En 1986 dos empresarios alemanes soñaron con levantar en una ladera de la localidad tinerfeña de Arona un complejo urbanístico tipo campus inspirado en las descripciones que existen de la mítica Atlántida. El proyecto se bautizó Atlantis y se le encargó al arquitecto luxemburgés Leon Krier, líder de la corriente denominada Nuevo Urbanismo, un movimiento mundial que revive una edificación y planeamiento tradicional adaptada a los usos y programas modernos. Atlantis consta de más de 100 edificios, 31 calles y 19 plazas y ocuparía cinco hetcáreas pero casi cuatro décadas después, como la Atlántida, continúa siendo siemplemente una leyenda que ahora se recupera en la exposición Arquitectura Atemporal, organizada por el espacio Centrocentro en el Palacio Cibeles, en Madrid.

El sueño olvidado de atlantis

«Me encargaron un recinto tipo campus en una ladera de Tenerife con un programa atractivo y una mezcla de usos. Atlantis», explica Leon Krier, «iba a funcionar como las academias francesa, española, americana o británica en Roma. Cada año, personas meritorias que se destacan en sus campos de las ciencias, las humanidades, las artes, la ecología, la artesanía, la filosofía o la agricultura, entre otras, sería invitadas como residentes por un tiempo, confrontando su trabajo e ideas con los corresidentes en los talleres habituales. Una especie de Los Álamos», dice el arquitecto, «que aumenta la conciencia general sobre los peligros de la inteligencia parcial y la especialización excesiva y, en cambio, desarrolla contraproyectos para futuros planetarios viables».

El sueño olvidado de atlantis

La ambiciosa iniciativa fue encargada por Hans Jürgen y Helga Müller, «reconocidos galeristas-coleccionistas y editores que tenían su sede en Stuttgart y Tenerife. Aunque conocían la escena internacional desde adentro, ni siquiera ellos estaban preparados para la viciosa campaña de prensa orquestada contra una iniciativa empresarial», recuerda Krier sobre los impedimentos que acabaron por convertir Atlantis en un proyecto fallido. Al menos para la isla de Tenerife ya que ahora existe interés por parte de una entidad gaditana en levantar Atlantis en la localidad de Cádiz.

El sueño olvidado de atlantis

El arquitecto, urbanista y teórico de 75 años, muy crítico con la arquitectura moderna (casi todo lo que se ha edificado desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad), decidió diseñar un modelo de pueblo montañoso, demostrando en la práctica sus teorías «para la reconstrucción de la Ciudad Europea, el modelo heredado de la ciudad persa-griego-romana-cristiana, que es el modelo universal unificador para el ámbito público democrático», asegura sobre una tendencia arquitectónica que bebe de las urbes clásicas y cuenta entre sus más fieles defensores con el príncipe Carlos de Inglaterra.

«Engañosamente pequeña»

Atlantis es «engañosamente pequeña», explica Leon Krier. «De hecho es una microciudad que ocupa cinco hectáreas de terreno que puedes cruzarla en cinco minutos en todas las direcciones. Es del tamaño del Getty Center, en Los Ángeles, o cinco universidades de Oxford. En Atlantis el orden geométrico, tipológico y arquitectónico responde a las condiciones topográficas y climáticas. Para el tejido urbano, los materiales de construcción naturales de Tenerife, los métodos de construcción y sus tipos geométricos y detalles arquitectónicos muy simples están dados por la lengua vernácula tradicional de la isla, de la que solo se conservan algunos ejemplos dispersos en Vilaflor y La Orotava. Su familiar detalle arquetípico clásico está reservado para las instituciones públicas y los monumentos», dice sobre ese tipo de edificaciones que considera herencia de la arquitectura que defiende. «Juntos conforman con sus fachadas las manzanas, calles y plazas, creando un espacio público rico, fluido y atractivo». La intención de Hans Jürgen y Helga Müller era que el sitio se convertiría «en un terreno escolar para las 38 artesanías de construcción tradicionales».

«Me interesa primordialmente la arquitectura tradicional como técnica y no como estilo», relata Leon Krier. Es decir, la tecnología y el saber hacer para construir con materiales naturales locales; el catálogo que representa de prácticas y bellas soluciones constructivas adaptadas a las condiciones locales de clima, altitud y suelo. «Comprende dos disciplinas complementarias», dice sobre lo que define como arquitectura tradicional. «La construcción vernácula y la arquitectura clásica o monumental. Lo vernáculo y lo clásico articulan distinciones de rango en diferentes niveles: entre público y privado, entre individual y colectivo, entre tejido urbano y monumento, entre casa y palacio, entre calle y plaza, etcétera», cuenta este septuagenario que no sólo se alegra de que Cádiz tenga intención de estudiar la construcción de Atlantis sino que considera que dicho interés demuestra la «vigencia del proyecto» casi 40 años después de plantearlo.

«El proyecto es válido y se puede construir en cualquier lugar en condiciones geográficas y climáticas similares, ahora o en el futuro», dice. «La arquitectura y el urbanismo tradicionales son independientes de las modas; satisfacen las necesidades espirituales y materiales humanas permanentes y, lo que es más importante, trascienden las barreras políticas, de género, raza, ingresos, clase, idioma, religión y edad», concluye.