No encierran el atractivo de esos nobles edificios en piedra y madera con blasones y escudos de armas en sus fachadas. Tampoco atraen las miradas como lo hacen esos magníficos templos que aspiran a tocar el cielo. El patimonio industrial, por el contrario, representa un conjunto poco valorado, que se asocia a lo antiguo, a lo viejo y que estéticamente resulta escasamente reconocido. Es, por tanto, un patrimonio frágil y amenazado, desatendido y despreciado, que en gran medida se encuentra en una grave situación de abandono. Y eso que es relativamente joven, integrado por materiales recientes que, en el caso de Canarias, abarca un periodo de tiempo que va desde finales del XIX hasta la década de los sesenta del siglo pasado.

Lo cierto es que los mayores suelen relacionar los testigos de este patrimonio con épocas de sacrificio, de escasez y penurias. Quizá por eso, siempre han llevado aparejada una connotación negativa. Con todo, este conjunto de bienes muebles e inmuebles ilustra una época de nuestra historia que enriquece la memoria del trabajo y del esfuerzo.

En su contra, los inmuebles que se ubican en el centro de las ciudades, inscritos en la trama urbana, representan un obstáculo, una rémora para el desarrollo urbanístico y son en consecuencia presa fácil para el afán especulador. La solución siempre suele ser la misma: el derribo y la desaparición. Fue el caso de la antigua fábrica de gas, ubicada en la por entonces zona de extraradio del bario santacrucero de Los Llanos, y también de las conserveras de pescado localizadas en La Rajita, La Gomera. Aquella fábrica de gas de Santa Cruz de Tenerife (1907-1975) fue una planta promovida por una empresa alemana que se construyó en el Llano de los Molinos, lindando con la calle Regla o camino del Lazareto. Demolida el 24 de abril de 1993. En el lugar que ocupaba se construyó la estación de guagas y posteriormente el actual intercambiador.

La doctora Amara Florido comenzó su particular y solitaria aventura en 2009, a partir de una propuesta que le planteó al Gobierno de Canarias. A día de hoy ha terminado los inventarios de Tenerife (1.018 bienes); Gran Canaria (1.014 bienes) y Fuerteventura (286 bienes), y está a punto de finalizar el de La Gomera. El resultado se sintetiza en una base de datos objetiva, en la que se contienen criterios de conservación, importancia histórica y relevancia científica y que, en buena medida, representa un trabajo de arqueología industrial.

“Estos inventarios suponen una herramienta de gestión para conocer la magnitud y el valor de estos bienes, y activar de esta manera politicas eficaces de salvaguarda de aquellos elementos más relevantes”. Espera que la inclusión de este patrimonio en la reciente Ley de 2019 se traduzca en una mayor sensibilización por parte de las administraciones.

La industria de la alimentación. Reúne las catalogadas como industrias domésticas urbanas, equipadas con máquinas y motores para el desempeño del oficio, ligados a la tradición familar y que hoy día arrastran un serio hándicap: la falta de relevo generacional. Los molinos de gofio y de agua son sin duda los más importantes por su cantidad. La mayoría se encuentra en un estado de conservación preocupante y sus materiales presentan un cuadro ruinoso, como es perceptible en zonas como Granadilla, San Miguel de Abona y localizaciones del norte de Tenerife.

Molinos de agua. En el Valle de La Orotava, los molinos comenzaron a fabricarse en el siglo XVII, aprovechando las aguas del canal de Aguamansa. El municipio norteño cuenta en la actualidad con un proyecto orientado a crear un centro de interpretación. A propósito, ya ha adquirido el molino de Josefina y ha entablado contacto con los propietario del molino de Las Cuatro Esquinas. Otros, en cambio, no han corrido la misma suerte y han ido desapareciendo .

Molinos de viento. Existe uno en Santa Cruz de Tenerife que conserva su estructura original, y también los hay en Tegueste y Fasnia.

