España participa en la Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia desde el año 1998. En plena crisis del coronavirus, la muestra inauguró el pasado 21 de mayo su XVII edición, que se prolongará hasta el mes de noviembre, y en la que por primera vez la propuesta española ha sido elegida a través de una convocatoria pública. Los ganadores de este concurso y comisarios del ambicioso proyecto expositivo del pabellón de España son cuatro jóvenes canarios que han llevado hasta la ciudad italiana la idea de Uncertainty (Incertidumbre).

(L) | IMAGEN SUBLIMINAL

El grupo acaba de aterrizar en Tenerife tras haber inaugurado el pabellón en Venecia. «La experiencia ha sido fantástica», resumen los comisarios —tres de ellos tinerfeños y un cuarto polaco afincado en la Isla—, quienes reconocen que esta tarea ha sido «agotadora», al mismo tiempo que «emocionante» ya que las opiniones que les han hecho llegar los visitantes «han sido siempre positivas». No en vano, afirman que el espacio central del pabellón en el que se ha instalado una nube de porfolios «aparece en las redes sociales todos los días, así que sentimos que se está valorando mucho y muy bien nuestro trabajo». El equipo volverá a Venecia en agosto ya que, debido a la pandemia, este año el jurado conformado por figuras internacionales no pudo reunirse en mayo y será entonces cuando se evalúen los pabellones y se haga la entrega de premios. Además, en octubre participarán en un evento y en noviembre acudirán a la clausura y el desmontaje de la exposición para su regreso a España.

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Domingo González, Fernando Herrera y Sofía Piñero coincidieron hace años estudiando en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y a Andrzej Gwizdala lo conocieron poco después. Desde entonces han mantenido una relación de amistad que les condujo a presentarse juntos a la convocatoria realizada por el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana para comisariar la propuesta expositiva del pabellón de España en la Bienal. Tres de ellos estaban desempleados. «Llevábamos algún tiempo con la inquietud de presentarnos a algún concurso juntos», reconocen. Los artistas explican que «es la primera vez que esta decisión se somete a convocatoria abierta porque hasta ahora la representación española siempre había sido formada por profesionales consagrados de reconocida trayectoria con los que contactaba el Ministerio directamente».

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El tema elegido este año por el comisario principal de la Biennale, Hashim Sarkis, les «entusiasmó» por lo que, después de comprobar los requisitos para presentarse, se terminaron de convencer. El grupo celebra que la convocatoria no contemplaba disponer de una solvencia técnica o económica prohibitivas, tal y como sucede en otros concursos similares. «Era una oportunidad que debíamos aprovechar».

La propuesta

Esta edición de la Biennale se presenta bajo el lema ¿Cómo viviremos juntos? y el colectivo canario no duda en responder a esta pregunta a través de su propuesta expositiva. La muestra internacional abre de este modo «un mar de incertidumbre, llevando sin embargo implícita una certeza: el futuro será juntos o no será». El comisario Hashim Sarkis propuso, en opinión del equipo canario, «una pregunta sugerente, que invita a la reflexión y que a nuestro parecer no permite respuestas concisas». Así, el objetivo del equipo español ha sido el de «dar espacio a diferentes voces que están abordando la tarea de la convivencia y el impacto social positivo, enriqueciendo el discurso con preguntas coherentes y posibilidades diversas». Con todo ello, estos cuatro amigos que ahora colaboran en el proyecto expositivo se han propuesto «crear un repositorio de estrategias para avanzar colectivamente hacia el futuro de la convivencia».

Uncertainty (Incertidumbre) es el lema de la propuesta presentada por este equipo con acento canario. Con esta idea los jóvenes querían contraponerse «a la idea del dogma, a las respuestas preestablecidas». Así, señalan: «Queríamos mostrar una arquitectura no convencional, no canónica, contamos incluso con proyectos que no se reconocen como arquitectura a simple vista». De este modo, las 34 propuestas que componen el pabellón español «son ejemplos de procesos en los que se ha abrazado la incertidumbre como oportunidad, incorporando aspectos de otras disciplinas, teniendo en cuenta todos los matices y detalles influyentes durante su ejecución para alcanzar su propio resultado, sin recorrer caminos pautados». En última instancia, el objetivo de los creadores era obtener resultados «con un impacto social positivo».

Uncertainty se encarga de mostrar, por tanto, la incertidumbre que sufre la sociedad de cara al futuro pero, después de haber trabajado en este proyecto, ¿ha obtenido el grupo de comisarios respuestas a esta trascendental cuestión? La contestación sigue cargada de interrogantes: «Hemos obtenido tantas respuestas diversas que, afortunadamente, también se han generado infinidad de nuevas dudas». Por todo ello, los jóvenes afirman que afrontar este ambicioso proyecto les ha permitido «cimentar la noción de que la incertidumbre es un espacio de oportunidad» en el que es más sencillo «abstraerse y alcanzar soluciones más acertadas, que tomen en cuenta todos los aspectos que influencian cada situación a abordar». Y gracias a esta forma de pensar, «cada duda supone la posibilidad de evolucionar», reflexionan los tinerfeños.

