La doctora Isabel Sola Gurpegui (San Adrián, Navarra, 1967) forma parte de uno de los grupos de investigadores españoles que buscan una vacuna contra el virus SARS-CoV-2, el que causa la enfermedad Covid-19; de hecho, codirige el Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Participó en el primer seminario programado por la asociación de los Cursos de La Granda, que dirigió el catedrático de Microbiología César Nombela. La investigadora respondió a estas preguntas unos días antes de que los rusos y los chinos presentasen sus vacunas

Vamos por partes. ¿Cómo definimos lo que es una vacuna?

Una vacuna es una intervención farmacológica que se administra a un paciente para que pueda entrenar a su sistema inmune en el reconocimiento de un virus o una bacteria o cualquier otro patógeno cuando aparezca, de forma que, a través de este entrenamiento, genere una memoria inmunológica que permita al organismo responder de forma rápida y eficaz en el momento en el que vuelva a aparecer el mismo patógeno para el que ha estado entrenándose. Lo que impide esta memoria inmunológica es que el virus entre, siga su camino, se replique y gane la batalla. La vacuna prepara inmunitariamente a un organismo para poder enfrentarse a un agente patógeno, atacarlo y controlarlo lo antes posible. Eso es exactamente una vacuna.

Contra el Covid-19, ¿es la defensa ideal?

Claro. De forma natural, cuando nos infectamos con un virus o con una bacteria, nuestro organismo tiene un sistema inmune, un sistema defensivo que lo protege de muy distintas maneras. La respuesta inmune tiene varias ramas que se complementan entre sí. En estas circunstancias, cuando nuestra respuesta inmune es eficaz, nos infectamos, pero no sufrimos graves consecuencias: conseguimos ganar la batalla. En una vacunación no podemos utilizar el virus de verdad, porque puede terminar matándonos.

¿Qué utilizamos, entonces?

Un extracto, una preparación, una adaptación que no causa daño. Así es como engañamos al sistema inmune diciéndole: "Mira, tú te tienes que preparar para reconocer esto y atacarlo, pero esto que te doy no te va a causar daño, sencillamente, te va a entrenar". Con las vacunas buscamos imitar esa respuesta natural protectora.

Por donde iba era por saber qué diferencia hay entre actuar contra el Covid-19 a partir de medicamentos o mediante las vacunas.

Tanto los medicamentos como las vacunas son intervenciones farmacológicas: la vacuna se administra para prevenir, es decir, a una persona que está sana, que todavía no ha estado en contacto con el virus se le administra la vacuna para que su sistema inmune esté listo ante un eventual ataque. Es lo que se hace con los niños en los programas de vacunación. Los antivirales, como el Rendesivir, se administran a alguien que ya está infectado, es decir, cuando alguien ya ha cogido el virus y ya se ve la enfermedad se administra el medicamento. Este virus tiene distintas etapas en el proceso de enfermedad.

¿Qué etapas?

En las primeras se está replicando: primero en las vías altas y después en los pulmones. Cuando el virus se está replicando funcionan ciertos antivirales, que bloquean su replicación, impiden que siga creciendo. Pero llega un momento en que el virus ya no es tan importante y lo que nos hace daño es la inflamación, toda la respuesta que estamos dando nosotros mismos al virus. En este caso, los fármacos más idóneos son la dexametasona u otro antiinflamatorio que ya no va directamente contra el virus, ya no bloquea su crecimiento, lo que ataca es la inflamación, que es la que está causando daño.

¿Para salvar la pandemia es preciso alcanzar la vacuna?

Las vacunas y los antivirales son intervenciones complementarias, pero para evitar que el virus continúe avanzando, la vacunación es la alternativa. Impide que el virus siga propagándose. La vacunación nos genera un escudo protector; es la manera de controlar la transmisión de cualquier virus, mientras que los antivirales ayudan a curarse a quien se ha infectado. Como ya ha podido contagiar a otros, no impide que el virus siga circulando.

Trabajan en el CSIC en la búsqueda de la vacuna. ¿Para cuándo la tendrán?

