Tiene tal carisma y falta del sentido del ridículo Arturo Valls (Valencia, 1975), que es una baza segura en cualquier programa que necesite un presentador con mucho sentido del humor y grandes dosis de show. Lo ha demostrado en ¡Ahora caigo!, Splash! Famosos al agua, Me resbala —sin olvidar sus memorables imitaciones en Tu cara me suena— y lo hace ahora en Mask singer, un programa en el que dice disfrutar y emocionarse tanto como el telespectador. Y es que él también juega.

¿Ha vuelto a hacer como en la primera edición, que no quería saber quién había tras la máscara?

Es que sería muy complicado saber quién tienes al lado y disimular. O simular la emoción, la sorpresa... No tendría sentido. Cuando tengo al lado a los famosos bajo el disfraz y se ríen o reaccionan a algo que les están diciendo los investigadores, al oír esa voz muy cerca, muy desnuda, entonces me aparto de manera natural, porque no quiero tener más pistas que los demás.

Así también juega usted.

Sí. Y es muy emocionante cuando se quitan la máscara , porque soy casi el primero que les ve y doy un salto. Y les contagio esa emoción a ellos y a los espectadores. De saber previamente quiénes son, todo esto no tendría sentido.

No me diga que, siendo el presentador, no han intentado emborracharle para que suelte prenda.

No. Se intentó un poco al principio, pero han visto que entonces no tendría gracia. Es que es así de sencillo. Le quitaría toda la magia al programa. De hecho, esa media filtración que hubo en la primera edición le quitó un poco. No obstante, como el formato es así de sólido, eso no impidió que tuviera una audiencia maravillosa hasta el final.

¿Ha adivinado algún famoso?

En la primera edición era tal la novedad, que me costaba centrarme en la investigación. Yo tiraba más a grandes rasgos, como la voz o cómo se movían, pero tenía que estar por el guion, el formato, por coger las riendas de todo aquello y me costaba prestar atención a las pistas. En esta sí que he afinado un poco más. De hecho, hay un famoso que acerté, aunque fue off the record. No se ve en el programa, porque fue en el pasillo. Pero estoy a muchas cosas como para ponerme a investigar.

No obstante, se le ve disfrutar.

Estaba pensando en una metáfora. En una montaña rusa de esas de parque de atracciones que son muy bestias y en el primer viaje has flipado tanto que no te has enterado. No sabes qué ha pasado. En esta segunda edición ya es: vale, esto es como el Dragón Khan, pero ahora lo voy a disfrutar. Y con las actuaciones podría pasar lo mismo: se han superado y hay efectos visuales, juegos, coreografías... Además, las máscaras de esta edición tienen más personalidad.

¿Va con guion o mete arturadas?

En cuestiones de mecánica tienes un guion, para explicar el desarrollo y las pistas. Pero, luego, cuando reaccionas a lo que dicen o a lo que está haciendo la máscara, tienes que dejarte llevar y ahí hay más arturadas. Los chistes malos son míos, sí.

Sorprende ver cómo los famosos aceptan el reto de participar.

Mucha gente está diciendo que sí porque no se muestran a sí mismos, sino que están detrás de una máscara y solo se les ve al final. Tras esta edición, mucha gente se va a animar a participar y se va a quitar esos prejuicios que se tienen a veces con el entretenimiento, que son ridículos.