La noche de un sábado, el 17 de junio de 1995, un musical producido en Canarias levantó el telón en el Teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria e hizo historia. Querido Néstor ?-así quiso titular su creador, Manuel González, esa producción de teatro musical que narraba la vida y obra de Néstor Álamo teniendo como fondo musical algunas de sus más emblemáticas canciones- cumple en estas fechas 25 años de su estreno.

Desde sus primeras representaciones se convirtió en un fenómeno social en las Islas; las cifras, a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo mareantes para una producción local: se vendieron 40.000 entradas, a las que se sumaron 20.000 más de una segunda parte estrenada en 2006. El registro discográfico con las canciones de la producción alcanzó las ciento veinte mil copias y su edición en vídeo vendió otras dos decenas de miles.

El estreno se vio rodeado de una expectación inusual porque unas semanas antes se había lanzado la versión discográfica, que había sido recibida con notable éxito. Junto al público asistieron numerosos invitados del mundo de la cultura insular, corresponsales de los principales periódicos madrileños, amén de invitados especiales como el prestigioso director teatral José Tamayo, creador de la Antología de la Zarzuela, o la veterana actriz canaria Pacota Mesa, que fuera amiga íntima de Álamo.

Con tal motivo, hemos reunidos algunas voces y recuerdos de personas que participaron en aquella aventura. Formaron parte de un amplio colectivo de casi un centenar de actores, bailarines, músicos, cantantes, coro y equipo técnico y de producción, que durante más de un año gestaron ese singular acontecimiento artístico.

Hubo que superar muchas dificultades técnicas y de gestión; el propio teatro Pérez Galdós no había sido aún reformado y tampoco había en Canarias empresas de sonido y luminotecnia especializadas en el ámbito teatral. Así, el equipo de sonido se tuvo que traer de la Península, con un sistema de reparto de columnas del altavoces por todo el aforo del patio de butacas que ofreció una calidad excepcional. El trabajo de ingeniería de sonido fue firmado por Fernando Díaz, que hoy es el sonidista de Alejandro Sanz.

Firmó la dirección escénica un entonces joven director tinerfeño, Eduardo Bazo, afincado en Madrid. "Es imposible olvidar," confiesa Bazo, "una experiencia tan extraordinaria en mi vida. Recuerdo el día en que conocí a Manolo, un hombre con un sueño y con muchísimas ganas de llevarlo a cabo. Me cogió de la mano y me enseñó quién era Néstor y lo importante que era su legado para nuestras islas. Empezamos ahí un diálogo entre un autor-músico y un director convencido de la importancia de la nueva puesta en escena".

Confiesa que fue un diálogo lleno de afecto y diferencias, pero entre ambos supieron romper ese famoso axioma que rige entre los directores de escena de que siempre es preferible montar obras de autores fallecidos. "Creo que para ambos supuso un cambio en la forma que queríamos afrontar la puesta en escena en Canarias. No pretendíamos enseñar nada, solo emocionar a un público ávido de musicales y propuestas culturales. Pero tuvimos la suerte de ir más allá y llegar al gran público y pudimos disfrutar de un gran éxito".

Los actores de un Musical

Quino Falero, que interpretó magistralmente a Néstor Álamo y que hoy es uno de los más prestigiosos directores de escena canarios, recuerda de haber vivido algo muy especial: "Fue una experiencia teatral que llegó a muchísima gente. Recuerdo con mucho cariño todo, desde la reunión con Olga y Manolo en la desaparecida cafetería Manila en Madrid donde me contaron el proyecto, a los ensayos con Eduardo, las funciones, el Teatro Pérez Galdós antes de la remodelación y sus recovecos llenos de historias?.

No se le han olvidado las enormes colas en la taquilla cuando llegaba al teatro y revive especialmente "los nervios, el aire del telón al levantarse y la respiración del público; en ese momento Mestisay cantaba Sabanda, así empezaba el espectáculo, y yo tumbado en la cama con los ojos cerrados, el corazón palpitando y la respiración buscando el pulso del personaje".

Leo Medina se estrenaba en un papel a medida para su físico y su carácter. "Para mí significó lo más grande que se ha hecho en Canarias encima de un escenario", nos comenta con pasión. Era el alter ego de Néstor en el guion, su alma, a ratos juguetona y a ratos inquisidora con el protagonista principal: "A partir de mi participación, la gente me comenzó a reconocer como actriz y se me abrieron numerosas puertas en la profesión, pero quizás el recuerdo más hermoso fue la enorme familia de amigos que hice durante los meses de convivencia en la obra".

Aunque sobre ambos recaía la mayor responsabilidad en el plano actoral, el musical tenía mucho de obra coral y Bazo supo activar los talentos profesionales con los que contaba el elenco y fundirlos con la ilusión y entrega de los numerosos aficionados que se sumaron al proyecto. "Reconozco que empecé con miedo", confiesa, y que tuvo claro desde el principio que debía saber cómo convencerles, "de que, como dicen los ingleses, interpretar es jugar. Y de repente se obró el milagro: no sé en qué momento de los ensayos, el calor, la emoción y el valor que aportaron el coro y los músicos a la puesta en escena se convirtió en algo grandioso", explica el director.

Además el guión estaba lleno de guiños a personajes populares en el pasado insular, provenientes de diferentes estamentos sociales, de tal manera que el reparto estableció una comunión de total entendimiento con el público. "Cuajó una cosa que los directores sabemos que solo pasa en ocasiones señaladas y de forma misteriosa", remata quien fuera el dconductor de escena.

Otros papeles a los que el público concedía calurosos aplausos cada una de las noches en las que se representó el musical fueron interpretados por dos personas desgraciadamente ya fallecidas.