Dentro de un año y medio, si todo va bien. Ese será un plazo razonable y optimista. En el CSIC se están estudiando varios candidatos a vacunas. El de nuestro grupo, el del laboratorio del coronavirus, es uno de los candidatos. Hay otros, como el del doctor Mariano Esteban, que también está en el Centro Nacional de Biotecnología. Ellos van más adelantados porque llevan toda la vida trabajando en otras vacunas y la misma plataforma que han aplicado frente al zika la están usando contra el Covid-19. Tenían parte del camino recorrido.

¿Por dónde van los tiros de su grupo?

Partimos del propio virus. A partir de él lo que hacemos es manipularlo genéticamente para convertirlo en una vacuna, es decir, lo que hacemos es reducirlo a la mínima expresión. Pretendemos dejar del virus únicamente aquello que nos beneficia. Nuestra vacuna es RNA, procede del propio genoma del virus, pero es una versión defectiva.

¿Qué quiere decir eso?

Que le hemos quitado genes que el virus necesita para propagarse. Por eso no hablamos de un virus, sino de un replicón. Como puede replicarse, la dosis de vacuna que pones puede ser pequeña porque, después, aumenta mucho. Esto aumentará su eficiencia. Hemos eliminado todo aquello que es malo.

Es decir.

Los genes que le permiten propagarse, los genes de virulencia. Hemos conservado todos aquellos elementos que sabemos que son importantes para entrenar al sistema inmune.

La clave parece ser la proteína S. ¿Qué hace?

Es la que dirige la formación de las espículas del virus, que son las proyecciones que le dan aspecto de corona. Se sabe que esa proteína es una de las que induce más anticuerpos, que son parte de las armas que tiene el sistema inmune para bloquear al virus. La proteína S es la que se une al receptor, es la llave que se une a la cerradura en la célula. Si los anticuerpos van dirigidos contra la proteína S lo que hacen es bloquearla. Así impiden que la llave se una a la cerradura. Esta proteína es una de las más importantes a la hora de inducir anticuerpos que son neutralizantes.

¿Qué más componentes son importantes?

La proteína S no es el único componente del virus que da una respuesta inmune completa. Esta respuesta inmune tiene dos grandes brazos: los anticuerpos y luego la respuesta celular. Esos dos brazos destruyen las células infectadas y consiguen evitar que se vayan formando nuevos virus. Para esto también son necesarias las proteínas llamadas M o N. Nuestro candidato a vacuna contiene todas estas proteínas además de la S.

Su vacuna, ¿será para todos?

Para eso trabajamos. Aparte de la investigación en el laboratorio es fundamental mirar más adelante para poder completar el desarrollo de la vacuna. Y más hacia delante implica ensayos clínicos en humanos y la producción a gran escala. Estamos en contacto con empresas que tienen capacidad para producir una vacuna como la nuestra porque no hacemos nada teniendo un candidato estupendo en el laboratorio.

¿Y en qué fase estamos?

En la preclínica: terminando de construir nuestro candidato a vacuna. Vamos a empezar en seguida los experimentos en animales, los experimentos de protección en ratones. La fase clínica es la de experimentación en humanos.

¿Los grupos de investigación trabajan de manera colaborativa?

Cada uno trabaja en la línea de la que es experto o tiene mayor conocimiento. La vacuna perfecta, como casi nada en el mundo, no existe. No podemos saber cuál de las estrategias vacunales va a ser la que mejor va a funcionar. Es bueno que haya investigaciones diversas para obtener distintas vacunas.

Llama la atención que se describiera el VIH en los ochenta y aún no exista vacuna y en cambio contra el SARS-CoV-2 sean tantas las investigaciones.

El virus del sida no es el coronavirus, es más complicado a la hora de generar una vacuna, porque el VIH infecta las propias células del sistema inmune: es un caballo de Troya que ha invadido tu propia línea defensiva. Conseguir una vacuna contra VIH tiene más dificultades a priori de las que pudiera tener conseguir una contra el SARS-CoV-2.

La vacuna de Oxford parece estar muy cerca.

Efectivamente, ha empezado la fase tres, que es en la que se estudia la eficacia. Los resultados preliminares son prometedores.

Todos los años hay campañas contra la gripe. ¿Habrá todos los años campañas contra el SARS-CoV-2?

El coronavirus no tiene cepas. Tiene capacidad de cambiar, pero no tanto como el de la gripe. En el de la gripe se generan cada año cepas nuevas. Los cambios del coronavirus no parecen relevantes hasta ahora.