Agustín Espinosa nació en el Puerto de la Cruz el 23 de marzo de 1897. Desde muy pequeño demostró un gran interés por la lectura y ya en 1917 inició su trayectoria literaria con la publicación del poema Noche de polichinelas, de corte modernista, en la revista Castalia. Posteriormente, publicó Del retorno y Poema de una tarde de diciembre en La Comarca.

Una vez que termina el bachillerato en La Laguna se matricula en la Universidad de Granada para estudiar Filosofía y Letras. Durante esos años conoce a Federico García Lorca, y Alberti. De hecho, en su amplia biblioteca, que fue cedida por su mujer a la Casa de Colón, se encontraban primeras ediciones de libros firmados por el autor de La casa de Bernarda Alba.

Más tarde da el salto a Madrid, y se integra en el Centro de Estudios Históricos y comparte tertulias con Ernesto Giménez Caballero, Pedro Salinas, Dámaso Alonso y otros reconocidos autores de la época que le permitieron conocer en profundidad las estéticas vanguardistas.

Tras leer su tesis doctoral sobre Clavijo y Fajardo, en 1924, regresa a Tenerife como ayudante de la cátedra de Lengua y Literatura en la Universidad de La Laguna. Muestra un gran interés por la tradición oral de Canarias, que quedará de manifiesto en sus comentarios y difusión de los romances recopilados en diversas publicaciones, entre las que destaca la revista tinerfeña de vanguardias La Rosa de los Vientos (1927-1928), de la que será jefe de redacción y habitual colaborador.

Durante los años siguientes, Espinosa compagina su dedicación a la docencia con sus colaboraciones en diversas revistas y periódicos, como La Gaceta Literaria, Heraldo de Madrid, La Prensa, La Provincia y el Diario de Las Palmas, precisamente su familia guarda el carné de prensa que le hicieron en este último diario.

En 1928 obtuvo la cátedra de Historia de la Literatura Española de Mahón, que le conmutan por la del Instituto de Las Palmas de Gran Canaria. Ese mismo año es destinado al Instituto de Segunda Enseñanza de Arrecife y, como resultado de esta experiencia, escribe Lancelot, 28º-7º, que se publica un año más tarde. A partir de su viaje a París en 1930 se sumerge completamente en la estética surrealista y comienza a gestar su obra maestra, Crimen, que se publicará en 1934. Por motivos que se escapan al ámbito literario y que han sido criticados por sus seguidores, entre ellos el autor del prólogo de la reedición de su novela, Alexis Ravelo, el escritor canario, que pertenece de pleno derecho a la generación del 27, no aparecía en las listas oficiales en las que se hacía mención de otros colegas. Tampoco se había destacado lo suficiente el papel esencial que la obra de Espinosa mantiene como un exponente claro del surrealismo. Sus creaciones son piezas significativas de este movimiento literario.

Contrae matrimonio con la grancanaria Josefina Boissier (quien le inspira el Diario espectral de un recién casado) y publica la conferencia Media hora jugando a los dados.

Su hijo Joaquín llama la atención sobre la gran amistad que unía a su padre con otro genio, Óscar Domínguez que no sólo le hizo la portada de su novela. "Mis padres", explica, "se fueron de luna de miel a Tacoronte, el lugar en el que nació Domínguez, seguramente invitados por él".

Exposición

La participación de Espinosa en la vida cultural del Archipiélago culmina con su nombramiento como presidente del Ateneo de Santa Cruz en 1935, donde acogerá, junto con sus compañeros de Gaceta de Arte, la Exposición Internacional Surrealista, a la que acudieron André Breton y Benjamín Péret. La muestra en la que había obras de Picasso y Dalí, entre otros, fue un auténtico fracaso. No se vendió ningún cuadro. De hecho, los organizadores tenían previsto llevar esta exposición a Gran Canaria, pero el resultado fue tan funesto que optaron por no hacerlo. Como advierte el nieto de Espinosa, "sólo les quedaron deudas, eso dice mucho de la realidad de aquel momento en las Islas". Hoy se matarían por lograr una de aquellas piezas, algunas de las cuales llegaron a Tenerife a bordo de buques de carga de plátanos.

Con el inicio de la Guerra Civil española en 1936, las actividades culturales de la llamada "facción española surrealista de Tenerife" quedaron suspendidas y Espinosa, a pesar de haberse mostrado apolítico durante toda su vida, es condenado por el carácter inmoral y escandaloso de Crimen y es destituido de su cátedra. Para evitar males mayores se afilia al falangismo y logra recuperar su cátedra. Poco tiempo después, el 28 de enero de 1939, fallece en su domicilio familiar de Los Realejos.

Como bien señala Domingo Pérez Minik: "Todos se lanzaron contra él, lo amordazaron, lo pervirtieron, lo mataron. Hasta que no se lo quitaron de encima no se quedaron tranquilos".