Molinos de fuego. Son aquellos que están activados por motores de combustión. Muchos ya han clausurado su actividad.

Fábricas de turrón y chocolate. La más popular es la de Santa Rosa y a ella se suman fábricas de chocolate, como La Legalidad; molinos de cacao y dulcerías, caso de López Echeto y La Princesa, en La Laguna, que aún trabaja con maquinaria original.

Destilerías. La destilería de San Bartolomé de Tejina se fundó en 1948, cuando Alfredo Martín Reyes, José Rodríguez Tascón y la sociedad Hijos de Juan Rodríguez S.A. se unieron para hacerla realidad. Conserva todo el equipamiento original.

Azucarera de Daute, en Los Silos. Fue fundada a finales del XIX por la compañía inglesa The Ycod and Daute Estate Company Limited, y se dedicaba al tratamiento de la caña de azúcar para la elaboración de ron. Destaca la chimenea del ingenio, troncopiramidal, conocida como La Torre, que se mantuvo en actividad hasta finales de la primera Guerra Mundial. Hoy en día hace funciones como empaquetado de plátanos.

Lagares. Un ejemplo singular se encuentra en Candelaria, en la bodega de Chivisaya, donde luce una magnífica prensa hidraúlica, de finales del XIX, realizada en Alemania y que llegó a la Isla a comienzos del siglo XX. Estuvo en activo hasta el año 1960 y esta estudiosa la considera “una auténtica pieza de museo”.

Arquitectura agrícola

Estas infraestructuras, asociadas a renglón de la agricultura de exportación, centrada en prodctos como plátanos y tomates, que constituyeron uno de los ciclos económicos más florecientes en la historia del Archipiélago, desde finales del siglo XIX y hasta entrada la década de los sesenta.

Almacenes de empaquetado. En Tenerife reciben el nombre de salones y en La Gomera son conocidos como talleres. Se trata de construcciones peculiares que siguen un prototipo definido: naves de planta rectangular amplias, diáfanas, funcionales y una cubierta a dos aguas con tejas, las más antiguas, y techado de zinc o uralita, las más modernas. Se trata de edificios muy versátiles, que tanto pueden albergar restaurantes como supermercados. En el caso de Arucas cumple la función de tanatorio.

Almacenes de Sixto Machado en Candelaria. Un complejo industrial amurallado que concentra cinco almaneces en el casco urbano de la villa. El interior está derrumbado. El ayuntamiento ha adquirido este inmueble en la idea de convertirlo en un espacio cultural y de ocio.

La industria del humo: el tabaco

Tiene una gran importancia, con una destacada presencia en la propia capital tinerfeña. Ciertamente han desaparecido muchas industrias ligadas a este tejido productivo, pero existen otras que por sus valores estéticos llaman la atención. Es el caso de la fábrica La Lucha, edificio encargado por el comerciante Manuel López Luis al arquitecto Domingo Pisaca para un uso mixto: la instalación de una fábrica de tabacos y viviendas. Pusieron toda la intención y su talento para dismular la actividad fabril. Son construcciones de interiores luminosos con el fin de facilitar el trabajo de las cigarreras.

Secaderos de tabaco. También se han inventariado, como el que que se levantó en 1878 en Granadilla, construido por José García Torres, uno de los cosecheros de tabaco más importantes de la comarca de Abona, coincidiendo con el despegue de este cultivo como alternativa a la crisis de la cochinilla. El ayuntamiento lo ha reconvertido en un gran espacio polivalente y multiusos.

Industrias de la madera

Todos los municipios cuentan con lo que puede llamarse un kit considerado básico: molino, panadería, carpintería, herrería y cine.

Carpinterías. La fábrica La Moderna, ubicada desde 1902 en la calle Méndez Núñez esquina a la del Pilar, frente al parque García Sanabria, es un ejemplo vivo. Conserva parte de su equipamiento mecánico.

