¿Está su empleo —si lo tiene— amenazado por la robotización y la inteligencia artificial que comienza a asomar la cabeza por fábricas y empresas de todo tipo? No hace falta que responda. La respuesta será con total seguridad que sí. Se dedique usted a lo que se dedique. El efecto será global y hasta ahora la tesis que defendían la mayoría de los expertos y trabajos sobre el tema era que serían los puestos de trabajo más mecanizados los que más amenazados estarán. Y así será. Pero tampoco del todo. Un nuevo estudio ha puesto patas arriba todas esas previsiones. Un reconocido equipo de la Brookings Institution (un afamado centro de investigaciones sociales con sede en Washington) ha publicado un informe firmado por los investigadores Mark Muro, Jacob Whiton y Robert Maxim que asegura que los más expuestos a estos cambios en el mercado laboral serán los trabajadores con mayor sueldo y los mejor educados.

Paradójicamente, para llegar a esa conclusión, los tres investigadores han aplicado técnicas de inteligencia artificial para poder saber qué efectos va a tener la inteligencia artificial sobre el trabajo del futuro. El método no era propio. Fue diseñado por un investigador doctoral de la Universidad de Stanford, Michael Webb, cuyos cálculos están causando una gran sensación a aquel lado del frío Atlántico. Sus resultados apuntan que los llamados trabajadores de cuello blanco (que en líneas generales se corresponde con un empleado con cierto nivel de estudios que trabaja en tareas de oficina, de administración o de ventas) tienen bastantes motivos para estar preocupados por la llegada de la inteligencia artificial. Los propios investigadores parecen un poco sorprendidos por sus resultados. "En nuestros estudios previos eran numerosas la cantidad de ocupaciones bien pagadas que tenían una relativamente baja exposición a la inteligencia artificial", reconocen. Pues no va a ser así. Hay puestos, como el de investigador y analista de mercados, el de director de ventas, el de programador, el de ingeniero o el de consultor sobre los que pende la espada de Damocles de la inteligencia artificial, según este nuevo análisis. Todos son —por lo general— puestos directivos en los que los sueldos que se cobran son bastante elevados.

Pero no se queda ahí la cosa. El análisis de la Brookings Institution deja otro resultado igual de llamativo. Algunas de las ocupaciones que solían aparecer en todos los estudios como las más amenazadas por los robots, y que solían coincidir con puestos generalmente peor pagados, en este nuevo análisis van a librarse de momento de la automatización. "Al menos por ahora", matiza el estudio. En esa lista figuran los camareros, cocineros, dentistas, especialistas en recursos humanos... Así como otras ocupaciones muy ligadas con la industria metalúrgica como los soldadores o cortadores de piezas mecánicas.

Pero todo llegará. "No imagino ninguna actividad que no se vea afectada por esos cambios. Lo más importante será la rapidez de los cambios, ver cómo la velocidad exponencial de las transformaciones tecnológicas influirá en los sectores, empresas, los territorios y las personas. Habrá quienes lideren, quienes se adapten y quienes queden descabalgados". La reflexión es de José Luis Álvarez, responsable de una empresa de reclutamiento de personal a la que ha bautizado como Recursos más Humanos, y en la que lidia con estos cambios tecnológicos.

Eso sí, hay quien dice que los cambios no van a ser tan rápidos como algunos prevén. Un reciente estudio de la consultora PwC señala que el impacto de la irrupción de los robots en la economía, los efectos de la automatización de las fábricas y la expansión de la inteligencia artificial no serán realmente palpables hasta 2030, en una década. La previsión es que para ese año un tercio de los trabajos actuales serán desempeñados por una máquina y no por un humano. "La evolución tecnológica está claro que producirá cambios radicales en el mercado laboral, unos empleos desaparecerán, otros muchos surgirán y todos cambiarán", agrega José Luis Álvarez. "Los cambios ya han comenzado tanto en el contenido de los trabajos como en la forma de hacerlos".

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo adaptarse a lo que viene? Responde José Luis Álvarez: "El mercado laboral demandará a personas con una sólida formación, con capacidad para actualizarse por su cuenta, soportar la incertidumbre y cooperar con otras personas. Las personas mantendrán ventajas sobre los robots en todo lo relacionado con la creatividad, la cooperación y las emociones". Vamos, que los humanos van a tener que ser más humanos que nunca en esa lucha por mantener un puesto de trabajo y que se prevé bastante desigual. También deberán ser mucho más autodidactas. En términos psicológicos y de recursos humanos lo que sucederá es que los trabajadores de ese futuro cercano deberán fomentar lo que se conoce como habilidades blandas (en inglés son soft skills) y que incluyen la capacidad de comunicación, la de trabajar en equipo, las capacidades de negociación o la capacidad para la toma de decisiones y la resolución de conflictos. Como leen, son todas capacidades que —por el momento, siempre conviene mantener ese matiz temporal— los robots no pueden llegar a tener.

