El libro tiene un tono educativo. ¿Aspira a ser una especie de gurú de la sexualidad?

No fui yo quien tuvo la idea. Durante el confinamiento me dediqué a hacer vídeos sobre temas de sexualidad, recibía preguntas de jóvenes y las respondía; e invité a participar a otros actores, como Nacho Vidal. La editorial los vio, le gustaron y me propusieron hacer un libro. Hace años que lo repito: estamos criando a las nuevas generaciones con la pornografía, y eso nos traerá problemas.

Dice usted que la pornografía no es educación sexual, pero está sustituyendo a la educación sexual.

Sí, en el libro lo escribí en mayúsculas porque es la verdad.

¿La culpa es de internet?

No es solo de internet, es por esa forma de pensar que dice que no es necesario explicar la sexualidad, que es mejor hacer como que no existe.

¿De verdad cree que no se habla de estos temas?

El problema es que el porno de hoy es muy extremo, complejo y basado en el alto rendimiento, por lo que si los jóvenes ven esas imágenes y nadie les explica de qué se trata, el riesgo es que no lo entiendan y les llegue una información deformada. Me escriben muchos chicos asustados, que dicen que no se les levanta, o no saben cómo follar. Es un mundo al revés al que yo conocí de joven, cuando uno salía con una chica y no veía la hora de hacerlo.

¿Qué piensa de plataformas como Porn Hub?

La parte positiva es que hoy, en cualquier parte del mundo, a pobres y ricos les llegan imágenes de mujeres y hombres haciendo sexo. Por otra parte, en los inicios de estas plataformas, nos robaron mucho material. Ahora son más cuidadosos.

¿Corre más dinero en la industria ahora o antes?

Nunca hubo tanto dinero en este sector como hoy. Creo que este grupo de jóvenes de 30 años, que salieron a la luz a principios de 2000 y entendieron cómo funciona internet, han ganado más dinero que los primeros productores de los 70 y 80, que en sus inicios incluso terminaron en la cárcel por lo que hacían. Hablamos de cuatro o cinco personas, que gobiernan estas plataformas. Nosotros somos sus empleados.

Hablemos de los actores. Dice que hoy todos hacen uso de fármacos y drogas. ¿Antes no?

Separemos las dos cosas: por una parte están los fármacos y, por otra, las drogas. Las drogas siempre han existido. Cuando empecé en los 80, corrían la cocaína y la heroína, pero también hoy hay mucha droga en todas partes. Es la parte que más me entristece. He visto muchas chicas que empiezan a trabajar y, a los pocos meses, las ves cambiadas. Esto existe desde que existe el porno, y no solo en el porno, en todo el mundo del espectáculo. Tema aparte son los fármacos.

¿En qué sentido?

Cuando Nacho Vidal empezó hace 25 años, él no tenía ninguna ayudita para mantener una erección. Hoy hay fármacos que te convierten en Súper Mario en dos minutos. Al final de los cursos en mis academias [Siffredi creó una especie de escuela del porno] se lo digo a mis alumnos: la pornografía de hoy funciona a golpe de pinchazos.

¿Usted ha usado ayuditas?

[Ríe] Me imaginaba que me haría esta pregunta. La verdad es que, a diferencia de cuando empecé como productor en 1993, que tenía que esperar a los actores, ahora eso no pasa, nunca hay fallos, ni retrasos. Por eso, desde el punto de vista de la productividad [de los rodajes de las películas], el uso de fármacos es algo positivo. Ahora, a nivel de rendimiento, me da asco. Cuando se inyectan los ves apagados, no trasmiten pasión.

¿La calidad es más baja?

Mucho más. La mayoría de ellos se mueven sin ritmo, son fríos y aburridos, no se logra la conexión. El día que yo necesite una inyección, dejaré de hacer este trabajo, porque en mi caso es el amor hacia la mujer lo que me mueve.

Hablando de amor a la mujer, ¿qué piensa del feminismo?

Que no existe más. Las mujeres hoy tienen la posibilidad de decidir. Además, la pornografía actual está dominada por las mujeres, los hombres son meros esclavos.

He leído que las escenas de sexo entre lesbianas son más comunes que entre gais. ¿Hay discriminación en la pornografía?

Sí, es un tabú en todo el mundo, no solo en Italia porque tenemos al Papa.

