Hasta el año 1965, cuando se celebraron las quintas Fiestas de Invierno, el antifaz con el que autoridades civiles, religiosas y militares disfrazaron el Carnaval en Santa Cruz, el único antecedente de la reina de las carnestolendas se remonta a 1935 y 1936, de la mano del Círculo de Amistad XII de Enero, bajo la denominación de Miss Carnaval. La primera, Onagra Díaz Lorenzo (fallecida el 25 de enero de 1995), entre seis candidatas. Lució la fantasía Vampiresa 1933, un diseño de su hermana Magda. Ocurrió que cuando estaba todo preparado, falleció su padre, por lo que el día de la elección Onagra salió a escondidas rumbo a El Recreo, bajo una gran capa negra que ocultaba su disfraz. Al año siguiente, antes del inicio de la Guerra Civil, Ana de la Torre del Pino fue la elegida con una creación de Hermógenes González de Guisado, Ana Emperatriz de Austria.

Fue en 1965 cuando se elige por primera vez a una reina del Carnaval -entonces Fiestas de Invierno- bajo la organización del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. El título recayó en María de los Ángeles Gimbernat Hernández, con la creación My fair lady, confeccionada por María Isabel Coello. El festival se desarrolló en el teatro Guimerá donde fueron designadas damas de honor Consuelo Santaella, del Real Club Náutico, con la fantasía; Margot Mesa, de Pepsi-Cola; Juanita González Márquez, de Peña Rambla, y Reina Salomón Kort, de Ni Fú-Ni Fá. Completaron el desfile de catorce candidatas al título Malela Díaz Machín, del Círculo de Bellas Artes; Mercedes Gamonal Jiménez, del Conservatorio Profesional de Música y Declamación; Lucía Rivero Ledesma, del Círculo de Amistad; Elena Martínez Gambra, de Masa Coral Tinerfeña; Mercedes Carballo Olivera, de Radio Club Tenerife; Dolores Izquierdo Melo, de Almacenes Batista; Antonia Rodríguez González, del Centro Cultural García Escámez; María del Carmen Méndez Rodríguez, de Tronco Verde, y María José Dorta Trujillo, de Los Fregolinos.

María de los Ángeles Gimbernat recuerda que el 25 de diciembre de 1964, cuando ya había cumplido la mayoría de edad, participó en la puesta de largo que tradicionalmente celebraba el Casino de Tenerife. Entre las señoritas de la época, la institución la designó para representar a la entidad en la primera elección de reina de la Fiestas de Invierno. Su madre y la esposa del presidente del Casino, Blanca Zamorano de Hurtado, asumieron los preparativos del traje, inspirado en una película de la época, y realizaron el encargo de la fantasía a la prestigiosa modista María Isabel Coello.

“Ha sido uno de los días felices de mi vida; me enorgullece mucho. Recuerdo el sombrero, que fue encargado en Madrid. Todas las chicas eras muy guapas. Queda mal que yo lo diga, pero tenía bastante gracia al andar y cuando me tocó el turno de desfilar... salí a darlo todo, no paré de sonreír”, recuerda desde su residencia en Barcelona, con el firme deseo de volver a instalar su domicilio en Santa Cruz de Tenerife, de donde partió con 19 años.

“Ahora ya no se celebran, pero en aquella fecha incluso nos llevaron a unas corridas de toros que se organizaron con motivo de la fiesta en el coso taurino de la capital”; “recuerdo que llevé una mantilla blanca como es costumbre”.

Siempre que sus obligaciones como catedrática de Inglés se lo han permitido, ha venido a la Isla a disfrutar de periodos vacacionales con sus padres, incluso después del fallecimiento primero de su madre, Tony Hernández de Gimbernat, poetisa que publicó varios libros y también divulgó su labor en EL DÍA, y de su padre, José Gimbernat de la Cruz, militar profesional; constitucionalista, precisa su hija.

María de los Ángeles Gimbernat asegura que en su casa había mucha tradición de Carnaval. “Entonces todos nos conocíamos en Santa Cruz. En el Casino mis padres tenían un grupo de amigos, entre ellos Francisco Ucelay. Cada edición formaban una murga que limitaba su actuación a la sociedad; entre los componentes había muchos militares, como mi padre. Recuerdo un año que salieron disfrazados de vikingos”; el padre de José Gimbernat era natural de Girona y su madre pertenecía a la familia De la Cruz, de Los Realejos, en el Norte de Tenerife. “Mi madre también era muy carnavalera. Salía sola, se iba y no sabías cuándo volvía a casa; yo también soy muy novelera”, comenta de forma cómplice: “El Carnaval es tan importante en Tenerife como el Teide”.

Gimbernat destaca la alegría como seña de identidad de la fiesta y denominador común, a su juicio, tanto antes, cuando el Carnaval estaba más “limitado” o ahora, que “lo hace todo el pueblo”. “Aunque desde la distancia, siempre sigo las elecciones de las reinas y el Carnaval de mi tierra”, apunta, para después precisar que nació en La Palma, donde estuvo destinado su padre, si bien su familia se trasladó a Tenerife cuando tenía seis años. “Veo esas fantasías sofisticadas, enormes; las reinas y el Carnaval de Tenerife son famosos en el mundo entero”.

María de los Ángeles Gimbernat recuerda su paso por la Universidad de La Laguna, donde logró la licenciatura de Filología, y hace especial mención al profesor Emilio Lledó. De Tenerife se trasladó a Barcelona y luego a Irlanda del Norte, donde impartió clases de español. Con 21 o 22 años, regresó a la ciudad condal. “Me di cuenta de que debía perfeccionar el inglés, ya que la Filosofía no interesaba”. Por este motivo marchó a Londres para alcanzar su segunda titulación en Lengua y Literatura Inglesa en el Instituto de España, como se denominaba entonces al actual Instituto Cervantes, para luego regresar a Barcelona. “He vivido en treinta casas diferentes y he impartido clases en seis o siete colegios”, cuenta para demostrar que ha vivido de forma intensa. Ahora espera que pase el Covid para fijar su residencia en Tenerife, donde “la gente es muy amable, no solo por su acento sino por la tranquilidad... Por algo las llaman las Islas Afortunadas”. En febrero de 2005, coincidiendo con el cuarenta aniversario de la primera gala de la reina del Carnaval, María de los Ángeles Gimbernat participó como jurado de la soberana de aquella edición como un reconocimiento a la participación en la fiesta de esta “ciudadana del mundo”.