Lo bueno de todo esto es que la humanidad ya ha pasado por algo similar. Fue en la anterior Revolución Industrial, la que tuvo lugar a comienzos del siglo XIX, y de aquella hubo algunas resistencias, como las protagonizadas por los luditas ingleses, artesanos que se oponían a que las máquinas hicieran su trabajo. Trataron de destruirlas, quemaron las fábricas más modernas. Pero el cambio fue imparable. Igualito que pasará ahora, como prevén los expertos. Otro ejemplo. Esta vez lo aporta Josep Curto, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones en la Universidad Oberta de Cataluña (UOC). Asegura que no es la primera vez que la humanidad está ante un escenario así. "Ni es la primera vez que pasa ni será la última. A medida que el coche sustituyó al caballo como mecanismo de transporte, el oficio del herrero dejó de tener sentido y fue sustituido por el oficio de mecánico", indica. Eso quiere decir que "lo natural es que muchos de los oficios se transformarán y también aparecerán profesiones complementarias o nuevas". El problema es la magnitud del cambio, que se espera que vaya a ser mucho mayor que el de cualquier revolución laboral anterior. "Estamos ante una de las transformaciones de mayor calado del mercado de trabajo, que va a ser bastante diferente en unos años", afirma Curto.

La duda está en si los empleos que los robots y esos programas de ordenador cada vez más inteligentes van a eliminar podrán ser compensados con los nuevos que se vayan a crear. Porque el problema es global. Todos los oficios, todos los puestos de trabajo, todas las ocupaciones se verán afectados por los cambios que se acercan. "Vamos a necesitar nuevas competencias para continuar siendo relevantes. La formación continua se convierte en necesaria y crítica para todas las personas. El escenario en que vivimos nos empuja a identificar trabajos que sean más interesantes y con tareas menos repetitivas". La tarea va a ser realmente ardua. José Luis Álvarez agrega al debate: "Si tuviese que señalar hoy el empleo que se verá más afectado por las transformaciones diría que son los puestos directivos y los cuadros intermedios. Los directivos deberán cambiar la manera de liderar sus equipos. La evolución tecnológica crea nuevos marcos en todos los negocios y cada empresa debe repensar la estrategia, cambiar la manera de organizarse, fomentar la implicación del personal y, especialmente, fortalecer las relaciones de cooperación entre las personas". Ardua tarea.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señaló en uno de sus últimos informes sobre las perspectivas del empleo para los próximos años que el 11,7% de los puestos de trabajo en España tenían una alta probabilidad de ser automatizados a corto plazo. Seguramente que el porcentaje será muy superior dentro de unos pocos años.

Nuevos perfiles

El estudio de los investigadores de la Brookings Institution refleja en sus conclusiones finales que la robotización también creará nuevos empleos. Habrá, dice textualmente el informe, legiones de ingenieros de machine learning (esa ciencia que permite que las máquinas puedan ir a prendiendo solas, como si fueran un cerebro humano), también serán necesarios un número grande de informáticos que piensen en nuevas aplicaciones y aquellos que se encarguen del mantenimiento de los robots, para que no se les oxiden las axilas ni los codos de tanto trabajar. Mucho más difícil de predecir serán los puestos indirectos que se puedan llegar a crear. Los habrá, seguro. Pero aún no se sabe ni de qué forma ni en qué cantidad, dicen los investigadores americanos.

Josep Curto asegura que podríamos llegar a caer en lo que ha definido como la "ironía de la automatización". "Esto quiere decir que a medida que el efecto de la automatización sea más omnipresente y, al mismo tiempo, sea mucho más sofisticada la automatización, mayor dependencia tendremos de un experto que sea capaz de resolver incidencias en el sistema e incluso de aquellos que sepan qué hacer en el hipotético escenario de que el sistema automático falle", dice el profesor de Informática.

Toda una paradoja, que podría llegar a desembocar en historias como las que hace muchos años describían Philip K. Dick o Stanislaw Lem en aquellos libros, hoy clásicos de la ciencia ficción, en los que relataban la difícil convivencia entre humanos y robots. Sus augurios están cada día más cerca. "En esta línea es fácil imaginar nuevos trabajos", agrega Curto. "Los robots van a necesitar mantenimiento y de modo natural debería aparecer el mecánico de robots". Ya saben, aquel que le engrasa el sobaco al humanoide.

Pero no se engañen. El cambio será doloroso para una amplia mayoría de los trabajadores, que corren riesgo de quedar descolgados en esta nueva economía robotizada. Lo prevé José Luis Álvarez, que asegura que "aunque las grandes cifras de empleos creados compensen a los que se destruyen, muchas personas no se adaptarán a la evolución de los cambios en su empresa o profesión. Muchos pueden quedar fuera del mercado de trabajo porque su actividad ha desaparecido". Ante eso los retos serán enormes y, agrega Álvarez, "no serán fáciles para un mundo donde el propio desarrollo tecnológico favorece lo acomodaticio y lo lúdico frente al esfuerzo continuado. Todo un gran reto para el conjunto de la sociedad, los sistemas educativos, formativos y de fomento del empleo". Así que la lucha entre humanos y robots por un puesto laboral no ha hecho nada más que empezar.