Hola Presidente, buenos días. Me alegra verte hoy con buena cara, has descansado por fin. ¿Has visto todo lo que se dice hoy de ti? Sí, en la prensa de esta mañana... Ya lo sé, a pesar de estos diez años hay aún tanto que recordar y contar que, mejor así.

Hace diez años me hiciste prometer que me marcharía de Canarias para poder coger perspectiva, "respirar" otros aires, menos políticos, sentirme menos presionado, formarme más allá de lo que había logrado aquí. Sal de España, a vivir más formas de ser lo que hasta ahora

has logrado aquí, dijiste, y cuando sientas que debes regresar, hazlo. Ya ves, te hice caso, quizás no por voluntad propia sino por prescripción médica, pero marché esos ocho años al Miami que tanto admirabas, y del que tanto aprendimos como modelo para tus planes sobre Canarias. En estos diez años no he dejado de revisar mi pasado continuamente, de reflexionar sobre el presente y el futuro, y siempre has estado ahí presente, con tus reflexiones, tus opiniones, aquellas ideas que se te alborotaban de tanto pensarlas, recordándome hacia donde tirar para no equivocarme, mostrándome que las decisiones sin planificar no nos sirven para el futuro, que de nada vale mejor el momento presente si no

nos aseguramos que el futuro también esté incluido en nuestras decisiones. Fueron muchos años juntos, Adán, conociéndote, observándote, aprendiendo de ti, como para no darme cuenta de que buena parte de esto que hoy soy lo debo a ese roce y ese ejemplo.

Mi vida ha venido cargada de pérdidas repentinas, no por inesperadas sino por anticipadas. Pablo, luego tú. Más tarde Cristina. Todos me habéis dejado a destiempo. Me habéis forzado a la introspección. A preguntarme continuamente si mis prioridades están en el orden correcto, una y otra vez, en cada ausencia. Y eso ha sido bueno, me ha mantenido con los pies bien firmes en la realidad, en la verdad, y en la moderación. Y creo que también en la honestidad, en la lealtad, en la integridad, en la prudencia y la generosidad, en la comprensión y en la tolerancia. Fíjate, no debe ser casualidad que, tras tantos años a tu lado, haya aprendido a tratar de equilibrarlas en su justa medida. Tener el privilegio de aprender a tu lado que nuestros actos deben ir a la par que nuestros valores, es eso, un privilegio. Tu curiosidad inagotable, como tu energía, tu moderación y pasión por el trabajo no han dejado de ser ejemplos para seguir aprendiendo más a ser un poco mejor en lo que hago cada día. En estos momentos inciertos y tremendamente duros que estamos viviendo, recordarte es recordar que las fuerzas que nos dividen no son tan poderosas como las que nos unen, por más que intenten engañarnos con lo contrario.

Pienso muchas veces en tus palabras, Adán, tus gestos, tus enfados porque no comprendían más allá de lo que estabas tratando de decir, porque no les estabas hablando en tiempo presente, sino en futuro condicional. Recordando tantos consejos e ilusiones que te rondaban, he caído una y otra vez en la cuenta de que tú no querías una Canarias mejor, y ya está, sino una Canarias que realmente fuera merecedora de su historia, de su presente y, sobre todo, de su futuro bienestar y desarrollo. Joanne Rowling en su discurso de graduación en Harvard mencionó algo que muchas veces me había cuestionado, "el talento y la inteligencia, por desgracia, no han inoculado a nadie contra los caprichos del destino". Y así fue, una vez más, hace diez años.

La habilidad de imaginarnos a nosotros mismos en las vidas de otras personas que no tienen nuestras ventajas no es fácil de aprender, ni de poner en práctica cada día, quizás para entender mejor lo que nos está sucediendo y cómo podríamos reaccionar. También, tal vez por ello diez años después, algunos seguimos echándote de menos.

Por cierto, ¿no te he contado quién ha sido la culpable que me haya vuelto a Canarias?...

Manuel Martínez- Fresno Hernández fue jefe de Protocolo de Adán Martín en el Cabildo y el Gobierno