A finales de los 70, las fans se hermanaban a través del casete, el programa Aplauso (TVE) y la Super Pop, publicación surtidora de fotos y pósteres con los que forrar carpetas y cuartos. Cuatro décadas después, llegada la economía de la atención, crean frente en las redes y organizan movilizaciones instantáneas con la pericia del dircom. Dos épocas y una misma pulsión —el amor incondicional al mito en vida— que encarnan la capitana de los fans de los Pecos —el dúo baladista formado por los hermanos Javier y Pedro Herrero (solo el primero, el rubio, sigue en ruta)—, y la portavoz del club de BTS, la boy band más adictiva del pop coreano.

Javier, el rubio del dúo Pecos, con Patricia Varpe.

Seguidora inveterada de los Pecos desde los 11 años, Patricia Varpe (Barcelona, 54 años, informática), en vista de que sus ídolos no estaban en ninguna red social, creó en 2008 un grupo en Facebook —«al principio solo de amigos»— para anunciar conciertos, mostrar reliquias —un trozo de camisa arrancada de cuajo, por ejemplo— y compartir recuerdos de cuando bailaban Acordes sin que corriera el aire. Pero ya al frente de la página del club de fans (25.000 seguidores) y del grupo privado 35 años de Pecos (14.000), Varpe tuvo que cerrar el messenger porque no le daba la vida en contestar preguntas y trasladar peticiones, para centrarse en dar información y organizar quedadadas de la hinchada (mayoritariamente de mediana edad) para los conciertos. Eso, con la complicidad del ídolo, «una buenísima persona», que «felicita a cada uno de los seguidores por su cumpleaños».

Nada que ver con los inalcanzables BTS, porque sus siete integrantes —Jin, Suga, J-Hope, RM, Jimin, Jungkook y V— tienen estatus divino y la compañía que los ha diseñado, la Big Hit Music, cotiza en bolsa. Paula Simón (Esplugues de Llobregat, 28 años, administrativa y cantante) es la administradora de BTS Spain, la primera fanbase del grupo en España: 170.000 seguidores en Twitter; 23.000, en Instagram, y 70.000 en Facebook. «En verano de 2017 publicaron que buscaban traductores de inglés y empecé haciendo cosas para la web», explica su inicio Simón, que en 2019 viajó 30 horas en bus para asistir a los dos conciertos que dieron en París. A base de perseverancia —y de aprender algo de coreano—, ella y otras siete agitadoras de Galicia, Ibiza, Valencia, Huelva y Barcelona lograron dar visibilidad a un grupo sin promoción, entonces, a este lado de Occidente. «Estamos pendientes 24/7 del grupo, tenemos una tabla tipo Excel en Google donde vamos colgando información y nos organizamos para retuitear avances y teasers, y montar eventos».

A diferencia del club de Pecos, que solo admite muestras de admiración, las de BTS se meten en otros charcos. Como las kpopers norteamericanas, que enseñaron a la izquierda internauta cómo paralizar la estrategia en redes de la extrema derecha —trolearon a la policía de Dallas y pincharon un mitin de Trump en Oklahoma—, las españolas han hecho lo propio en la cuenta de Vox utilizando el hashtag #FachaQueVeoFachaQueFancameo. Porque, pese a la aparente vacuidad del k-pop, las chicos de BTS apuestan por mostrar su vulnerabilidad y hablar abiertamente de relaciones tóxicas, igualdad o salud mental. «Gracias a BTS, yo me he atrevido a dar pasos adelante —explica Simón—. Por ejemplo, a sacar mi música, que antes me daba vergüenza».