos los días. Claro quedó con César Alonso que el bar de TVEC tenía que estar a nuestra disposición o rompíamos el parchís. Porque nosotros no íbamos allí a lucirnos ni mucho menos sino a pasar cantando el rato de cada día. Recuerdo, qué barbaridad, que entre las 3 de la tarde y las 10 y pico, hora en que terminaba el programa, más otra hora que se tardaba en ver cómo había quedado, pues nos lo ‘echaban’ a los parranderos después, cayeron 14 botellas de ron. Pilar, a la sazón arrendataria del bar de TVEC, estaba con los ojos como chernes ante tamaña gente bebedora».

El plató que se construyó para el evento constaba simplemente de una tarima en la que se instalaron sendas mesas y sillas de madera. «Había que estar sentados exactamente igual que lo estábamos en El Pollo Dorado. El decorado», prosigue, «eran cuatro paneles que reproducían fotos que había hecho en El Pollo Dorado el fotógrafo Félix Urquijo» y allí se sentaron «los siguientes elementos e instrumentos», como define Chachón aquel fresco elenco: Fernando Díaz Cutillas (Nanino); Fernando Doreste Báez (Nano) al timple; Paco Sánchez con el laúd; Paco Pérez Ortega (Paco el Suave) a la bandurria; las guitarras corrían a cargo de Antonio Coll Ojeda, Joaquín Naya (El Gaucho), Juan Carlos Senante Mscareño (Caco) y Manuel de los Reyes Navarro Moreno (Manolín Reyes); la voz era la de Mirenchu Urbieta; Toni Sicilia (Toni La Larga) prestaba su presencia; Juan Antonio Martín (Primo) al bombo legüero; Eduardo Moreno Hernández (Chachón) al timple; la voz de Eduardo Guerra (El Walitre) y al contrabajo Manolo González Guerrero (Manolo el Cabeza). «Éstos éramos los primeros y los que estábamos siempre fijos, tanto en las parrandas como en los primeros programas», recuerda.

El éxito fue inmediato: Tenderete arrasaba poniendo en valor la música tradicional canaria y, también, la sudamericana. Personajes como Valentina la de Sabinosa o Jorge Cafrune, entre muchos otros, hicieron historia porque el gran público le ponía por vez primera cara a muchos personajes que representaban su memoria sonora y la de todos y todas las canarias.

Cuando cada noche acababa el programa, cientos de personas se daban cita en las puertas de la Plazoleta Milton, sede de TVE-C en el barrio de Ciudad Jardín de Las Palmas de Gran Canaria, para ver en persona a los tendereteros y sus invitados.

«Salíamos casi con el poco maquillaje que nos ponían y de ahí nos íbamos a seguir tocando en algún bar, arrastrando a toda esa gente», dice Eduardo Moreno, que recuerda cómo dos policías secretas se infiltraban entre el grupo para vigilar a los protagonistas del programa y a sus entregados seguidores. El Régimen franquista comenzó a ver en Tenderete una amenaza porque lo que ellos consideraban como una exaltación de la canariedad coincidía con un estallido del independentismo de la mano del Mpaiac.

«Independentistas no había en el staff del programa pero sí que éramos casi todos gente de izquierdas», explica al respecto Eduardo Moreno antes de recordar que de repente, en 1973, cuando se habían emitido sólo diez de los programas de la segunda temporada, Eduardo Autrán, director entonces de TVE-C, comunica el cese inminente de Tenderete. «Sin duda, Tenderete era una exposición de canariedad que, por mor de la televisión, se estaba convirtiendo en una especie de plataforma de sentimientos nacionalistas. No como el nacionalismo de ahora, sino algo que podía desembocar incluso en el terreno del independentismo. Evidentemente, esto no podía permitirse y la manera de eliminar este foco de canariedad era parando el programa».

Chachón concluye recordando una copla de Secundino Delgado, personaje de ideas independentista, que se cantó varias veces en Tenderete:

Quién que en Las Afortunadas

por su fortuna naciera,

al verlas pobres, diezmadas,

de otro pueblo esclavizadas

su libertad no quisiera.

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