A las nueve y diez de la noche del próximo 1 de septiembre Canarias y en especial la isla de Lanzarote celebran un singular aniversario al cumplirse 290 años del inicio de las erupciones volcánicas que durante poco más de cinco años (1730-1736) esculpieron a fuego y lava casi la totalidad de la orografía conejera, un curioso acontecimiento que coincide casi 300 años después con la apertura en Montañas del Fuego, en el Parque Nacional de Timanfaya, de una visita exclusiva que muestra zonas del fantástico paraje que se mantenían cerradas, una iniciativa que se completa con otras dos visitas premium a Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes “para recuperar un Lanzarote que llevamos más de 30 años sin mostrar”, revela sobre estas experiencias Benjamín Perdomo, consejero delegado de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote.

"El primero de Septiembre [de 1730] entre las nueve y diez de la noche la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya a dos leguas de Yaiza”, dejó escrito el cura de la localidad Andrés Lorenzo Curbelo, testigo de aquella jornada en la cual la naturaleza mostró su peor cara a los habitantes de Lanzarote arrojando ingentes llamaradas de cientos de metros de alto a través de aquella kilométrica fisura que se abrió en la tierra.

La misma que este pasado viernes pudieron ver los siete turistas que disfrutaron de Lanzarote Inédito: Timanfaya, la experiencia exclusiva, inaugurada hace un mes, con la que las autoridades turísticas de la Isla esperan atraer el interés de residentes y turistas con ganas de descubrir nuevos paisajes y parajes, alejados de los que se encuentran en los tradicionales circuitos que se realizan en las Montañas del Fuego y que en este caso tiene como encanto añadido la posibilidad de ver la imponente llanura que la lava que se formó durante aquellas primeras erupciones históricas —las siguientes tuvieron lugar en el año 1824—.

La nueva ruta, que comienza en guagua desde el centro de interpretación de Montañas del Fuego, en el Islote de Hilario, una visita que en el caso premium enriquece el recorrido habitual con poco más de media hora de experiencia [dura casi 120 minutos en total], transcurre primero por la serpenteante red de carreteras que se sumerge en el mar de lava y ceniza, de cráteres y hornillos, de jameos y malpaíses que ocupan el recorrido.

Acompañados de la guía particular Sonia Morales, los ocupantes del vehículo tienen la oportunidad de hacer una parada en uno de los lugares más sorprendentes del parque, el volcán de Montaña Rajada, y ascender a pie por el sendero que conduce hasta el impresionante mirador del Mar de Lava, que las autoridades de Lanzarote sólo emplearon durante las últimas décadas para eventos de promoción y alguna visita VIP.

Ahora, quien lo desee verá desde lo alto de este macizo de Timanfaya el pueblo de Yaiza, Playa Blanca junto al mar y al fondo Isla de Lobos y Fuerteventura, aunque lo realmente sorprendente es el inmenso mar de lava visto desde arriba.

“Este tipo de erupción de Lanzarote se inicia cuando se abre una enorme fisura en el terreno y empieza a salir lava por diferentes puntos”, explica la guía sobre el proceso casi demoniaco que generó el mar negro que se extiende ante ella y el resto de visitantes. “En cada uno de ellos”, dice sobre las rajas, “se fue generando un edificio volcánico —que son las montañas que llamamos volcanes— que crecen con los materiales que expulsa el interior de la tierra”.

En la vista norte del Parque se ven alineados esos enormes montículos, huecos en su interior y a veces con un fondo que supera en más de 110 metros la superficie exterior donde se levanta el macizo. Lo fascinante de la ruta nueva es que el visitante le pone cara a aquella raja que relataba, escupiendo fuego, el cura de Yaiza hace 290 años.

Esta espectacular erupción, acaecida en Lanzarote en el siglo XVIII, ha sido, además, una de las mas importantes de cuantas se han registrado en el vulcanismo mundial en tiempos históricos.

“Pues no entendemos muy bien por qué no se enseñaba antes; el anterior grupo de gobierno no lo consideraría necesario pero para nosotros es primordial enriquecer la oferta de la isla de Lanzarote y estamos convencidos que no hay nada mejor que mostrar en su totalidad las bellezas de la Isla y en especial la de sus centros turísticos”, explica Benjamín Perdomo, consejero delegado de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote, sobre la red de intervenciones realizadas por el artista César Manrique y que ahora se pretenden situar en el lugar que merecen como atractivo turístico, una iniciativa que completan con la gastronomía —en las rutas premium hay degustación de productos de Lanzarote— y la venta de artesanía local “de la zona más próxima a cada centro”, dice Benjamín, para apoyar el comercio y la agricultura local.

Esta semana, por ejemplo, han presentado en Jardín de Cactus una carta renovada, moderna y con el cactus, la penca y el nopal como protagonistas junto a chilli, en tacos, como mermelada con aceite de oliva extra virgen de Lanzarote o en helado, “fresco y diferente”, según Orlando Ortega, creador de esta nueva oferta culinaria del centro turístico de Guatiza.

“Muchas veces hemos ido a estos sitios pero no nos hemos parado a mirarlo; con estas iniciativas premium queremos enseñar algo más de estos lugares en los que ya hemos estado en muchas ocasiones”, explica por su parte María del Carmen Fernández Ramos, directora comercial en los centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote sobre las experiencias en los Jameos del Agua y Montaña del Fuego, a las que se sumará en breve Cueva de los Verdes con una ruta ampliada de la actual y con sorpresa audiovisual incluida “porque también nos hemos querido aprovechar lo que nos aporta la tecnología”, añade por su parte el consejero sobre una de las novedades que enriquecerá la ruta de la cueva y que permitirán comprobar ‘en vivo’ la acústica del auditorio, una experiencia que ahora se potenciará con proyecciones.

