La situación social y política en el País Vasco, marcada durante tantos años por la lucha armada de ETA, ha sido contemplada por el cine, y en menor medida por la televisión, a partir de planteamientos bien diversos. Desde 1976, año del primer y único filme desde la óptica franquista realizado sobre el tema, Comando Txikia, en torno al atentado de diciembre de 1973 que le costó la vida a Carrero Blanco, hasta hoy, con el éxito de la serie Patria, la filmografía resulta bastante plural y nutrida.

Pero es evidente el actual contexto socio-político vasco ha cambiado considerablemente y la proliferación de títulos cinematográficos y televisivos en el último año invita a pensar en un cambio radical de tendencia y a una aceptación más generalizada de todo lo relacionado con ETA, que parece haber dejado de ser un tema tabú para las ficciones y los documentales.

En el 2020 son cuatro las producciones que han visto la luz: una serie de Movistar + sobre los orígenes de la organización, La línea invisible, estrenada en abril; Patria, disponible en HBO España, cuyo último episodio se estrenó el 8 de noviembre; la serie documental El desafío: ETA, estrenada el 30 de octubre en Prime Video España, y el filme Ane, que explora de manera tangencial el conflicto vasco hace una década.

A estos títulos conviene añadir ETA, el final del silencio, serie de Jon Sistiaga realizada el pasado año para Movistar+, y los largometrajes del 2020 ¿Dónde está Mikel? —documental sobre el joven Miguel Zabalza, a quien la Guardia Civil detuvo creyendo que era un etarra y apareció muerto tres semanas después— y Caminho longe, documental, también, sobre un exiliado de ETA que regresa a España, no arrepentido pero sí derrotado y solo, “porque hemos perdido”, como dice en el filme.

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Contar cosas

La existencia, y gran éxito en algunos casos, de estas producciones audiovisuales, ¿marca de una normalización en cuanto a la representación del tema vasco en las pantallas? Santiago de Pablo, catedrático de la Universidad del País Vasco y autor del libro Creadores de sombras. ETA y el nacionalismo vasco a través del cine, nos contesta: “Ya se habían hecho muchas películas, pero es evidente que ahora hay un boom que coincide con el final de ETA y con el deseo de contar cosas de manera distinta. Y también ha influido el éxito de la novela en que se basa Patria. Con el éxito del libro de Aramburu, la serie no corría riesgos, era fácil imaginar que iba a funcionar”.

El Festival de Cine de San Sebastián ha sido, en los últimos años, el lugar de estreno de muchas producciones centradas en el tema. Para su director, José Luis Rebordinos, “puede que exista la impresión de que todo es estilo Patria, dada su repercusión, pero en este momento todo el mundo apuntala sus posiciones y quiere hacer su propio relato, algo lógico. Ahora podemos empezar a hablar con cierta tranquilidad, aunque haya cosas difíciles de entender, como el caso Alsasua. La violencia y la represión se han calmado, y esta situación permite todo tipo de disquisiciones y ópticas, pese a que sigue existiendo mucho dolor en la sociedad vasca”.

Siempre con rigor

Rebordinos solo pide que los filmes y series sean rigurosos: “Es muy bueno que se hagan ficciones y documentales, y desde distintos puntos de vista, pero siempre con rigor. Creo que hemos de escucharlo todo. Cada visión aporta y nos puede ayudar a que no vuelva a pasar” De Pablo se apunta a esta tesis: “En todo caso, lo esencial es que sean rigurosas y responsables. No existe una visión única, no hay la película o la serie definitiva sobre el tema. Los creadores deben ser conscientes de su responsabilidad”.

Se trata de rehuir visiones sesgadas y esquemáticas como la vertida en Pays Basque et liberté, un long chemin vers la paix, documental de la televisión pública francesa France 3, emitido en abril, que parte de la premisa de que ETA nació como un voluntariado para luchar contra Franco, y en el que llega a decirse que en los años 80 ETA no mataba y era un grupo antifascista, una visión “vergonzosa y partidista”, según Rebordinos. Tras la queja oficial remitida por el Ministerio de Exteriores español al Gobierno francés, el documental fue retirado de la web de la cadena televisiva. La pluralidad es importante, pero con rigor.

Para Joxean Fernández, director de Filmoteca Vasca, “un paso importante para esta normalización ha sido la introducción del humor, aunque inicialmente hubiera detractores. Primero se dio en la televisión, con los sketches humorísticos de Borja Cobeaga y Diego San José para Vaya semanita, el programa de ETB”. Es normal que fuera primero en la televisión, reflexiona Fernández: “Cobeaga comentaba que cuando escribían un sketch, generalmente se grababa al día siguiente, pero si en medio se producía un atentado, lo guardaban. En el cine, los procesos son mucho más largos y costosos. No puedes correr el riesgo de archivar una película porque después de su rodaje se hayan producido atentados y entonces no sea un momento conveniente para estrenarla”.

Fernández recuerda los ataques virulentos que hubo contra el documental La pelota vasca en el 2003 —“este tipo de polémicas ya no se van a producir”—, hace hincapié en que cada sociedad produce un determinado tipo de películas y resume la evolución del cine sobre ETA: “Al principio, en la época de la transición democrática, es un cine poco crítico con ETA. Hay un punto de inflexión a finales de los 90, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en el que los filmes empiezan a incorporar la voz de las víctimas, pero siguen realizándose aproximaciones cercanas a la izquierda abertzale. Ahora, con las series, estamos ante una globalización del tema”.

¿Hasta que punto esta normalidad audiovisual tiene incidencia en las opiniones de la gente? Para De Pablo, “no sabemos hasta que punto puede influir. La sociedad es más consciente de lo que supuso ETA y eso influye en el cine y las series que se hacen, pero a la vez estas producciones también tienen su influencia en la gente”.