“Vive, joder, vive.

Y si algo no te gusta, cámbialo.

Y si algo te da miedo, supéralo.

Y si algo te enamora, agárralo”.

‘Primero de poeta’

Este poema resume en cuatro versos el fenómeno de la poeta canaria Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) Refleja su estilo urbano, reflexivo y casi terapéutico; muestra su sencilla manera de escribir y una captura de dicha estrofa colgada en la cuenta de la escritora en Instagram acumula más de 42.000 me gusta, una cifra que no alcanzan ni de lejos en sus redes sociales deportistas canarios tan populares como los futbolistas de la UD Las Palmas Sergio Araujo o Jesé Rodríguez, con una media de 5.000 y 13.000 likes, respectivamente, en los post que suben a sus perfiles. “Han pasado tantas cosas estos últimos años, y todas tan intensas y emocionantes, que es difícil saber cómo he llegado hasta aquí. Me cuesta ordenar y procesar aún lo vivido”, explica esta autora que ha vendido más de 50.000 copias de sus dos primeros libros de poemas y que el 6 de mayo lanza Cada noche te escribo, su tercera obra, también con la editorial Penguin Random House en la colección de poesía Verso&Cuento.

“Creo que la clave ha sido escribir sobre cosas que todo el mundo en algún momento siente”, dice Patricia Benito cuando se le pregunta por el secreto de su éxito. “Eso hace que la gente se sienta muy reflejada en mis libros”, añade la autora de Primero de poeta, con más de 20.000 ejemplares vendidos, y Tu lado del sofá, poemario del cual se comercializaron 30.000 copias.

“Nací en una isla y no sé nadar”, se describe Benito en su presentación. “He vivido en tres ciudades, nueve hogares y alguna casa. Me he enamorado una vez. He bajado corriendo de un tren en llamas y he visto explotar una bomba. No creo en las cosas que duran para siempre. O sí, no lo sé. Las fresas, con leche condensada. Cada cierto tiempo necesito cambiar cosas de sitio, ya sean muebles, personas o toda mi vida. Si no viajo, no puedo respirar. Tengo incontinencia sentiverbal. Me pierdo en cualquier atardecer, a ser posible con mar. Prequiero demasiado rápido y desquiero demasiado lento. No recuerdo la última vez que me dormí pronto. Mido el tiempo en medias cervezas y no hago planes a más de cerveza y media. Lloro en las manifestaciones cuando oigo a Labordeta. Te necesito cerca, pero no encima. Siempre voy con el más débil. No imagino un mundo sin queso, ni sin chocolate. Casi siempre es mejor dar que recibir, y no estoy hablando de sexo; no solo de sexo. La reina de mi casa es una gata coja que no para de ronronear. La empatía debería mover el mundo, no solo el mío. Si has leído hasta aquí, te puedes quedar”.

Adorada por los lectores y fenómeno de ventas en Amazon, publicó su primer poemario tras una mala experiencia vital. Patricia Benito autoeditó su libro de poemas para regalar a amigos y familiares, y puso algunos ejemplares a la venta en Amazon, donde los lectores fueron pidiendo más y más. Así, fue escalando las listas y aquel primer libro llegó a algunas librerías y a las tiendas Natura convirtiéndola en una de las más vendidas, conquistando a miles de lectores. Su poesía es apasionada y sincera y conecta a través de la emoción y la cotidianidad con su público, al que Patricia se entrega con honestidad y un lenguaje cercano fácilmente reconocible desde el que cuenta la experiencia de vivir y todo lo que conlleva.

“Yo trabajaba de croupier en el casino de Barcelona”, rememora la escritora canaria súperventas sobre sus inicios. “Llevaba varios años allí y tenía una vida más o menos acomodada y estable, pero las cosas se empezaron a torcer y me di cuenta de que había algo que fallaba, que me faltaba, así que un día decidí que debía empezar de cero, hice las maletas y puse rumbo a La Rioja. No fue nada fácil porque había dejado el trabajo, no tenía ingresos, emocionalmente estaba muy débil y no tenía ni idea de por dónde empezar. En esos momentos”, prosigue Benito, “te ves incapaz de muchas cosas que después descubres que puedes hacer. Pero yo sólo quería sentarme en el sofá, mirar mis bolsas sin deshacer y esperar a que fuera la hora de dormir. Por suerte, me fui reconstruyendo, probé a aprender cosas nuevas, encontré un trabajo y un día, por casualidad, acudí a un recital de Escandar Algeet. A partir de ahí todo cambió: empecé a escribir, a escuchar a otra gente, a escucharme a mí… Escribir todo aquello, que luego fue Primero de Poeta, me ayudó a conocerme y a entenderme. Supongo que esa es un poco la clave de que a ese libro le haya pasado lo que le ha pasado. Es real. No tiene filtro, sólo tiene a una persona rota intentando salvarse. Mi suerte ha sido que la gente lo haya abrazado de esa manera. Sin todas esas personas recomendando y regalando ese pequeño libro autoeditado, casi nadie hubiera llegado a él”.

