“Habrá acceso libre a buenos empleos y un salario decente para los malos empleos que las mujeres han estado desempeñando, entre ellos el trabajo doméstico (...). Las mujeres ocuparán la mitad de los cargos electos del país, y la presidencia misma de vez en cuando, y entonces los problemas de machismo se habrán reducido enormemente (...). Las mujeres solteras tendrán derecho a seguir siéndolo sin que se las ridiculice (...). A las lesbianas y los homosexuales ya no se les negará la posibilidad de casarse legalmente”. Cuando Gloria Steinem escribió en las páginas de la revista Time sobre un futuro sin desigualdad de género, en agosto de 1970, seguro que era consciente de que hacerlo realidad no sería tarea fácil ni rápida; no podía caberle duda alguna de que haría falta mucho tiempo para lograrlo.

Sin embargo, probablemente no pudiera imaginar que 50 años después ella misma seguiría situada al frente de esa lucha no resuelta, aún conocida informalmente como la Feminista Más Famosa del Mundo, y convertida tanto en icono de la cultura pop como en motivo de varios homenajes en forma de ficción. Y si su figura era solo parte de un reparto coral en Mrs. America, la serie estrenada meses atrás en HBO y centrada en las batallas feministas que tuvieron lugar en Estados Unidos a principios de los 70, ahora es protagonista absoluta de The Glorias, la película biográfica que repasa su vida desde la infancia y rinde tributo a su batalla contra las expectativas impuestas sobre las mujeres en asuntos como el empleo, la sexualidad o los derechos reproductivos. Protagonizada por actrices como Alicia Vikander —que encarna a Steinem al inicio de su adultez— y Julianne Moore —que le da vida en sus años de madurez—.

La niñez es una época capital en su biografía. La pasó durante los años de la Depresión, obligada a practicar el nomadismo a lo largo de EEUU porque su padre, Leo, era patológicamente incapaz de permanecer en un mismo lugar lo suficiente como para echar raíces. Como consecuencia, su madre, Ruth, sufrió graves daños psicológicos que se prolongaron hasta mucho después de su divorcio. Una y otra vez la pequeña Gloria fue testigo del desdén con el que los doctores ninguneaban la enfermedad de su progenitora y así, mucho antes de descubrir el feminismo, se dio cuenta de lo difícil que las mujeres lo tenían en ese mundo. Así lo recuerda ella misma en el libro de memorias Mi vida en la carretera, el texto en el que The Glorias se basa.

Steinem se inició en la militancia a través del periodismo, y su primer artículo de relieve fue un reportaje para Esquire sobre la anticoncepción; era 1962 y la píldora empezaba a estar en boca de todos, aunque pasaría una década más antes de que estuviera disponible para todas las mujeres sin importar su estado civil. Fue un año después, eso sí, cuando llevó a cabo la investigación que marcó su reputación durante años: un mes entero permaneció encubierta en el Club Playboy de Nueva York, ejerciendo de conejita para indagar en la explotación y el acoso sexual a los que las mujeres eran sometidas en el imperio de Hugh Hefner. Convertida en algo parecido a una celebridad, inició una colaboración con el semanario The New York Magazine de la que surgieron artículos sobre asuntos como el aborto ilegal —ella misma, confesaría años después, se sometió a uno en 1957— y la intersección entre el sexismo y el racismo, y que culminó en 1972 con el nacimiento de una nueva revista. Cofundada por Steneim junto a otras activistas como Dorothy Pitman Hughes y Mary Peacock, durante 15 años Ms. fue lectura obligada para mujeres progresistas, el espacio donde se discutían cuestiones que otras publicaciones consideraban tabú.

Ataques de todos los frentes

Por entonces Steinem era objeto favorito de ataques por parte de la izquierda y la derecha y de hombres y mujeres, y lo siguió siendo durante mucho tiempo después. Se la cuestionaba incluso desde algunos sectores del activismo, que la veían demasiado atractiva y glamurosa como para ser genuina —Newsweek la llamó “la muñeca Barbie de la contracultura”—. Las divisiones en el seno del feminismo eran tales, de hecho, que se la considera en parte responsables del fracaso de la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA), proyecto legislativo que debía revocar más de un millar de leyes que amparan la desigualdad de género en EEUU y que, pese a los esfuerzos del activismo de los 70, aún sigue en espera de ser aprobado.

Inmune a las críticas, particularmente virulentas a principios de los 90 a raíz de su relación con el magnate inmobiliario Mort Zuckerman —muchos consideraron hipócrita que una defensora de ideales progresistas se acostara con un rico capitalista—, Steinem ha pasado las últimas cuatro décadas viajando de forma constante por el mundo promoviendo su causa. Y llegado el momento se ha convertido en ejemplo para la nueva ola feminista surgida con el #MeToo, y en un recordatorio de todo cuanto al movimiento por la igualdad le queda por hacer.