Varios años de trabajo y la encomiable labor del equipo de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias han hecho posible que la obra de Delhy Tejero (1904-1968) pueda verse por primera vez en Canarias. En total, una selección de 21 piezas cuelgan hasta el próximo 30 de enero en el museo de la calle San Agustín, en La Laguna. La artista, nacida en Toro, Zamora, fue una mujer adelantada a su tiempo que mantuvo una independencia personal y creativa insólitas. Su presencia en las Islas se justifica en la estrecha amistad que mantuvo con algunos de los creadores canarios más destacados. Entre ellos destacan el gomero José Aguiar y el tinerfeño Óscar Domínguez. Con el primero cruzó innumerables misivas que por suerte aún se conservan. Con el segundo coincidió y expuso en París.

El horario de visita de la exposición se extiende de lunes a viernes de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. Los sábados, la sala de exposiciones temporales de la entidad también abre de 10:00 a 14:00 horas. Asimismo, la Fundación organiza periódicamente visitas comentadas para un máximo de seis personas con todas las garantías de seguridad sanitaria y las habituales actividades escolares se están realizando a través de un sistema de emisión en streaming.

En el museo lagunero llevaban tiempo intentando que esta exposición fuera una realidad y lo han logrado gracias a la colaboración de los descendientes de la creadora. Todas las piezas que pueden verse en sus instalaciones —realizadas en el período comprendido entre 1937 y 1964— pertenecen al legado familiar de Tejero. De hecho, desde la Fundación agradecen expresamente su ayuda. Especialmente a María Dolores Vila Tejero e Inés Vila Vandangeon.

“Delhy Tejero se merece estar en la Fundación Cristino de Vera. En su época gozó de un prestigio enorme, especialmente entre los años 20 y los 60. La llamaban de muchísimos lugares. Se dedicaba a la pintura mural y la requerían en distintas entidades públicas y privadas. Comenzó siendo ilustradora y es una de las grandes firmas de la gráfica española”, destaca la directora del Cristino de Vera, Clara de Armas. “Tiene una vida interesantísima”, apostilla.

Figura clave de la modernidad española, Delhy Tejero estuvo vinculada a la Generación del 27. Este proyecto expositivo, que lleva el nombre de la autora, tiene una doble vocación. La muestra está comisariada por el catedrático de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de La Laguna (ULL) Fernando Castro Borrego. No solo ofrece un recorrido por la evolución pictórica de Tejero sino que aborda también su universo poético y planteamiento existencial. En este esquema han jugado un papel igual de importante los diarios escritos por la pintora a lo largo de buena parte de su vida, Los Cuadernines, y los archivos fotográficos cedidos por la familia. De esta forma, son sus propias palabras las que guían al visitante por sus magníficas creaciones: sus brujitas, su desgarrador dolor por la España rota por la Guerra Civil, los retratos de sus sobrinos, sus autorretratos, las geometrías y los paisajes. Todo eso está en La Laguna para reivindicar una figura única que hace años empezó a diluirse pese a ser una de las artistas más destacables del siglo XX.

Sus creaciones se defienden solas, pero tras su fallecimiento a finales de los 60 su nombre se quedó en un inmerecido segundo plano

“Realmente no es una artista que haya jugado un papel central. Ha tenido un cierto carácter marginal que puede empezar a cambiar”, detalló el comisario. “Este proyecto es una especie de rescate de su figura, aunque se hicieron exposiciones y antológicas tras su muerte. Este es, sin embargo, uno de los mejores intentos que se han hecho. Al menos tan intencionales y con el apoyo de la familia. Hay que destacar la ayuda de una de sus sobrinas, María Dolores, que es una conservadora del Museo de Artes Decorativas de Madrid”, explicó.

Sin embargo, la obra de Delhy Tejero, asegura Castro Borrego, se defiende sola. “Es muy interesante y no hay que hacer ningún esfuerzo adicional o intelectual para justificarla. De ninguna manera, ni como artista ni como mujer”, insiste.

Por propios méritos, Tejero debería haber ocupado un primer plano. Su independencia y el hecho de que no se quisiera circunscribir a un único movimiento artístico parecen estar detrás de esa inmerecida desmemoria. “En realidad, esta es una de las labores que ha realizado en los últimos tiempos la Fundación Cristino de Vera con artistas muy interesantes pero que se salen del foco principal”, asegura el catedrático.

Lo más curioso sobre la figura de Tejero es que en su día fue una de las artistas más buscadas. “A Delhy Tejero la llamaban para todo”, asegura De Armas. “De hecho, fue la primera artista española en tener su propio museo. Fue en los años 70, después de su fallecimiento”. Ese centro, inaugurado en Toro, su pueblo natal, gracias al impulso de su familia tuvo que cerrar hace unos años por la falta de apoyos públicos. Además de una artista innegable, fue una mujer única y pionera en varios campos, ámbitos y facetas. Viajó, se formó en las mejores escuelas de Europa y se codeó con los grandes creadores e intelectuales del momento. “Desde aquí invitamos a todos a que se lean sus diarios. Vivió libre, fue una mujer independiente”, resalta la directora del centro lagunero.

Fue la primera artista española en tener su propio museo gracias a su familia; esta cerrado desde hace algunos años por la falta de apoyos públicos

También tuvo su particular relación con Canarias: su amistad con artistas como Aguiar o Domínguez. “Fue una relación accidental. Mantuvo una buena amistad con José Aguiar. Los dos eran grandes especialistas en pintura mural y Aguiar es uno de los grandes cultivadores de este género. Tejero fue profesora de la Escuela de Bellas Artes de Madrid en la especialidad de Pintura Mural. Quizás por eso estaban muy cercanos en sus intereses y aficiones. Hay una correspondencia muy intensa entre ellos”, detalla Castro Borrego. En cuanto a Óscar Domínguez, Tejero se encontró con él en París. “Óscar la promociona y le ayuda a participar en la exposición El sueño en el arte, una de las grandes muestras del surrealismo. A partir de ahí también hay una relación que tiene que ver con el gran descubrimiento de Domínguez en el arte de la pintura, la decalcomanía. Algo que curiosamente Delhy Tejero cultivó antes que él”, precisa. Pese a que tenía grandes afinidades con el movimiento surrealista, nunca terminó de sentirse parte de ningún grupo, aspecto que quizás ha contribuido a que haya permanecido en un injustificado segundo plano. Delhy Tejero transitó desde la figuración a la abstracción y podría haber sido incorporada a los grupos de arte abstracto que se desarrollaron a finales de los años 50. “Toda esa pintura tenía una connotación política y eso es un discurso añadido que ella no estaba dispuesta a aceptar: enajenar su libertad en función de ningún fin externo”, concluye el comisario.