Tras el éxito arrollador de aquel primer libro, publica su segundo poemario, Tu lado del sofá, un canto a la magia de lo cotidiano, al pequeño lugar que ocupa cada uno y una en el mundo, en el que sus lectores encontraron de nuevo a la poeta rebelde, enamorada de la vida, que confía en que la poesía puede cambiar el mundo. La pasión y la sinceridad que destilan sus poemas y la cercanía de versos como el “Vive, joder. Vive” han conectado a Patricia con lectores de todos los ámbitos. Actores, modelos [la maniquí grancanaria Ariadne Artiles figura entre sus fans], artistas o poetas como Benjamín Prado y Karmelo C. Iribarren han citado sus versos como ejemplo de originalidad y fuerza poética. Todos se han sentido representados en su original forma de hacer poesía trufada de nuevo de propósitos, miedos, quejas, denuncia, pero también amor, mucho amor por la vida, por los detalles, por las cosas pequeñas, porque la realidad nunca se desligue de ella misma.

Y en esa realidad juega un papel importante su origen canario. “Canarias es la meta”, responde cuando se le interroga sobre la influencia de las Islas en su proceso creativo, región donde vivió hasta los nueve años. “Cómo me sentía yo en esa época es el punto que nunca pierdo de vista. Cuando todo se complica, vuelvo ahí, recuerdo lo importante y me siento a salvo”. Patricia Benito recuerda que en su Gran Canaria natal “tenía la mejor vida del mundo. Mis recuerdos allí son los más felices que se pueden tener. Mis padres”, dice, “eran muy jóvenes. Se turnaban para poder cuidarme mientras trabajaban y estudiaban. Mi madre hacía prácticas de enfermería y mi padre me llevaba en el capazo a las asambleas. Vivía en la urbanización Parque Central, por la Avenida de Escaleritas, y estudiaba en el colegio Arenas; tengo recuerdos buenísimos allí”.

“Cuando yo tenía nueve años, a mis padres les surgió la oportunidad de trabajar en La Rioja y decidieron ir allí porque casi toda mi familia estaba en la Península”, dice sobre una circunstancia que, físicamente, la alejó de su tierra natal. Sin embargo, sentimentalmente, aquel nexo perdura como refleja el hecho de que, sin habérselo solicitado, Patricia Benito enviara para este reportaje en un medio de comunicación de las Islas imágenes de su infancia en Las Palmas de Gran Canaria.

“Creo que ni me dio tiempo a sentir vértigo porque fue todo muy rápido”, reconoce sobre su inesperado inicio literario. “Una vez que ya había escrito bastante, decidí que quería aprender cómo se hacía un libro. Pensé que podría ponerlo bonito para que fuera algo que quedase en el tiempo. Yo qué sé, imaginaba a mi primos pequeños o a sus hijos toqueteando ese libro dentro de muchísimos años diciendo que lo había escrito yo. En ese momento en el que me veía tan chiquitita y tan poco importante necesitaba acabar algo para darle un poco de sentido a que estuviera ahí”.

“Recuerdo”, prosigue, “que tenía que hacer trescientos ejemplares, que era el mínimo que me pedían en la imprenta, y también recuerdo hacer una lista con mis padres para ver cuántos nos iban a sobrar después de contar a toda la familia. Me sobraban casi todos, pero aun así los hice y los puse a la venta en una tiendita online de papelería que yo había montado. No sé cómo ni por qué la gente empezó a comprarlo y a recomendarlo porque yo no tenía apenas visibilidad, pero en cuestión de pocos meses tuve que hacer hasta cuatro ediciones. También tuve mucha suerte porque me crucé en el camino con el creador de Natura”, continúa la autora, “que hizo un hueco para el libro en sus tiendas porque le había gustado mucho. No es nada fácil que una obra autoeditada esté en librerías y que él le diera esa oportunidad fue importantísimo. Nunca olvidaré el día que me dijo que compraba algunos ejemplares para ponerlos en sus estanterías, no pude dormir de lo emocionante que me parecía todo. Fue muy generoso y muy bueno. Unos meses después me llamó Mónica Adán, de Penguin Random House, para ver si quería reeditar Primero de Poeta con ellos para su colección Verso&Cuento. Y ya llevamos tres libros juntas”.

