Si usted es español, tiene más de 40 años y guarda con celo en su memoria alguna de las míticas escenas del musical Jesucristo Superstar, protagonizado por Camilo Sesto y que este 2020 cumple 45 años desde su estreno en el teatro Alcalá Palace de Madrid, debe saber que quizá su subconsciente le está jugando una mala pasada porque o bien fue usted parte del público que asistió en directo a ese hito artístico de la historia de la música de nuestro país, estrenado en 1975, o sus recuerdos le engañan porque de aquella mítica producción, en la cual jugaron un importante papel profesionales del Archipiélago canario, no existen grabaciones oficiales filmadas sobre las mismas tablas del teatro.

"Sí que hay algo grabado por algún espectador y alguna actuación en un plató de la tele pero sin escenografía ni nada; nunca se pudo realizar una grabación completa del montaje en el teatro porque los medios de la época eran limitados y, además, TVE, que tenía previsto rodar todo aquello, al final decidió no hacerlo", cuenta el cantante, arreglista y productor canario Teddy Bautista que además de interpretar a Judas en la obra se encargó de los arreglos y la dirección musical tanto del montaje teatral como del álbum en español, un doble LP del cual se han venido más de 100 millones de discos en todo el mundo.

Ustedes eran muy modernos para aquella época.

El propio Bautista no puede reprimir al otro lado del teléfono una leve carcajada. "Bueno", dice, "de esas cosas no te das cuenta hasta que pasa el tiempo".

"Efectivamente, ha envejecido muy bien", añade Jaime Azpilicueta, director de aquel montaje y otro de esos modernos que no solo revolucionaron la escena artística de los años setenta en un país que se sacudía poco a poco la dictadura -Franco moriría pocas semanas después del estreno de Jesucristo Superstar- sino que sentaron las bases, sin ellos saberlo, de lo que finalmente sería la producción de musicales en España. "Aquí solo se representaban zarzuelas", confiesa quien fuera director artístico de las galas de elección de la Reina del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife durante varias etapas, un vasco, como él mismo dice, "que sueña con ser enterrado en Tenerife" y que durante la entrevista admite cierta pena "porque en la Isla se haya perdido la tradición de montar aquellos musicales como Jesucristo Superstar o Sunset Boulevard donde se ponía en valor al talento tinerfeño y de Canarias en general".

Jaime Azpilicueta lo dice desde la más franca lástima y, al menos eso transmite, sin un ápice de reproche. "Es que se me viene a la cabeza por eso que me pregunta sobre la cantidad de profesionales canarios o muy vinculados a las Islas, como yo o el coreógrafo y bailarín rumano Gelu Barbu, en un hito musical de alcance global como fue la versión en español de Jesucristo Superstar". Un trabajo tan redondo que el montaje que se comercializa por todo el mundo de habla hispana desde 1975 "es el mismo que estrenamos en Madrid con Camilo Sesto, Ángela Carrasco, Teddy Bautista... No se otorgaron nuevas licencias para hacer distintas versiones en cada país como México o Argentina sino que se representaba nuestra versión".

España era otra muy distinta a la de hoy cuando Camilo Sesto se empeña en producir en este país la ópera rock que una noche descubre en un teatro de Londres. En una entrevista televisiva, el recientemente fallecido artista reconoce: "Aquel teatro estaba lleno y vi el montaje de pie. Durante dos horas me quedé petrificado y cuando acabó me dije: la quiero para España y la quiero protagonizar yo".

"Lo mejor de Camilo llegó después de Jesucristo Superstar", asegura Teddy Bautista. "Fue muy valiente a la hora de producir un espectáculo como ese" en el cual invirtió 12 millones de pesetas, unos 72.000 euros.

Para un país donde aún causaba estupor que la misa se dejara de oficiar en latín es fácil imaginar cómo sentó que una pandilla de melenudos, en vaqueros y camisetas, se atrevieran a cantar la palabra de Dios. A eso se le añade que un baladista de atractiva mirada azul se metiese en la piel del hijo de Dios.