Un barbero llamado Martín Moreno

Una de ellas fue Martín Moreno, cronista de la Isla, periodista, antiguo director y productor cinematográfico y personaje singular donde los hubiera. Moreno se encargó de encarnar al simpático barbero de Álamo y, a pesar de su edad avanzada, era el primero que llegaba al Pérez Galdós cada uno de los días en los que hubo función y el último que se iba. El otro gran hallazgo, por su tremenda comicidad encima y fuera de las tablas, fue Juan Carlos Monzón, que robaba a cada instante las carcajadas del patio de butacas con sus alocadas interpretaciones de un mariquita devenido en confidente de La Argentinita, la famosa cantante folklórica a la que Néstor conoció en uno de sus viajes a Canarias.

Olga Cerpa tuvo papeles en la obra de gran protagonismo vocal y reconoce que para ella Querido Néstor supuso un aprendizaje muy importante en su posterior y exitosa carrera como intérprete. En este sentido nos hace llegar una reflexión muy personal: "Aprendí muchísimo del público, de sus reacciones. La gente se reconoció en aquella nueva lectura de esas canciones, que formaban parte de su infancia, y se sintió orgullosa de aquella pertenencia a ese sentimiento de insularidad y amor a la tierra donde uno nace que Néstor perseguía en cada una de las cosas que escribió".

Pero nuestra popular cantante va más allá a propósito de lo que significó para ella y para Mestisay aquella aventura: "Fue a raíz de ese tremendo éxito, local al fin y al cabo, lo que nos obligó a plantearnos profesionalizarnos y procurar tener siempre una parte de nuestra actividad artística fuera de Canarias". Para ella sigue siendo muy importante testar lo que uno hace con nuevos públicos: "El aplauso del desconocido, siendo maravilloso el actuar en casa, es una prueba de fuego muy saludable para el ego artístico".

La nómina artística fue muy numerosa y abarcó a figurinistas, escenógrafo, bailarines, cantantes, actores y músicos en el foso, amén de un equipo técnico y de producción compuesto en su gran mayoría por gente de Canarias. Pero uno de los grandes protagonistas de la producción fue, sin duda, el elenco coral, que no solo aportó una notable brillantez a la escritura musical donde se requería su participación sino que interactuaba de forma muy destacada durante casi toda la obra en escenas de ambiente general.

Los recuerdos de un corista

Luigi Suárez es un veterano de esos coros y de otras producciones musicales que ha emprendido Mestisay; participó en la reposición del estreno del musical dos años después y volvió a repetir en la segunda parte que se produjo en el año 2006 encima de las tablas del Teatro Cuyás. "En lo profesional, si en algo me ha ayudado fue la inolvidable experiencia vivida. Con 24 años aprendí lo que es trabajar en equipo, la camaradería y luchar por un proyecto codo con codo, sin altanerías y sabiendo en cada momento donde está mi sitio". Suárez ha seguido participando en otras experiencias similares porque, confiesa, "me he propuesto la única ambición de disfrutar de algo cuya misión es hacer feliz a la gente".

En lo personal subraya el valor de haber conocido a muchos amigos con los que aún hoy mantiene contacto; también en Querido Néstor conoció a la que sería su mujer: "Juntos disfrutamos enormemente de la experiencia y aun hoy la recordamos con cariño; como sello de todo aquello concebimos a nuestro hijo mayor, al que le pusimos Néstor".

Las críticas periodísticas fueron de una efusividad y unanimidad general días después de levantarse por primera vez el telón. El periodista Santiago Gil abrió con este titular su crónica desde el desaparecido Diario de Las Palmas: " Querido Néstor, apoteósico y magistral". Ricardo Cantalapiedra, desde el diario El País, calificó el espectáculo musical de "bombazo". Jose Antonio Cubiles titulaba así su crítica: "QN, explicar lo canario con hermosa precisión". Diego Talavera, en las páginas de La Provincia, subtitulaba: "Ustedes han demostrado con este espectáculo que los sueños se pueden tocar con las manos". Guillermo García-Alcalde, desde las páginas del mismo periódico, corroboraba de esta guisa el éxito sin precedentes: " Querido Néstor materializa un imposible".

"Yo tengo una sensación siempre muy dual con los éxitos artísticos de mi pasado", confiesa Manolo González. "En general, no me gusta ver esas grabaciones de vídeo, porque las veo empequeñecidas. Mi recuerdo suele ser mucho más poderoso, más grande que una imagen televisiva". Pero reconoce que sin aquel baño de multitudes que fue Querido Néstor, jamás hubiese podido emprender otras aventuras escénicas de calado similar. "Hace unos meses acabamos de estrenar con Israel Reyes, que fue fundamental también en la trastienda de aquello como ayudante de Eduardo, el Musical de Manrique", subraya el compositor y productor isleño, "con una sensación muy similar y siempre les decía al elenco, especialmente a los que no habían tenido aquella experiencia, que tuviesen cuidado, porque la impresión de orfandad, cuando algo tan emocional baja el telón, es muy potente y hasta peligrosa, sobre todo para los que no se dedican a esto todos los días."

Subraya el orgullo y el placer de ver que algunos de los que le acompañaron en aquella aventura son hoy excelentes profesionales y, más importante aún, gente comprometida con sus islas, con la cultura del país de una u otra forma. "Quiero imaginar" concluye, "que aquella experiencia que construimos entre todos ayudó en algo a cimentar esa vocación en ellos".

Para celebrar la efeméride, un recuerdo compartido por muchos, Olga y Mestisay desempolvaran en sus redes el próximo 17 de junio, a la misma hora del estreno de hace 25 años, un making off, inédito hasta hoy, con imágenes de la obra y declaraciones de diversos protagonistas grabado por el videógrafo canario Nacho Brea durante el reestreno.