Serrerías. Son menos conocidas. Hubo una industria de estas características en Santa Úrsula. Se trataba de un solar acondicionado para almacenar material para la construcción, que permaneció activo hasta los años sesenta del pasado siglo. La compañía fue fundada por un vigués, Constantino Candeira, quien junto a su hermano Matías fueron capaces de consolidar industrias de la madera, almacenes de cereales y hornos de fundir piedra calcárea para hacer cal viva, algunas de estas industrias iniciadas por su padre. Las sierras eran de fabricación francesa y algunas otras valencianas, Trabajaban con troncos traídos de los montes que se aserraban para convertirlos en tablones para invernaderos y embalajes de cajas para fruta, los huacales.

Herrerías. Estaban dedicadas a la reparación y fabricación de aperos de labranza, útiles para galerías de agua, pozos... Una de las más antiguas estuvo en Icod. Como dato curioso, su propietario usaba un mono amarrado a una cadena para activar el fuelle.

Hornos de cal. Suelen situarse en la costa. En Playa San Juan (Guía de Isora) se construyó uno en 1950. También los hubo en municipios como Los Silos, Buenavista y en el Puerto de la Cruz, un conjunto denominado de Las Cabezas. La cal se utilizaba como bactericida para blanquear el azúcar de los ingenios y encalar las paredes de las casas. TamHorno en los altos de Arico, en medio del monte, que mandó a construir un ingeniero alemán para calcinar los sedimentos de piedras acumulados en la galería La Sorpresa. Estuvo activo hasta 1965.

La industria de la energía

Hay testigos incontables en Tenerife de cómo la tecnología se aplicaba en la producción energética.

Infraestructuras hidráulicas. Este conjunto lo forman pesadores de agua, estaciones de bombeo, elevadores y, fundamentalmente, galerías y pozos. El Consejo Insular de Aguas tiene censadas unas 1.500 excavaciones subterráneas en la isla de Tenerife destinadas a la extracción de agua, de las que 1.200 se corresponden con galerías. La imagen actual es desoladora, con salas de máquinas que han sido víctimas del saqueo y el expolio, ante la desisdia y la pasividad de sus propietarios.

Uno de los pozos más maravillosos es el de la Viuda de Machado, en el Puerto de la Cruz, donde el tiempo parece detenido. Hasta se percibe el olor a gasoil. Se conservan siete motores, con unos volantes de dos metros de altura, únicos en Canarias, y detrás de ellos una panoplia, una tabla de 5 metros que servía para colgar las llaves.

Electricidad. La primera ciudad de Canarias que dispuso de energía eléctrica fue Santa Cruz de La Palma, en 1886, y la segunda, La Orotava. El 1 de diciembre de 1894, gracias a un proyecto de minicentral hidroeléctrica promovido en 1892 por el polifacético empresario granadino Ricardo Ruiz Aguilar quien convenció a un grupo de ciudadanos para que lo acompañaran en la operación energética renovable mediante la constitución de la Sociedad Eléctrica Orotava (SEO). El contrato administrativo duró veinte años, hasta 1914, y aprovechaba las aguas que había contratado con el Heredamiento de La Orotava para generar electricidad mediante un salto hidráulico diseñado en el punto conocido como Hacienda Perdida.

La central de Icod de los Vinos. El ayuntamiento pretendió instalar un museo, aprovechando el espacio este edificio pero no hubo acuerdo con la empesa nelco-Endesa. En su interior se conserva una pieza destacada, un motor sueco Bolinder, que ha sido objeto de acciones vandálicas, centrada en el robo de sus tuberías de cobre.

También estuvo instalada una hidro en Güímar en 1927, que finalemente ha sido restaurada y está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC).

