Aunque ha trabajado mucho en Madrid, en series como Ciega a citas, Algo que celebrar, El comisario y Allí abajo, Elena Irureta (Zumaia, Guipúzcoa, 1955) nunca se ha querido despegar de su tierra, donde sigue viviendo. En su pueblo natal tiene incluso una casa rural, donde disfruta del "olor a mar" que tanto le gusta. Cerca de allí (en Soraluze) rodó prácticamente todas sus escenas en Patria, la serie de HBO en la que interpreta a Bittori, viuda de una víctima de ETA.

Lo primero, me alegra que se haya recuperado del covid, por el que estuvo ingresada.

Ya estoy bien, gracias. Todavía me da muchísimo miedo cuando veo que la gente sigue sin tener en cuenta lo peligroso que puede llegar a ser esto, que no aprendemos después de todo lo que ha pasado. Todavía me dan respeto los sitios cerrados y con mucha gente, pero hay que ir volviendo a la normalidad.

¿Cómo abordó el personaje de Bittori, a la que prácticamente no vemos sonreír en toda la serie?

Bueno, sí que sonríe al principio, y se llevan bien con Miren y van juntas todos los jueves a tomarse un chocolate a San Sebastián, hasta que la muerte de su marido la transforma en una persona distinta, cínica, desencantada de la vida, con una herida abierta.

Y con un único objetivo para cerrar su dolor: saber quién lo mató, e incluso poder perdonarlo.

No quiere morirse sin saber los detalles y conocer al autor de la muerte de su marido. Eso es lo que la mantiene con vida. Y le dice al Txato [su marido] que la espere, que le vaya calentando el sitio, porque ella no tiene ilusión por vivir.

Tiene muchas escenas hablando con su marido muerto en su tumba.

Al principio, a mí era lo que me parecía más difícil del personaje. ¿Cómo es que habla en voz alta en el cementerio? Luego, en el rodaje, no se me hizo tan difícil, es como si hablara un poco para mí. Al final, es solo una licencia.

Bittori sufre durante toda la serie, pero también el resto de los personajes. No se libra ninguno.

La serie cuenta muy bien cómo la violencia destruye a todos, no solo al que la padece, sino también al que la ejerce y a los que están a su alrededor. Los empapa a todos y las dos familias quedan deshechas.

¿Cree que era importante que los actores de Patria fueran vascos?Patria

No hubiera quedado igual. No hubiera quedado mal, pero sí distinto.

Le da credibilidad, como pasó con Fariña. Aunque la serie sea ficción, usted vivió esos años del País Vasco. ¿Reconoce las situaciones que se plantean? Fariña

¡Claro! Está basada en unos años tremendos que hemos vivido todos. Ibas por la parte vieja de la ciudad y cada dos por tres había una manifestación que terminaba con disparos de pelotas de goma, autobuses quemados... Cuando oías algo, huías. Cuando estábamos grabando, también asustaba.

ETA dejó las armas hace unos años, y todavía cuesta hablar de esa época de violencia en la ficción. ¿Se tenía que haber hecho antes?

Todo tiene su tiempo. Esto se ha hecho cuando se ha hecho y espero que se hagan muchas más cosas con distintos puntos de vista porque, como dice Aitor [Gabilondo, el creador de Patria], este es un relato, pero no es el único.

El exdiputado socialista Eduardo Madina, que sufrió la amputación de una pierna por culpa de un atentado de ETA, ha pedido para usted todos los premios posibles.

Estaría emocionado con la serie. Yo, cuando vi el primer capítulo, me llenó de congoja, no podía dejar de llorar. Toca muchísimo las emociones. Y supongo que a Eduardo más, ya que él mismo sufrió un atentado.

¿Se planteó hablar con víctimas del terrorismo de ETA?

En absoluto. Si estuviera haciendo el personaje de esa víctima concreta... Pero aquí son personajes de ficción, así que los sentimientos y las emociones las tienes que poner tú. Claro que conoces lo que ha pasado. Tengo una amiga que perdió a su marido en esas circunstancias, pero yo no soy ella y tengo que poner mis emociones. Intentamos crear nuestro propio personaje, nuestro dolor, en esas circunstancias.

Uno de los retos de interpretar a Bittori sería tener que recrearla en dos épocas distintas.

Era otra posibilidad que daba el personaje, trabajar dos edades y el cambio que se produce, tanto emocional como físico. Físicamente, con el maquillaje y la peluquería ya tenía hecho gran parte del personaje, y luego se trataba de trabajarlo. Para interpretar a Bittori de mayor me fijaba mucho en mi madre, en cómo caminaba... Alguna ropa que llevo es de ella. Trataba de ponerme ese peso de los años encima, en los hombros, en la manera de caminar y de moverme.

Aunque la serie nos toca más de cerca a los españoles, ¿cree que la entenderán igual en otros países?

Algunas cosas a lo mejor chocan, como que la gente calle en un momento dado, pero los sentimientos y las emociones son iguales en todas partes.

Usted ha trabajado mucho en Madrid, pero nunca se ha querido desligar de su tierra, donde sigue viviendo. Incluso tiene una casa rural en Zumaia.

La abrí como hace 20 años, y aquí seguimos. He vivido siempre aquí, entre Donosti y Zumaia. Me gusta el olor a mar. Si es por trabajo, claro que me voy, pero entre un trabajo y otro, la vida la hago aquí.

¿Y no es paradójico que, trabajando como actriz, hasta hace unos años no tuviera televisor?

En casa tengo, pero no la veo mucho. En la casa rural sigo sin tener. Zumaia y sus alrededores son muy bonitos, no creo que la gente venga aquí a ver la televisión.