A Carlos Santos (Murcia, 1978) se le da bien recrear en pantalla a personajes reales: lo hizo en El hombre de las mil caras, donde la interpretación de Luis Roldán le valió el Goya al mejor actor revelación, y lo hará dentro de poco en Historias para no dormir, nada menos que como Chicho Ibáñez Serrador. Pero si hay un papel por el que el público le recuerda es el de Povedilla, el agente pupas de Los hombres de Paco, víctima de las bromas pesadas de sus compañeros.

Vaya cambio el de Povedilla en el regreso de Los hombres de Paco. Ha dejado la Policía y ahora es profesor de autoescuela.

Está tranquilamente dando clases de conducir tirando de manual, como cuando era policía. Cuando Paco y Mariano van a buscarle, al principio hay un poco de resquemor, pero son su familia y vuelve con ellos.

El que solo aparecerá en un capítulo en esta nueva entrega es Fede Celada, que interpretaba al inseparable compañero de Povedilla, Curtis. ¿No le ha sabido a poco coincidir tan brevemente?

Lo que pasa es que se necesitaba un cambio de paradigma a la hora de afrontar una década después esos personajes que ya conoce tanto el público. Está bien que haya cambios, que no sea exactamente lo mismo.

¿Povedilla vuelve a ser el pupas del grupo?

Me van a dar cerita. Povedilla tiene unos cuantos años más, pero va a seguir siendo el personaje que todo el mundo recuerda con ese gran corazón, esa torpeza, el punching ball de los compañeros... Eso sí que no se puede perder. Por que si no, ¿para qué vuelves? Entonces podría aparecer un personaje nuevo.

Una de las señas de identidad de Los hombres de Paco es un humor sin pelos en la lengua, algo que levantó críticas al principio por su forma de mostrar a la Policía.

En su momento bromeamos con comunicados de ETA y cosas muy sensibles, pero la gente entendía el código de los Pacos. Sí que en los primeros capítulos tuvimos que poner un rótulo diciendo que la serie estaba hecha desde el humor y con respeto a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que no queríamos ridiculizarlos. Precisamente la torpeza de estos policías acercó su profesión al espectador. Estoy seguro que a mucha gente le cambió su percepción de lo que es un agente de policía viéndonos a nosotros, pensando que tienen familia, problemas...

¿Cree que los nuevos episodios son fieles a ese humor y que la gente volverá a entender ese código de la serie del que hablaba?

Estamos en un momento en el que tenemos la piel un poquito más fina, parece que hay que tener más cuidado con lo que se dice o cómo se dice, pero creemos que la gente tiene clarísimo el código de los Pacos. Hemos vivido situaciones muy rocambolescas, como tener un presidente de Catalunya fugado, y esas cosas miradas desde cierto prisma tienen hasta gracia. Todos nos preguntábamos: ¿vamos a poder hacer ahora las barbaridades de antes? Y según llegaban los guiones, veíamos que sí. Aunque quizá midiendo un poquito más por parte de los productores y los guionistas.

¿A usted le abrió muchas puertas esta serie?

Todas. Me di a conocer al gran público con Povedilla y con él me dieron la oportunidad de enfrentarme a todo tipo de situaciones: me enterraron vivo, me pusieron un hermano gemelo, me violaron, fui padre, me hicieron cantar, hasta me pusieron tetas... Fue un entrenamiento brutal como actor durante cinco años. No necesitaba hacer un taller de interpretación para desoxidarme, lo tenía con cada guion nuevo de la serie que nos llegaba.

¿No tuvo miedo a encasillarse? Suele pasar con personajes televisivos que calan tanto.

Puede que para muchos siga siendo Povedilla, pero en lo estrictamente laboral, los trabajos que me han ido ofreciendo a lo largo de los años, incluso cuando estábamos haciendo la anterior etapa de los Pacos, han sido muy diferentes: ahí está el Luis Roldán de El hombre de las mil caras, También la lluvia, ahora estoy haciendo Historias para no dormir con Paco Plaza... Y todos estos proyectos los puedo afrontar con la inseguridad necesaria que requiere este trabajo para no acomodarte, pero con la tranquilidad que tengo por el training actoral que le debo a esta serie. Así que si me siguen llamando Povedilla por la calle, no me molesta, ¡al contrario!

¿Series como esta pusieron las bases para el éxito que está teniendo ahora la ficción española?

Fíjate que entre los productores ejecutivos de La casa de papel están Álex Pina y Jesús Colmenar, creador y director de Los hombres de Paco. La serie tuvo una novena temporada, aquella medio satánica, que casi todo el mundo odia y sin embargo, visualmente, fue un salto de calidad que avanzó un poco lo que iba a ocurrir después. Se pusieron los cimientos para llegar a este presente tan ilusionante.

¿Cuál es su papel en estas nuevas Historias para no dormir que emitirá TVE?

Son cuatro capítulos de la productora de Alejandro Ibáñez, el hijo de Chicho, y son una vuelta de tuerca de las tv movies que hizo su padre en su momento. En la que salgo yo explica qué ocurrió en 1982 en el rodaje del capítulo de Freddy. Y yo hago ni más ni menos que de Chicho.

¡Vaya responsabilidad, interpretar a un gran maestro!

Mucha. Además, teniendo en cuenta que la produce su hijo y que Paco Plaza me lo ha puesto de figuración, como ayudante de dirección. A pesar del miedo que me dio en un principio, por el respeto al maestro y por tener a su hijo a su lado, debo agradecerle a Alejandro Ibáñez que me haya dado tantísima confianza para estar delante de él interpretando a su padre.