Refinería de Cepsa. Instalada en 1930 (el año pasado cumplió 90 años en Santa Cruz de Tenerife) ocupa una superficie de 500.000 metros cuadrados. En 2018 se llegó a un acuerdo con el ayuntamiento para transformar estos terrenos en el Santa Cruz Vede 2030. Atesora un material de gran importancia patrimonial: la torre de agua, la primera antorcha, la casa de piedra... El almacén general es otra de las joyas del patrimonio industrial. Es un edificio que se sigue utilizando y representa una construcción singular. De planta rectangular, con pilares y cúpula abovedada, está incluido en el catálogo que la Fundación Docomomo Ibérico considera de interés.

La doctora Amara Florido lanza un sentido llamamiento: “Cuando vayan a desmontar la refinería no arrasen con todo y mantengan los elementos más singulares, por favor”.

Espacio Cultural El Tanque. Ejemplo de reconversión de un depósito de carburante de 1949, de 50 metros de diámetro. En 1997 lo adquiía el Gobierno de Canarias para destinarlo a espacio cultural y lo abre al público el 17 de julio de aquel año. Su valor documental y representativo, como muestra de la historia industrial de la ciudad, se aúna con el valor estético del espacio, que ha recibido el Premio Regional de Arquitectura Manuel Oraa y Arocha 1998 (Colegio de Arquitectos), así como el Premio LAUS’99. Asimismo fue seleccionado en los premios Iberfad en el año 1998 y distinguido en la V Bienal de Arquitectura 1999, organizada por el Ministerio de Fomento y el Consejo Superior de Arquitectos de España.

El carbón. Destacan las naves carboneras de Valleseco y su pressencia está relacionadas con una de las actividades portuarias más importantes del archipiélago desde mediados del siglo XIX hasta la aparición de los motores de combustión interna en el siglo XX: el aprovisionamiento de carbón para los buques de línea que surcaban las aguas del Atlántico.

En la actualidad han sobrevivido el muelle de Carbones de Tenerife y las instalaciones de Cory. De esta última empresa quedan en pie dos naves de las tres originales, la otra desapareció con la construcción de la carretera a San Andrés.

Se trata de estructuras prefabicadas con cubiertas curvas y planchas de acero galvanizado. El muelle de piedra y madera, que todavía conserva parte de los raíles por donde discurrían las vagonetas del carbón, y las grúas (existe un testigo frente a la Escuela de Náutica) servían para cargarlo en barcazas, que eran remolcadas por un pequeño vapor hasta acercarlas a los navíos donde eran descargadas.

La carbonera más importante Hamilton and Co., George Davidson y Ghirlanda Hnos. Otra de las más importantes fue Cory Brothers. En la parte izquierda, cerca del puente de la vieja carretera, son perceptibles las ruinas de las antiguas carboneras de Hamilton.

Artes gráficas y cine

Existe una gran cantidad de máquinas y herramientas destinadas a las tareas de impresión. Se conservan restos de imprentas, como la de Castro Rodríguez, en Icod, o de Litografía Romero. de linotipias, como la que se conserva en el periódico EL DÍA.

Cines. Aquellos cinematógrafos de barrio y de pueblo quedan en el recerdo. La mayoría han desaparecido y al cerrar su actividad se convierteb en inmuebles apetitosos. Afortunadamente, algunos proyectores se han mantenido y restaurado gracias a la importante labor de la Filmoteca Canaria.

Iconos industriales

Del catálogo patrimonial, la doctora Florido ha seleccionado los que considera sus iconos patrimoniales.

Estación de bombeo de La Gordejuela. Es una de sus debilidades. Ubicada en el Paisaje Protegido de la Rambla de Castro, en Los Realejos, se trata del complejo hidráulico más importante de Canarias. Lo mandó a construir Hamilton & Cia. en 1902 y en el 1905 se finalizó la obra. Está compuesto por una sala de calderas en la parte superior; la vivienda del maquinista; un estanque para conducir el agua con 12 kilómetros de atarjeas que llegaban a la parte superior del edificio y la sala de máquinas, que por documentos sabemos que ocupaba la última planta y que ha permanecido viva.