“Aprovechamos el parón por estado de alarma para poner en marcha las tres rutas de Lanzarote Insólita y además se hicieron reformas necesarias en todos los centros”, añade Benjamín Perdomo.

En el caso de la visita a la Cueva, se disfruta el vulcanismo y la geología del tubo volcánico de la Corona, formado aproximadamente hace 21.000 años. Fue en 1964 cuando se realizaron las intervenciones de iluminación en el interior de la gruta para que pudiera ser visitada, experiencia que ahora se amplia para disfrutar “de manera más tranquila y paciente” su auditorio y la sala de las Estetas, la garganta de la Muerte o la puerta Mora mientras el visitante se mueve entre los estafilitos y las líneas que indican los niveles de lava. “La experiencia premium prolonga el recorrido habitual a través de las entrañas de la cueva hasta las inmediaciones de la estación, uno de los tres módulos de observación permanentes ubicados en la isla desde los que se toma el pulso al planeta. En su interior hay equipos y sistemas que almacenan datos fundamentales relacionados con el estudio de la geodesia y la geofísica, conectada con los centros de control de Canadá o Japón”, dice Perdomo.

Por su parte, el de Jameos del Agua es un viaje apasionante de una hora y media de duración a través del volcanismo, de la geología y de la perfecta sintonía alcanzada entre el arte y la vida en el emblemático tubo volcánico transformado por César Manrique. “El recorrido arranca en el Jameo Chico, desde el que se puede ver el Túnel de la Atlántida en el que viven hasta 38 endemismos, y lleva al visitante a conocer el Jameo de La Cazuela, al que se accede atravesando el imponente escenario del Auditorio, tras pasar por el lago en el que habitan los famosos cangrejos ciegos y el Jameo grande”, explica por su parte la directora comercial en Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote.

María del Carmen Fernández Ramos es Técnico en Empresas y Actividades Turísticas y tiene un máster universitario en Administración y Dirección de Empresas Turísticos pero su apasionada y detallada explicación no le tiene que envidiar nada a la de una de las guías de los centros, trufando su relato con detalles y curiosidades a la altura de los lugares que describe.

“La Cazuela es un espacio único dentro de un espacio único”, explica Benjamín Perdomo. “En el Jameo de La Cazuela, que se abría al público únicamente en eventos especiales, hay dos cascadas, una visible desde el Auditorio, y otra en la parte trasera a la que se llega tras subir unas escaleras”, añade Fernández Ramos. La visita, que se hará como todas en grupos reducidos y se pueden adquirir en las web de los centros turísticos www.cactlanzarote.com, concluye en el bar Galería, donde se disfruta de un aperitivo compuesto de productos de cercanía.

La tarde cae en las Montañas del Fuego, núcleo orográfico principal de los 200 kilómetros cuadrados de materiales eruptivos (masas de lava, escorias y cenizas) que escupieron los fantásticos cráteres que se iniciaron en la Vega de Chimanfaya, de donde le puede venir el nombre al Parque Nacional, aunque algunos dicen que es la versión deformada de the man on fire, debido al demonio que ya existía en la señalización del parque antes de que este fuera designado como tal y que impresionaba a los primeros turistas británicos.

En total el número de conos volcánicos principales que han quedado como dramático testimonio de este inimaginable acontecimiento se aproxima a la treintena.

Tras conocer en detalle aspectos relativos a la geología y vulcanismo del parque, y disfrutar con las demostraciones geotérmicas a partir del calor que aún emana del corazón del volcán, la guía Sonia Morales lleva al grupo haste el Refugio de Tinecheide, en el Islote de Hilario, origen primigenio de lo que hoy es el centro de las Montañas del Fuego, y el espacio de intervención artística de César Manrique en el Restaurante el Diablo, una joya que diseñó como una nave espacial porque, sin duda, la mejor manera de entender Timanfaya es viéndola como paisaje extraterre.

La soledad y quietud de estas caóticas montañas, imponentes cráteres y profundas calderas, es absoluta. Es sencillo imaginar qué sensaciones tendrían los primeros visitantes que llegaron a esta especie de cantina con dos bancos de piedra pintado en negro, como el resto, en consonancia con el resto y un ejemplo del cariño y el respeto con el que siempre han tratado los conejeros este paraje.

Un curioso complemento a tan impresionante lugar lo constituye los numerosos líquenes de variadas especies y colores que tapizan las rocas y piedras siendo por contra escasos, en un suelo tan virgen, los ejemplares de plantas, entre las cuales son dignas de mención, los juncos, paradojicamente plantas que, como es sabido, suelen requerir para medrar terrenos con un alto índice de humedad y que fueron introducidas a la Isla, probablemento desde la isla del Hierro. Aunque a simple vista pudiera parecer, por las condiciones extremas de aridez, falta de vegetación y de agua, que el parque no alberga vida animal, lo cierto es que aproximadamente 200 especies habitan en Timanfaya, entre las que un porcentaje cercano al 50 % se corresponde con invertebrados. Del total de especies citadas, 24 están protegidas.

“El viento nos han acompañado”, se despide la guía no sin antes decir que “queda muchos sitios por ver”, una frase que nos recuerda que siempre vale la pena volver a la isla de Lanzarote.