Pedro García Cabrera (Vallehermoso, La Gomera, 19 de agosto de 1905 - Santa Cruz de Tenerife, 20 de marzo de 1981) fue un poeta y periodista español perteneciente a la Generación del 27 que tras el levantamiento militar fue deportado a un campo de concentración en el Sáhara del que escapa un año más tarde. La vida del creador canario transita durante años por la misma senda que la de cualquier otro personaje ficticio de una novela, salvo que en el caso de García Cabrera todo fue tan real como dantesco en un comportamiento que, como mínimo, se puede calificar de valiente.

El 18 de julio de 1936, Pedro García Cabrera acababa de llegar de Madrid tras haber participado como compromisario por la provincia de Santa Cruz de Tenerife para la elección del líder del Frente Popular Manuel Azaña como presidente de la República cuando es detenido en La Laguna. El entonces teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife es trasladado al Cuartel de Artillería y luego a uno de los barcos prisión atracados en el puerto santacrucero. El 17 de agosto al anochecer zarparía el Viera y Clavijo, con un total de 37 presos destinados a la costa africana, entre ellos el poeta que en esos momentos tenía 31 años.

Un cuerpo de militares de la región custodia el campo alambrado de prisioneros. Los internos del campo de Villa Cisneros son utilizados primeramente como mano de obra para la construcción de carreteras; García Cabrera es movilizado al menos en tres ocasiones a distintos emplazamientos para tareas de elaboración de vías, hasta retornar al campamento inicial de su expatriación el 14 de febrero de 1937. Durante los primeros siete meses de aislamiento en torno a Villa Cisneros, 14 deportados son reclamados y enviados nuevamente a Tenerife, donde en dos casos son ejecutados mediante fusilamiento. Los demás, encarcelados o desaparecidos.

El escritor y represaliado socialista recibe con sus compañeros en la base sahariana las diversas noticias sobre las ejecuciones que ya se están practicando en Canarias, temiendo por su parte la aplicación de la ley de fugas sobre los no desplazados en la misma colonia africana. Los reclusos, que desde los primeros meses de 1937 están empezando a ser reclamados por la justicia para su procesamiento, ven con inquietud su mantenimiento en las instalaciones sin mandato para mano de obra. Mientras, se produce convocatoria en la base para la declaración por investigación sobre los casos de votantes de la destitución del general Franco como comandante militar de las Islas en mayo de 1936 desde el consistorio santacrucero.

Una serie de circunstancias permiten la fuga del campamento de Villa Cisneros gracias a la colaboración de ocho cabos canarios responsables de la guardia de los presos, que fueron quienes promovieron y facilitaron el escape de 23 deportados y 93 soldados del lugar. Pedro García Cabrera toma un barco con dirección a Senegal, entre el 14 y el 17 de marzo de 1937, y tras su llegada a Dákar portando la bandera de la II República de España, según los testimonios de la época, permanece varias semanas en el continente hasta que pone rumbo a Marsella en el Campaná, un buque que llegaba de Argentina. Desembarcarían en la ciudad 30 fugados el día 8 de mayo, que se movilizan, cruzando la frontera del país por Portbou en ferrocarril, hasta el bastión republicano de Barcelona.

El grupo de refuerzos se desplaza en la línea del ferrocarril hasta Valencia, presenciándose ante el Comité Antifascista Canario en la localidad en vistas a la formalización de su asistencia, reclutamiento u ordenación en el empleo público; un breve relato de este periplo resulta incluido en julio en la revista mensual republicana Hora de España.?

Cabrera habría radicado en Valencia al menos hasta el verano de 1937; en el año, es encomendado al Ejército Sur partícipe del Ejército Popular de la República, presentándose en Baza, donde tiene su Cuartel General el Ejército de Andalucía a finales de 1937 y el Servicio de Información Militar, en el que Pedro García Cabrera ingresa como jefe del destacamento en Jaén desde el 22 de enero de 1938. Recibe el encargo de la administración y abastecimiento de los servicios del SIM en toda la provincia.

En la madrugada del 4 de febrero de 1938, retornando de un acto de servicio en Andújar a Jaén capital, el vehículo que ocupa el artista y político gomero junto a otros ocupantes cruza un paso a nivel en el momento de su tránsito por un tren de transporte de heridos bajo la administración republicana, arrollando el automóvil. El escritor es el único superviviente. Queda parcialmente atrapado en el vehículo, reportándose su caso como el de la única supervivencia de entre los pasajeros del auto en el accidente. Vestido de paisano durante el trance, Cabrera es ingresado en el Hospital Provincial de Jaén y alojado en el ala reservada para civiles del recinto. Tras recuperarse, en una salida del centro, un grupo de vecinos falangistas lo detiene y acaba preso en Granada.

La intervención de un amigo tinerfeño en ese momento vinculado a Falange impide que lo reclamen desde Canarias y García Cabrera puede viajar a Madrid aunque el 24 de enero de 1945 vuelve a ser detenido en la capital con motivo de la requisitoria por la causa aún abierta sobre la fuga de Villa Cisneros, siendo en consecuencia reclamado por el juez instructor en Canarias para ingresar en la Prisión Provincial de Tenerife el 27 de abril.

Tras aproximadamente tres meses preso en la cárcel de Carabanchel de Madrid, García Cabrera ingresa en la Prisión Provincial de Tenerife a la espera de juicio por las causas contra él abiertas, motivadas mayoritariamente por la naturaleza de su participación en la fuga de Villa Cisneros de 1937, y su actividad al servicio del Ejército Popular Republicano con especial observancia a las funciones prestadas para Servicio de Inteligencia Militar, pero le es concedida la libertad provisional.

La sentencia de 3 de septiembre determina su condena a 30 años de reclusión, conmutada por otra de 12 años de prisión mayor. Se concede la redención de penas por permutación de días trabajados en las cárceles de Granada, posibilitándose la salida de su encierro en libertad provisional. El 28 de diciembre de 1945 el capitán general de Canarias le concede a Pedro García Cabrera el indulto total. Moriría 36 años después.