"Un día sí y el otro también se organizaban rezos del rosario en la puerta del teatro por señoras que pedían por nuestra salvación", rememora Bautista, Judas nada más y nada menos en el espectáculo. "Los Legionarios de Cristo se ponían en las esquinas de la calle intentando evitar que el público entrara a ver Jesucristo Superstar diciéndoles que ya no habían localidades libres y cosas así", recuerda Azpilicueta que no pasa por alto "las carreras a cada rato de las taquilleras por las amenazas de bomba".

Adaptación libre de los evangelios

Los intentos de boicot venían motivados por la osadía de adaptar libremente los Evangelios. El argumento se centraba en los últimos siete días de la vida de Jesús de Nazaret, comenzando con los preparativos de su llegada a Jerusalén y finalizando con la crucifixión. En principio, todo demasiado fuerte para la mentalidad de una sociedad desarrollada en el nacionalcatolicismo, familias de misa, mantilla y procesión que, sin embargo, entendieron en muchos casos, sobre todo entre la juventud, que no solo las cosas estaban cambiando en España y en el mundo, sino que supieron apreciar lo que Azpilicueta y Camilo Sesto, con Teddy y Los Canarios y la inmensa Ángela Carrasco, una desconocida entonces, plantearon sobre las tablas del Alcalá Palace durante los seis meses que duraron las funciones. De noviembre a abril, porque Camilo Sesto tenía que continuar con otros proyectos que tenía firmados previamente. Es más, el último mes de función ya no era él quien interpretaba a Jesús.

"Hubiéramos seguido llenado el teatro durante muchos meses e incluso años pero las cosas suceden así", explica Jaime Azpilicueta. "De hecho, aún hoy sigue siendo uno de los grandes musicales de la historia", agrega este profesional sobre cuyas expertas espaldas han descansado musicales de gran éxito como Evita, Sonrisas y lágrimas, A Chorus Line, Nunsense, Victor/Victoria, My Fair Lady o la última versión de Cabaret.

¿Ahora cree que sería más complicado que hace 45 años poner en marcha una obra teatral tan atrevida como Jesucristo Superstar?

"Pues no", responde rotundo. "Se continúa representando por todo el país, sin ir más lejos en Tenerife, como le decía antes, y no ha habido ningún problema". Al menos ningún problema comparable a los que se vivieron en aquel primer montaje en español con Camilo Sesto, Teddy Bautista y Ángela Carrasco.

Ahí Jaime Azpilicueta le hace otra concesión al primer Jesucristo Superstar, el que ahora cumple 45 años. "Si hoy pudiera, elegiría el mismo elenco que en 1975", reconoce.

Una curiosidad añadida al montaje de esta primera ópera rock es la importante presencia de profesionales canarios o vinculados a la producción artística en Canarias. Jaime Azpilicueta y Camilo Sesto fueron los principales aglutinadores de genialidad para el elenco, además de Teddy Bautista que, como líder del grupo Los Canarios, casi eran él y su banda los únicos que musicalmente desarrollaban un estilo aproximado al que exigía el libreto de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice.

"Fue algo muy natural", recuerda Bautista. "Nosotros acabábamos de triunfar con Ciclos y yo ya conocía a Camilo Sesto antes de que fuera un baladista, y también a su mánager, Manolo Sánchez, director de promoción de Ariola. Primero me ofrecieron, ya con Jaime Azpilicueta en la dirección, interpretar a Judas y entonces también me dicen: '¿Y os encargaríais de los arreglos?'. Les respondimos que también. Los Canarios", continúa explicando, "veníamos de tocar en Estados Unidos y estábamos habituados al sonido que requería la partitura".

Otra de las figuras llegadas a J esucristo Superstar desde Canarias fue la del bailarín y coreógrafo rumano Gelu Barbu, fallecido en Las Palmas de Gran Canaria en 2016.

"Gelu Barbu había escapado de Rumania y había sido primer bailarín de la Ópera de Bucarest", cuenta Miguel Montañez, alumno y durante 45 años amigo y responsable del Ballet Las Palmas de Gelu Barbu. El bailarín llegó en 1966 a Gran Canaria para recuperarse de una lesión y en Canarias prosiguió su vida.