Después de haber ganado la convocatoria puesta en marcha por el Ministerio, la propuesta Uncertainty tenía en sus manos la oportunidad de presentar su idea curatorial y expositiva, por lo que decidieron asimismo seleccionar los proyectos a partir de una convocatoria abierta, muy en la línea del espíritu de esta edición de la Biennale. En concreto, lo que este equipo buscaba era «arquitectura con un claro impacto social positivo, no canónica, que incluyera aspectos de otras disciplinas o las influenciara en algún modo». A esta convocatoria se presentaron 466 propuestas, de las que, tras varios días de deliberación, fueron seleccionadas las 82 que se mostraban más en sintonía con el discurso curatorial. De ese grupo salieron las 34 que se encuentran expuestas estos días en el pabellón de España.

Este proceso de selección transcurrió a lo largo de unos dos meses, y durante ese tiempo se fueron dando cita proyectos muy diversos que dificultaron mucho la labor de selección puesto que el equipo no quería descartar ninguno porque cada uno de ellos podía aportar diferentes matices a la propuesta final. A pesar de ello, el conjunto de piezas seleccionadas termina representando «una forma de influir en el espacio público, colectivo», porque prácticamente sin haberlo previsto «buscar impacto social positivo nos ha llevado a seleccionar proyectos creados en comunidad y para la comunidad» y muchos de ellos se alejan del clásico encargo entre cliente y arquitecto. Son, por tanto, propuestas «que aportan a la sociedad desde su concepción», resumen los comisarios.

Con todo, el recorrido expositivo ofrece una gran cantidad de contrastes. El visitante, tras acceder al espacio central, de unas dimensiones monumentales e iluminado a conciencia, que «alberga una exhibición prácticamente escultórica», precisan los creadores, puede pasear por las salas laterales del anillo expositivo, que se encuentran oscurecidas y que comunican el mensaje de la exposición a través de un lenguaje diferente. En esta zona mucho menos saturada, «la información se extrae de vídeos que aparecen de manera aleatoria, salas concebidas como gabinetes de las maravillas, donde objetos descontextualizados y aparentemente no relacionados entre sí despiertan la curiosidad y el afán de indagar de quien las transita», adelantan los creadores. Con esta concepción del espacio, la combinación de formatos de las obras seleccionadas «resulta casi obligatoria» y otorga además coherencia a la intención del grupo de comisarios de dar espacio a la voz y a la visión de todos y cada uno de los implicados.

Tanto el lema como el montaje expositivo y la decisión de mostrar arquitectura no convencional en el pabellón español se han mantenido inalterables desde que el equipo tinerfeño ganó la convocatoria del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en noviembre de 2019 y no ha sufrido cambios debido a la pandemia. «Incertidumbre era ya nuestra opción antes de vivir todo lo acontecido por el Covid», expresan los comisarios quienes no obstante reconocen que esta crisis sanitaria les ofreció «mucho más tiempo para pensar». Pero ese periodo extraordinario, en lugar de sembrarles dudas sobre su idea, les reafirmó en ella porque, «si hubiéramos propuesto una respuesta concisa y cerrada» a la pregunta planteada en esta nueva edición de la Biennale, el proyecto «habría caducado a los dos meses de ganar el concurso». Sin embargo, la llegada de la pandemia evidenció problemas que «ya estábamos tratando en el pabellón» diseñado para representar a España.

Son cuatro los nombres que aparecen como comisarios del proyecto del pabellón español. No obstante, el grupo agradece «la gran implicación de otros canarios en el desarrollo y ejecución» de este encomiable trabajo. Artistas como el tacorontero David Reyes Zamudio han aportado ideas y contenido gráfico a la propuesta; el equipo teguestero de artistas y artesanos de Melián Estudio ha sido el responsable de llevar a buen puerto la ejecución del espacio central; los artistas audiovisuales de la facultad de Bellas Artes de la ULL Banda Bisagra también han participado, al igual que la empresa Makarográfica, que ha dotado de suministros y material impreso el pabellón. Estos son solo algunos de los colaboradores, a los que se suman instituciones públicas y privadas y académicos e investigadores de la ULL y de la ULPGC. Con todo este soporte, el equipo de comisarios espera poder traer a Canarias el proyecto Uncertainty porque, concluyen, «es una exposición y experiencia que nos gustaría poder compartir todos juntos».