Un asunto triste son los suicidios de actores y actrices, un fenómeno que parece haber crecido. ¿Qué está pasando?

La respuesta es muy sencilla: las redes sociales. Antes se podía trabajar sin que nadie se enterara. Yo he trabajado con chicos que hoy hacen una vida normalísima. Pero eso era antes. Hoy, si sales en una película, tres minutos después lo sabe el mundo entero. Es difícil gestionar esta presión. Si te equivocas en una escena o trabajas con alguien que no le gusta a tus seguidores, enseguida te dicen que eres un asco.

Hace unos años confesó que se había vuelto adicto al sexo.

Lucho constantemente contra ese demonio. He entendido quién es, pero no siempre logro enfrentarme a él. En los últimos años, hubo momentos en los que volví a caer, y otros momentos en los que fui el más fuerte.

¿Alguna vez se ha sometido a psicoanálisis?

No. Cualquier médico se volvería loco conmigo. Lo que hago es estar con mi familia, trabajar, hacer mucho deporte y siempre estoy buscando cosas nuevas. Acabo de terminar mi primera serie porno. Pero no voy a volver a estar delante de una cámara. ¿Me preguntará por qué, verdad?

Naturalmente.

Por respeto. Porque las chicas que llegan tienen 18, 19, 20 años, y yo me estoy acercando a los 60. No podría, me seguiría preguntando si no les da asco follar con uno de 60 años.

¿El sexo tiene edad?

Delante de una cámara, sí. Afuera, no.

Le habrán preguntado si le marcó haber nacido en Ortona, un pueblecito en el centro de Italia, ¿verdad?

La verdad es que no. Cuenta muchísimo, porque nací en un pueblo en el que no tenía ninguna oportunidad, y he logrado hacer lo que soñaba. Además, ciertos valores que aprendí en el pueblo donde nací sir ven para toda la vida.

¿A qué valores se refiere?

A la pasión y la humildad. Me los transmitieron mis padres. Sentí el sufrimiento de mi madre durante muchos años, la muerte de mi hermano —tenía 6 años— y el hambre. También aprendí la ironía, muy importante en este trabajo, porque el sexo es el momento más espontáneo de la vida, y cuando lo trasformas en un trabajo, es más complicado de gestionar.

¿Sufrió hambre de niño?

Sí, un poco. Mi madre comía las sobras, porque a mitad de mes se terminaba el dinero. Ella era ama de casa y mi padre trabajaba como guardavía. Éramos la clásica familia con muchos niños y muchos problemas que vivía en un edificio de protección oficial. ¿Pensaba que era el hijo pervertido de un familia burguesa que se metió en el porno para divertirse? No. Pero el porno sí fue una verdadera pasión.

¿Es usted católico?

No particularmente. Pero respeto las religiones y creo en el Dios del catolicismo.

Se lo pregunto por aquello del sentimiento de culpa.

Durante mucho tiempo me sentí culpable por trabajar en el plató, divertirme y que mi mujer se quedara en casa. Rosa es mi pareja desde 1993, llevamos 27 años juntos, y es una de las mujeres más verdaderas y puras que jamás haya visto.

¿Hay algo que no haya hecho y quiera hacer?

Muchas cosas. Estoy intentando ahora lanzarme en paracaídas, para superar mi miedo a las alturas. Sufro de vértigo. ¿Sabe? He hecho sexo con mujeres de 120 kilos, con ancianas de 80 años cuando yo tenía 20, para demostrar que podía hacerlo todo. Soy una persona muy competitiva, lo que quiero es poder decir: «Lo he logrado».

Rocco Antonio Tano, nació en Ortona (Italia), en 1964. Artísticamente conocido como Rocco Siffredi, es el actor y productor de cine para adultos más conocido de Italia y uno de los más famosos en el mundo. Empezó a trabajar en el sector en 1984 y, hasta hace poco, todavía ejercía delante de la cámara.

Tiene una productora, cuya sede está en Budapest, donde reside. Está casado con la modelo y actriz Rózsa Tassi y tiene dos hijos, Lorenzo y Leonardo.El actor y productor de cine para adultos se encamina a la sesentena centrado en su trabajo detrás de las cámaras —ha dejado de protagonizar las películas por «respeto»—. Ha publicado recientemente ‘Sex Lessons’, un libro con voluntad pedagógica.