Están de aniversario. Celebran las bodas de plata de la primera vez que se hicieron a la calle, cuando muchos las llamaron “las chicas de los micrófonos” por lo llamativo del artilugio que destacaba en una cuidada fantasía que, en sus inicios, llevaba la firma de Santi Castro, si bien desde 2009 lucen un diseño made in Juan Carlos Armas. El creador Borja Abreu se encarga de tener a punto sus abalorios y tocados, mientras la confección de sus trajes es obra y arte de la costurera Marlichi.

“Las chicas de los micrófonos” pasaron a tomar el nombre de Las Celias de Tenerife después de que la prensa local se hiciera eco de su participación en la Cabalgata incluyendo una fotografía a doble página con el siguiente pie: “Las clon de Celia Cruz”. Y de ahí pasaron a llamarse Las Celias de Tenerife, una denominación que incluso está registrada como marca y dada de alta como asociación a instancias del que fuera concejal de Fiestas del Carnaval chicharrero Fernando Ballesteros que, tras conocer el enorme legado que tienen en vestuario y fotografía, les invitó a adoptar forma legal para poder optar a ayudas en caso de organizar exposiciones o emprender otras acciones de divulgación de la fiesta de la máscara.

“Apunta ahí —dice José David García—. Las Celias siguen gracias al espíritu de Javier García”, para poner en valor la entrega y tesón de su hermano para sacar año tras año el grupo, máximos exponentes de la pasión con la que cientos, miles de familias, viven el Carnaval de Santa Cruz. Es la cara de la fiesta más familiar, que se organiza para disfrutar y hacer partícipe a propios y extraños del Carnaval.

Han pasado ya veinticinco ediciones desde la primera vez que los cinco hermanos García —en total son siete, cinco varones y dos mujeres—, organizaron este grupo de Carnaval y se hicieron a la calle. En la actualidad continúan dos de ellos, José David y Javier, que comparten la pasión con “otras nueve Celias”, entre ellas, Samuel y José Enrique, dos de los sobrinos.

Javier presenta al grupo: “Ginés, con ochenta años, es el junior de Las Celias; también está Augusto, que es el suegro de mi sobrino Samuel”. En tono familiar, presume de tener representados en el grupo a tres generaciones, más allá de lamentar que no continúen sus hermanos Juan Antonio, Víctor y Carlos.

En la fila, que se abre como un abanico hasta desbordar la avenida de Anaga o El Pilar, ya sea en el Coso o en la Cabalgata, está Augusto, funcionario; José David, comercial; Martín, cocinero; Alfonso, Comercial, José Enrique... sobre él tenía duda tu tío: no sabía si era jefe de personal, aunque le corrigieron. “Es sindicalistas”, lo que despertó la broma con su tío en la conversación que se desarrolló en el cuartel general de Las Celias, el hotel Príncipe Paz, frente a la plaza del Príncipe. Más componentes: Andrés y Ginés, ya jubilados; Samuel, asesor de ventas; Agustín, farmacéutico; Raúl, conductor de mercancías peligrosas, y Javier, el presidente de Las Celias, agente de viajes, que participa en el grupo junto a su pareja, Andrés. Un grupo tan heterogéneo en edad como en profesiones, pero con una pasión común: el Carnaval.

Este año es una edición muy especial para ellos; en particular para la familia García, y es que “no se han privado de nada” desde el pasado Carnaval. De hecho, Javier fue uno de los primero tinerfeños que sufrieron la Covid-19, una lucha de la que dio cuenta desde el hospital a través de su perfil en las redes sociales, animando a plantar cara a la enfermedad y lanzando continuas llamadas a la responsabilidad. De ahí que precisamente en este Carnaval suspendido incida en respetar las normas dictadas por las autoridades. “Yo lo pasé bastante mal y por eso le pido que apliquemos máximas precauciones”. “Quiero que la gente sea consciente, y te lo digo yo que pasé este virus dañino”. “Está bien que se haga un guiño en el Carnaval virtual; eso es una cosa y otra, desmadrarse; y me da miedo que la gente no controle”... “Me parece bien la idea de que la gente fuera con peluca a comprar al supermercado, pero hasta ahí”.

Semanas atrás falleció la madre de los hermanos García. Javier recuerda que, aunque no era carnavalera de estar en actos multitudinarios, “siempre nos disfrazaba y veníamos a los kioscos de la plaza del Príncipe a dar una vuelta en Carnaval. Ella era de la calle Calvo Sotelo y mi padre, andaluz. Yo creo que nosotros la pasión del Carnaval la heredamos por parte de padre, que era muy fiestero”. Javi incide en la figura de su madre, clave en el sostén familiar e incondicional apoyo en cuantos proyectos afrontaron, también cuando se preparaban los disfraces. “A ella le encantaba esos momentos de los preparativos, de ir a casa de mi hermana y ver cómo se hacían los trajes, pero no le gustaba la aglomeración de un coso o una cabalgata”.

El nombre de la progenitora de los hermanos García quedará inmortalizado esta edición en el título de la fantasía, diseño de Juan Carlos Armas, que les diseñó: Va por ti, Carmen”, una creación que conmemora el 25 aniversario del grupo en blanco y oro y que se quedará para la posteridad de una edición virtual en el papel del boceto o tal vez un fofucha, como las 24 restantes que sirven de ninot de su paso por el Carnaval.

Este año es una edición con más sacarina que azúcar, donde toca demostrar responsabilidad y prudencia ahora para poder salir el próximo año a la calle.