Isaac Asimov, en la legendaria revista The Skeptical Inquirer, publicación que se ha dedicado a desenmascarar seudociencias como el poder de la bola de cristal, áureas, pirámides, piedras, triángulo de las Bermudas, el tarot, la numerología, etc., escribió: "Examinad fragmentos de seudociencia y encontraréis un manto de protección, un pulgar que chupar, unas faldas a las que agarrarse. ¿Y qué ofrecemos nosotros a cambio? ¡Incertidumbre! ¡Inseguridad!"

Para la astrología, por ejemplo, o para los llamados astrólogos, todavía Ptolomeo vive aquí al lado, y su Almagesto está en la primera edición. Siguen absolutamente fieles a su sistema, que en su época y con sus conocimientos era hasta "razonable". Ptolomeo ignoraba la latitud de un astro y sólo consideraba su longitud. Lo justificaba con su sistema de epiciclos, con los que creía haber encontrado la solución al aparente movimiento retrógrado de los planetas, lo que no funciona en absoluto si se consideran dos coordenadas y no sólo la longitud. Hoy, que sabemos que no hay epiciclos ni nada parecido, puesto que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés, la astrología sigue trabajando según el mismo sistema ( si no entiendes la jerga: latitud, epiciclo, movimiento retrógrado, etc; ¡estudia!, ¡infórmate! Seguro que es mucho más sencillo de entender que "el ascendente", "las casas", etc). En suma, para estos santones, Galileo, Descartes o Newton no fueron significativos, y si mencionan a Einstein es para indicar las constantes contradicciones de la ciencia, a lo largo de la historia.

La astrología, a pesar del nombre, olvida totalmente a los astros, y reduce las constelaciones a una serie de signos, y la realidad de los planetas y las estrellas las traduce a un ridículo esquema circular en dos dimensiones en que conjunciones, oposiciones, trígonos y demás figuras no tienen nada que ver con lo que pasa en el universo que nos rodea. Para colmo utilizan algunas leyes básicas del cosmos, como la gravitación, para sostener que la atracción gravitatoria de los planetas en el instante del nacimiento ejerce cierto efecto sobre la personalidad. Esto resulta muy difícil de encajar, porque, por un lado nunca se indica, ni mucho menos se explica, por medio de qué mecanismo, físico o neurofisiológico, actúa esta atracción gravitatoria, y por otro, es que la atracción gravitatoria del médico que atiende el parto es mucho mayor que los planetas correspondientes. Recuérdese que la fuerza gravitatoria que ejerce un objeto sobre un cuerpo —un recién nacido— por ejemplo, es proporcional a la masa del objeto e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre objeto y cuerpo€ en este caso el bebé. Con este argumento, decía con su característico humor el divulgador A. Paulos: "¿Significa esto que los niños nacidos de partos asistidos por comadronas gordas tienen rasgos de personalidad claramente diferentes de los nacidos en partos asistidos por médicos delgaduchos?".

Respecto a la hipótesis del "gen egoísta" formulada por Richard Dawkins, Bunge critica su tendencia a inferir que el genoma es lo único que importa en el desarrollo y la evolución, argumentando que los animales con mayores posibilidades son aquellos que «además de estar bien dotados genéticamente, poseen cerebros maleables que les permiten aprender pautas de conducta adaptativas»

Una metáfora adecuada para la teoría del gen egoísta es una respuesta a la pregunta "¿Qué fue antes, la gallina o el huevo?". La respuesta, según la teoría del gen egoísta, sería que la gallina no es más que el medio en que los huevos se reproducen. Con estas premisas, Dawkins explica las relaciones sociales: la agresión, la guerra de sexos, el racismo, el conflicto generacional, e incluso la plausibilidad del altruismo.

Y nos dice Bunge: "Toda la biología que quiere hacer pasar Dawkins por biología moderna no es tal cosa [...] la idea del gen egoísta es una idea contra la bioquímica, contra la genética, que nos dice que el ADN no se reproduce por sí mismo, que es dividido por enzimas, que hay que tener en cuenta no solo el gen, hay que tener también el propio oma, ya que el genoma es todo un sistema en cual se pueden distinguir pero no separar los distintos elementos. Toda la biología de Dawkins es imaginaria. Por eso ha tenido tanto éxito, las obras de ficción se venden mucho mejor que trabajos científicos".

Para colmo, el conductor de limusinas y aventurero estadounidense Mike Hughes, ha fallecido meses atrás al lanzarse en un cohete que fabricó él mismo y con el que quería demostrar que la ¡Tierra era plana! Todo ello con la correspondiente decepción de miles de terraplanistas convencidos.