"Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria". Carl Sagan fue un astrónomo y un excepcional divulgador científico que, a través de la serie documental Cosmos, acercó los misterios de la vida y el universo a todo el mundo. El estándar de Sagan, que él popularizó a través de uno de aquellos programas en los ochenta, había sido formulado años antes por varios científicos. La semana pasada, desde que trascendió que se habían detectado posibles indicios de vida en Venus, no cesa de repetirse. Sin ir más lejos, al poco de trascender la noticia el investigador y divulgador Amador Menéndez, colaborador de EL DÍA, indicaba: "En un artículo publicado en 1967 en la revista Nature, el gran científico y divulgador Carl Sagan especulaba sobre que podría existir vida en la atmósfera de Venus, pero él también decía con frecuencia: 'Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias". ¿Qué puede haber más extraordinario que la posibilidad de vida extraterrestre, con la que la humanidad siempre ha especulado y fantaseado?

El quid de la cuestión, en el caso de Venus, reside en la fosfina. Los primeros indicios de su presencia en el espectro del planeta, según la responsable del equipo que indaga sobre ello

—Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido— datan del año 2017, mediante el Telescopio James Clerk Maxwell, en Hawai. En 2019 ALMA (Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array), un radiotelescopio más potente que está emplazado en el desierto de Atacama, en Chile, reafirmó sus sospechas. Lo que ambos aparatos han detectado son ondas que se corresponden con las que emite la fosfina.

Alejandro Rivera, ingeniero aeroespacial español en el Goddard Space Flight Center de la NASA, explica que "en astrobiología la fosfina se suele usar como indicio de posible vida en las observaciones telescópicas y estudio de exoplanetas". Afirma que él "no esperaba que pudiera persistir fosfina en la atmósfera venusiana en cantidades como las que se han descubierto", aunque considera que "concluir que el origen de la fosfina es algún organismo viviente es prematuro".

"La vida en Venus no es que sea imposible, pero no es probable dado que es un lugar extremadamente inhóspito", manifiesta. "Aunque considerada la 'hermana gemela' de la Tierra dada su proximidad, diámetro y masa", indica que "la temperatura media de 464 grados centígrados y la presión atmosférica 91 veces mayor que la que tenemos en nuestro planeta hacen que no sea el lugar más idóneo para la vida". Alejandro Rivera piensa, más bien, que "a lo largo de la evolución del sistema solar existe la posibilidad de que Venus, hace muchos millones de años, albergara océanos y tal vez vida, que más tarde desaparecieron, una vez que las condiciones se hicieron extremas. A la vez, con el paso del tiempo, las condiciones se fueron haciendo ideales para la aparición de la vida en nuestro planeta Tierra".

"Pese a que en la atmósfera de la Tierra la fosfina está presente debido primordialmente a la reducción de fosfato durante la descomposición de materia orgánica, la fosfina que se ha encontrado en Venus podría tal vez también ser el efecto de algún proceso atmosférico, fotoquímico o geoquímico en un planeta con fenómenos que aún no se entienden bien", considera.

"Durante muchos años en la NASA nos hemos centrado en la búsqueda de vida principalmente en Marte y en Europa, la luna más pequeña de las cuatro que posee el planeta Júpiter, que se cree podría albergar vida en el océano que se sospecha existe bajo su superficie helada. El descubrimiento de fosfina en la atmósfera de Venus indica que es hora de estudiar este planeta más a fondo", agrega el científico, que tiene doble nacionalidad, española y estadounidense, y lleva veinte años en el NASA Goddard Space Flight Center.

La poca investigación realizada sobre Venus no es casual. "La tremenda temperatura y presión atmosférica en Venus hacen que mandar una misión robótica a la superficie de Venus, de forma parecida a como hacemos con Marte, sea muy complicado y las pocas que se han mandado por parte de la antigua Unión Soviética apenas sobrevivieron un par de horas. Debido a esto, en la NASA hemos estudiado Venus a través de satélites como Pioneer Venus, que orbitaron el planeta y estudiaron, entre otras cosas, su campo magnético y la composición de su atmósfera", refiere. El ingeniero aeroespacial cree que "existe una remota posibilidad de que tal vez hubiera microorganismos extremófilos no solo en la superficie de Venus sino en suspensión en la misma atmósfera y en sus nubes".