Benito confiesa que a la hora de sentarse a escribir se nutre “de todo lo que he vivido o sentido en algún momento. Los sentimientos son lo mejor que tenemos, aunque no siempre son fáciles de administrar. Poder ponerlos sobre papel me ayuda a darme cuenta de lo que me pasa. En cierta forma, es como ver las cosas desde fuera, te da perspectiva y un poco de calma. Antes siempre dejaba que se hicieran una pelota dentro que luego se volvía ingobernable. Tiendo a esquivar las cosas complejas”, admite la autora que sólo en su cuenta de Instagram, bajo el nick @labenitoescribe, tiene 147.000 seguidores.

“Internet ayuda a tener una relación más directa e inmediata con tus lectores y te brinda un escaparate mucho más amplio”, dice Benito sobre el papel que juega el escaparate digital en la difusión de su obra. “Yo puedo escribir algo un domingo por la noche y alguien al otro lado del mundo lo puede estar sintiendo casi a la vez. O alguien de mi barrio. Al final te sirve para unirte con la gente. Usamos las redes para expresarnos y eso también ha hecho que la gente comparta escritos, propios o de otros, que han ido tejiendo una red inmensa. Mis libros han ido por ella y es casi mágico poder llegar a tantos rincones. Y no, no es algo exclusivo de España. En mi caso, en latinoamérica también tengo muchos lectores”.

“A mí las redes me ayudan a no perder el contacto con la gente y a nutrirme de sus historias. También me sirven para poder contarles todo lo que va pasando, para escuchar lo que me proponen o lo que sienten... Y, por supuesto, sirven para crear una comunidad que, si le gusta lo que haces, te acompaña en la aventura y en parte la hacen suya. Cada vez que alguien comparte lo que hago, hace que sea un poquito más grande y esté más vivo”.

Corrige cuando se le pregunta por qué dice que se le debe quitar a la poesía el halo romántico con el que siempre se ha relacionado. “Nunca he dicho eso. Tal vez se refiere a una entrevista que me hicieron sobre Louise Glück y su cambio de editorial tras ganar el premio Nobel. Lo que dije fue que si romantizamos la profesión de escribir, acabaremos haciéndola cada vez más precaria. Y ya es casi imposible vivir de ello. Entiendo que hay una parte de la creación que debe ser libre y, para mi gusto, lo más pura posible, pero a partir de ahí, lo de hacer las cosas ‘por amor al arte’ no debería estar tan idealizado. Se puede amar el arte y querer comer también”, responde.

“La poesía siempre ha estado ahí y siempre va a estar”, argumenta cuando se le pregunta si el creciente interés por este género literario es sólo una moda o, al contrario, ha llegado para quedarse. “Tal vez se deje de compartir tanto en redes y tal vez desaparezcan algunos de los que escriben para ellas, pero la poesía va a seguir ahí para quien la necesite. El resto buscará su sitio en otro lado”, dice este fenómeno superventas que parece más feliz por escribir y casi vomitar su existencia en cada palabra que por el éxito que por fin le permite subsistir de algo que realmente le gusta.

“Pues estoy muy feliz esperando a que salga”, cuenta sobre su nueva obra, la tercera. “Estoy disfrutando tanto el proceso de este libro que por un lado no quiero que se acabe y por otro lado estoy deseando que llegue mayo ya. Es la primera vez que no tengo miedo”, confiesa Patricia Benito. “Normalmente me cuesta mucho dejar que lean lo que escribo. No sé qué me traerá Cada noche te escribo”, reconoce, “pero yo me siento muy bien con lo que he hecho, aunque es un libro que me hubiera gustado no tener que escribir nunca”, confiesa.

Frente a ese pudor, la realidad, la suya propia, ha ido propiciando que Patricia Benito se vaya desprendiendo cada vez con más facilidad. “Atea, de izquierdas e irónica. La de la última fila de clase y la del fondo de la barra. Bastante fiel para la media. Hasta que no me tomo le primer café ando convencida de que el mundo se puede cambiar. No me quedo mucho tiempo en gente que tiene las ganas gastadas o en otro sitio. Estoy empezando a pensar que es la zona de confort la que no quiere quedarse conmigo”, concluye fiel a su popular y exitoso verso: “Vive, joder, vive”.