"Se hablaba ya mucho en los ambientes de la danza española de que había un bailarín y coreógrafo muy bueno en Canarias. Gelu era ducho y experimentado y venía de bailar en Bucarest obras tan importantes como San Antonio de Padua. Muchas de ellas inspiradas en su concepción en el expresionismo alemán. En España no tenían ni idea de qué era eso y de ahí que su trabajo en Jesucristo Superstar resultara tan sorprendente".

Barbu recibió la formación básica en danza en la Escuela de Ballet de la Ópera nacional de Bucarest y después de ingresar en el cuerpo de baile de la ópera en 1949, marchó a Leningrado, en la desaparecida Unión Soviética, donde se perfeccionó en la academia Vaganova junto a otros compañeros, como Rudolf Nureyev.

"Fue muy valorado por aquel trabajo a las órdenes de Azpilicueta", cuenta Montañez. "Era una persona y un artista extraordinario", insiste después el propio director del montaje.

"Organizó las coreografías como si fueran una serie de cuadros, como escenas. Era todo muy pictórico", explica Teddy Bautista, que recuerda el fichaje de un iluminador para el concepto de luz en las escenas. "No se escatimó en nada", confirma insistiendo otra vez en la generosidad de Camilo Sesto, que ejercía de productor.

"La pagó él; la produjo él; la protagonizó él...", repite.

Teddy Bautista, desde su papel como director musical y arreglista no sólo del montaje teatral sino también del doble álbum LP, reconoce que las jornadas de trabajo transcurrían entre "el estudio de grabación y el teatro, y casi siempre sin dormir". Tuvo claro el músico grancanario desde el principio "que era una oportunidad irrepetible" y que, también, "la base de toda aquella revolución musical estaba en la grabación del trabajo discográfico". No se equivocó porque es ese disco en español el que, revisitado a día de hoy, no sólo confirma lo bien que ha envejecido la partitura y las interpretaciones sino lo avanzado de la propuesta.

En solo tres meses, que fue el tiempo que duraron los ensayos, se montó todo: coreos, vestuario, escenografía... Repetir, repetir, repetir... Y más ensayos, algunos de ellos con bailarines y cantantes no profesionales -Ángela Carrasco era entonces azafata de un programa televisivo-.

Los críticos reconocieron y reconocen el gran virtuosismo de esos músicos que en directo jugaban con los sintetizadores y guitarras mientras una orquesta sinfónica envolvía, de manera novedosa, todo ese concepto musical que supuso confirmar la noción de ópera rock como autopista creativa por donde circularía en el futuro [que ya es hoy] en todo el mundo y, por fin, también en España el lenguaje musical.

El veneno del teatro

Los grandes acontecimientos, aquellas citas que marcan la historia, suelen tener consecuencias a veces inesperadas en la cultura de un lugar, como sucedió casi de rebote a cuenta del estreno de Jesucristo Superstar en España y la proliferación de grupos aficionados de teatro en este país.

Por todo el territorio, el archipiélago canario incluido, se extendió el germen del cual con el paso de los años surgirían las más importantes productoras de teatro.

"Fue una experiencia fantástica por todo lo que supuso de novedad y de éxito", dice Jaime Azpilicueta. "Muchos de los nombres del mejor teatro musical español surgen de aquella primera adaptación de Jesucristo Superstar", considera Teddy Bautista. Para ambos, igual que para Camilo Sesto o Ángela Carrasco, aquel montaje solo fue el principio de una carrera de éxito, unas oportunidades que, según Miguel Montañez, no tuvo Gelu Barbu.

"El ya se vino a Canarias, después del éxito obtenido en Madrid, y no lo llamaron para dirigir o crear la coreografía de ningún otro montaje. Se hablaba mucho de él y de su trabajo, pero las envidias jugaron en su contra", explica Montañez, quien guarda como un tesoro la fotografía de Gelu Barbu y Camilo Sesto juntos en el teatro. En el reverso luce, escrita a mano, una dedicatoria del cantante al coreógrafo: "Gelu, con gente como tú no es difícil ser feliz. Mi cariño es tuyo. Camilo Sesto".