Jesús Martínez Frías, investigador del IGEO (CSIC-UCM) y director de la Red Española de Planetología y Astrobiología, advierte que hay mucho por hacer antes de sacar conclusiones sobre la existencia de vida en Venus. Lamenta el tratamiento "sensacionalista" que se ha tendido a dar a la noticia y agradece que se haya ido atemperando. "La fosfina no se había descubierto en ningún planeta terrestre hasta ahora, solo en la Tierra", reconoce Martínez Frías. De momento, lo único que se sabe con certeza de su presencia en Venus es que en su espectro hay algo que lanza unas ondas como las que se sabe que emite la fosfina. Ahora hay que confirmar que esa detección es correcta y descartar que no se haya generado por alguna reacción geoquímica o fotoquímica desconocida aún por la ciencia.

Martínez Frías cuestiona la denominación de "biomarcador" que se aplica a la fosfina. Existen, explica, "marcadores de habitabilidad", como podría ser la presencia de agua, que indican que un planeta "es habitable pero la vida puede haberse desarrollado o no". Ni siquiera puede concluirse "de manera inequívoca" que lo detectado, por las frecuencias registradas por los sistemas de medición telescópicos, sea fosfina, según Martínez Frías. En el artículo publicado en la revista Science, puntualiza, se habla de "aparente detección". Ahora, dice, "lo principal es refrendar que ese descubrimiento es real". "Los autores del artículo han detectado fosfina en la atmósfera de Venus en cantidades superiores a las estimaciones que podríamos hacer si solo procediera de las rocas, así que debe de haber algún proceso que no conocemos que genere esta cantidad de fosfina", indica.

"La posibilidad de encontrar vida extraterrestre es uno de los tópicos candentes de la astronomía actual y también un tema de interés social y muy mediático", comenta Amador Menéndez, que ha investigado, entre otras instituciones internacionales, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y que actualmente trabaja para el centro tecnológico de la Fundación Idonial. "El mero hecho de haber encontrado esas inesperadas cantidades de gas fosfano en la superficie de Venus es de por sí revolucionario y de mucho interés científico. Quizás nos lleve a descubrir una nueva química o procesos inesperados", opina. "Hay dos formas posibles de detectar vida extraterrestre. Una sería, por ejemplo, ir a Marte con la misión Mars 2020 y encontrarla. Otra sería detectar vida o indicios de la misma de forma indirecta. Gases como el oxígeno se conocen como biomarcadores o indicadores de vida, pues no podrían formarse mediante procesos puramente geofísicos u otros procesos, sino que requieren de organismos vivos como algas y cianobacterias. Por eso el oxígeno es uno de los biomarcadores más fiables. En el caso de Venus, lo que se ha encontrado es el gas fosfano. Hablando con precisión, quizás no deberíamos llamarlo biomarcador, pues se podría formar por otros procesos en los que no intervienen organismos vivos", argumenta Menéndez.

Las investigaciones sobre la hipotética presencia de vida en Venus podrían traer avances tecnológicos, independientemente de la conclusión final, según Menéndez: "Ya se habla de desarrollar detectores y sensores más precisos para confirmar que realmente lo que se detectó es la molécula de fosfano. Y estos detectores y sensores más precisos sí podrían encontrar utilidad en la vida cotidiana, en aplicaciones que van desde la fotografía a la monitorización de la calidad del aire de nuestras ciudades y la detección de contaminantes", comenta.

Queda mucho por hacer antes de afirmar o negar la existencia de vida en Venus. "Habría que llegar con una misión de tipo robótico y analizar muestras", afirma Luigi Toffolatti, astrónomo y catedrático de Física, y para ello, dice, habrán de transcurrir aún muchas décadas. "En un futuro, y no próximo, habría que llegar a encontrar más señales de la fosfina en Venus y obtener pruebas teóricas de que hay procesos geoquímicos que no conocemos que puedan haberla producido", indica Toffolatti. "Hay que ser prudentes, tenemos una primera señal muy importante, pero necesita ser confirmada", afirma, e insiste en que "la prudencia forma parte del código deontológico del buen científico".