La sala de máquinas se eleva 40 metros sobre un acantilado, sobre el que se apoya.El edificio cuenta con 25 metros de altura, con cinco plantas y cubierta a dos aguas. El elemento más singular es su óculo central. “A la vista, da la sensación de que el conjunto ha sufrido el impacto de una bomba”.

Esta estación contó con el primer motor de vapor que conoció Tenerife y que se utilizaba para elevar el agua desde la base del complejo hasta la parte superior para desde ahí impulsarla para el regadío los cultivos.

Vapor correíllo La Palma. Buque de vapor dedicado a la comunicación interinsular que transportaba correo postal, carga y pasajros. Es el único superviviente de los seis navíos de su clase que navegaron por aguas canarias. Fue construido en los astilleros William Harkess & Son LTD. de Middlesbrough, Inglaterra, donde también se armó el Titanic, y fue botado en el río Tess el 15 de febrero de 1912, tres días antes que el famoso trasatlántico, y hasta el año 1976 surcó las aguas canarias. Fue adquirido por el empresario Jurgen Flick, quien lo cedió al Cabildo de Tenerife, siendo presidente el socialista Segura Clavell. Desde 1986 hasta 2008 permaneció varado en los astilleros de Nuvasa. Gracias a la Fundación Correíllo La Palma, creada en 2003, se ha acometido un proyecto de restauración de los espacios interiores y la maquinaria. Ha sido el primer buque español catalogado de histórico. Permanece atraracado en el Muelle Norte.

La chimenea del antiguo tranvía. Se destruyeron las cocheras y la estación central del antiguo tranvía. El único testigo vivo de aquel tiempo es la chimenea, de más de 36 metros cuadrados, troncocónica y realizada en ladrillo refractario que se integra en el espacio de una plaza pública. Se utilizaba para expulsar el humo de las calderas que generaban la electricidad necesaria para el funcionamiento del tranvía. Hoy es objeto de pintadas y grafitis. La chimenea se ha restaurado, pero la boca no es la original.

Almacenes de empaquetado de la Sociedad Agraria de Transfomación (FAST) en Garachico. Situado en plena línea de costa, expuesto a los duros embates de la mar. El conjunto está integrado por tres naves perpendiculares y conectadas en su interior que se levantaron en 1930. Desde hace años no cumple la función para la que fue creado. Una parte está dedicada a almacén municipal y otra como espacio transitorio para el almacenamiento de plátanos. Uno de lo elementos que refuerza la importancia de este icono es el pescante que está emplazado en la parte posterior y que precisa una intervención urgente de reconstrucción y mantenimiento. Antiguamente tenía un tinglado mecánico, pero en 1951 se lo llevó la mar. Quedan stos de los viejos raíls por donde discurían los vagones que transportaban la carga. El edificio lo adquirió el consistorio en diciembre de 2017. El proyecto contempla la rehabilitación y acondicionamiento del entorno del empaquetado que se encuentra en plena TF-42.

El semáforo de Igueste. El semáforo eléctrico de la Atalaya de Anaga, en Igueste, sería uno los veinte primeros que se construyeron en la costa española, por Real Orden el 9 de junio de 1884. Se levanta a fines del siglo XIX en los altos de Anaga. Construido en toba roja del país,daba aviso a los navíos que se acercaban peligrosamente a la costa y alertaba a la población sobre peligros. Contaba con un cuerpo rectangular, con dos viviendas de dos habitaciones, otro cuerpo rectangular adosado al anterior, que servía de vivienda al ordenanza, y un tercero de planta hexagonal con ventanales destinado a observatorio. Incluía dos aljibs y un horno de pan, y un camino que serpenteaba hasta un pequeño embarcadero en la playa de Igueste. El conjunto se completaba con un mástil de 16 metros de altura, coronado por un pararrayos, donde se izaban las banderas de señales. Dejó de funcionar en el año 1892. Hoy por hoy figura en la lista roja de la Asociación Hispania Nostra.como patrimonio en peligro serio de desaparición.