Más de 35.000 objetos componen el inventario de bienes artísticos del Museo Nacional del Prado. Ya desde el comienzo de su historia quedó claro que la institución no iba a poder mostrar todas sus posesiones, tanto por problemas de espacio como de tiempo. De hecho, cuando abrió sus puertas, en 1819, dedicó más metros cuadrados a los almacenes que a las propias salas de exposición. Fue por esta razón que, durante los años posteriores, el museo inició una política de cesión temporal de sus fondos a diversas instituciones que, al contrario que la pinacoteca madrileña, sí podrían exponerlas sin problemas de espacio. En este escenario, Canarias pronto reclamó su cuota de arte y, entre 1900 y 1982, recibió piezas que en la actualidad se encuentran expuestas en diferentes enclaves de las islas capitalinas.

Un total de 101 obras se encuentran en depósito en Tenerife y Gran Canaria gracias al programa El Prado disperso, que ha llenado de joyas firmadas por José de Ribera, Eduardo Chicharro, Murillo o Romero de Torres las salas de centros educativos, museos y administraciones públicas. La mayoría de las piezas se encuentran en Tenerife, donde radican 60 obras. En concreto, el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife alberga 42 de ellas, entre cuadros y esculturas; el IES Canarias Cabrera Pinto de La Laguna cuenta con una decena de pinturas; y el Ayuntamiento de La Orotava custodia las ocho restantes. La provincia de Las Palmas tiene las otras 41 piezas. A las 14 que alberga el museo Casa de Colón, en la capital grancanaria, se suman otras 24 que custodia el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en las Casas Consistoriales y en otras dependencias municipales; y las tres obras localizadas en la Casa Regental, en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

En Tenerife, tanto los depósitos del Museo de Bellas Artes como los del Ayuntamiento de La Orotava hacen las delicias de los numerosos visitantes que pasean por las galerías en las que están situados. Sin embargo, las obras del instituto Cabrera Pinto se encuentran más escondidas y su acceso es más complicado. No obstante, todas estas piezas disfrutan de un mantenimiento y cuidado exquisitos.

A pesar de que durante 113 años el museo realizó un control mínimo del estado de los depósitos, a partir 1979 se inició una revisión sistemática de las cesiones, con visitas de técnicos del Prado a los diferentes lugares de exposición que permitieron publicar, en el año 1990, un inventario general de las pinturas que se encuentran, por ejemplo, a este lado del océano Atlántico. Estos exámenes pormenorizados se han prolongado hasta hace unos cinco años, cuando el buen estado de la mayoría de las piezas que se encuentran en Canarias ha hecho que el seguimiento se pueda realizar vía telefónica o por correo electrónico, con el envío de fotografías de los cuadros y esculturas.

Canarias reúne de esta manera una parte de la grandeza del museo más importante del país que, con estas cesiones de lujo, ha hecho posible que los tinerfeños accedan a un pedacito del arte y disfruten, aunque más allá del océano Atlántico, de una de las mayores pinacotecas del mundo.