En su casa de Sardina del Sur, Jennifer González tiene una habitación especial. Un cuarto en el que guarda su gran colección de figuras de Playmobil: unas 3.000. Y en esta lista de muñecos de apenas 7,5 centímetros de altura no contabiliza los accesorios, las cajas exclusivas, promociones singulares y las rarezas. Jennifer pertenece a la Asociación Española de Coleccionistas de Playmobil, aunque ellos prefieren llamarse los Aesclick. La media de edad de este grupo amplio de integrantes, unos 300, supera los 40 años.

La pasión desatada por estas figuras que siempre sonríen habría que buscarla en su sencillez. En realidad estos pequeños muñecos no tienen codos, ni rodillas, ni nariz. Pero a sus seguidores les da igual. Los famosos clicks, y sus escenarios son unos de los juguetes más reconocibles de las últimas cuatro décadas, y parece que su atracción no termina. Sólo del juego de su barco pirata se han vendido más de 16 millones de unidades.

Jennifer, que ahora tiene 37 años, se acuerda perfectamente de los dos primeros modelos que le regalaron cuando tenía 7 años: un coche verde y la cafetería Franky's, piezas que aún conserva.

Después en la adolescencia dejó de pedir figuras de Playmobil y sobre todo hizo esfuerzos para no seguir aumentando la colección. Sin embargo, en 2004 descubrió en un foro de internet que no era la única que seguía comprando estas piezas y entonces "se desató un poco la locura", comenta "empecé a comprar más en serio, a participar en exposiciones y ferias en la península, a buscar a otros coleccionistas para hacer lo mismo en la isla, a conocer gente, algunos se han convertido en grandes amigos, casi en familia". También ha visitado tanto la fábrica que la marca tiene en Onil como la sede principal en la ciudad alemana de Dietenhofem. Jennifer González ha estado ya en tres ocasiones, y pronto será la cuarta vez, que visite el parque temático que existe cerca de Nuremberg.

Exposición en Fontanales

La asociación de coleccionistas de Playmobil mantiene una potente capacidad de movimiento. En Canarias tienen en estos momentos una exposición en Fontanales, que permanecerá abierta hasta el día 8 de enero. También desde hace nueve años colocan una urna con figuras en el Materno Infantil que volverán a renovar en las próximas semanas.

A nivel nacional y sólo en Madrid hay dos exposiciones destacadas en las que se pueden admirar estas figuras: en el Auditorio Fernán Gómez en la plaza de Colón y a dos pasos de Sol en el Palacio Gaviria, una muestra que estará abierta hasta el 1 de marzo.

Los primeros modelos de Playmobil se presentaron en la Feria del Juguete de Nuremberg de 1974. Y al principio tuvieron poco éxito, después en lugar de centrarse en los accesorios optaron por insistir en los muñecos y la marca empezó a crecer hasta convertir sus cajas azules en uno de los mejores recuerdos de infancia para muchos.

Para Jennifer, el gran éxito de estas figuras menudas reside en su sonrisa, "si estas triste, y entras en la habitación donde los tengo, al mirarlos, te hacen sonreír. Creo que eso y su sencillez han hecho que resulten tan atractivos".

Precisamente los creadores de estas piezas tuvieron claro que una de las características de los clicks radicaba en esa sencillez que tiene como objetivo estimular la imaginación del niño y hacer compatibles los mundos de juego. Con estas figuras se puede enfrentar sin problemas a un pirata con un dinosaurio. Además, resulta un juego unisex, desde su salida al mercado también las chicas entendieron que podían jugar con estas piezas. En la actualidad se estima que entre los coleccionistas un 55% de su público son niños y el 45%, niñas.

Y como un auténtico tesoro, guardados en el interior de armarios o sobre estanterías perfectamente alineadas, esta grancanaria de Sardina del Sur mantiene intactos y con tendencia a seguir creciendo una colección impagable de clicks de Playmobil con cajas y accesorios incluidos que demuestra que el hechizo de los juguetes perdura a pesar del tiempo y las restricciones de espacio. Jennifer González Quintana sostiene que ya no juega con ellos, pero le gusta tenerlos cerca y también gracias a la Asociación poder mostrar esta variedad de clicks a través de todas las exposiciones que organizan.

La eterna Nancy

La lista de juguetes que forman parte de la memoria de muchos resulta amplia pero sin duda existen unos cuantos que destacan del resto. Tal vez una de las muñecas que mejor ha superado los años y que se mantiene como uno de los grandes iconos de la infancia ha sido y será Nancy. Su aparición a finales de los años sesenta supuso una auténtica revolución. Todas las niñas y también mujeres adultas quedaron fascinadas con este juguete. En el año 2013, con motivo de la celebración de los 45 años de esta emblemática figura, el Museo del Traje de Madrid ofreció una exposición en la que 25 reconocidos diseñadores hicieron para tal ocasión una creación exclusiva para esta muñeca.

Y de esta forma, la Nancy apocada, en ocasiones moderna, apareció transformada en una espectacular modelo de pasarela, rompedora, flamenca, atrevida, gótica con diseños de creadores como Hannibal Laguna, Andrés Sardá, Juanjo Oliva, Ana Locking, Devota &Lomba, Agatha Ruiz de la Prada, y Amaya Arzuaga entre otros.

Sin llegar a ser tan conocida como estos maestros de la moda, desde su casa en Mala, en el norte de Lanzarote, Pino Betancort mantiene su pasión por seguir vistiendo a su Nancy. Superados los 80 años, y rodeada de pequeños vestidos de colores, esta mujer menuda no cesa en su fascinación por la indumentaria de su muñeca preferida. Cuando era pequeña una vecina de sus edad apareció llevando entre los brazos, como regalo de Reyes, una figura maltrecha de trapo, pero que en aquella época suponía la joya de la corona. Se trataba de una muñeca con los ojos pintados y un pelo rubio ensortijado que a Pino no le pudieron comprar sus padres. Su familia no podía realizar tantos dispendios y ella siempre se quedó con aquella pena. Cuando ya fue una mujer adulta, una gran modista capaz de realizar todo tipo de vestuarios, decidió comprarse una de esas nuevas muñecas que se encontraban en el mercado, una Nancy rubia, y además dedicó muchas horas a preparar de manera minuciosa una gran colección de modelos. Y así empezó a confeccionar, con los restos de retales que le sobraban de la ropa de sus clientas, un espectacular armario de vestidos, abrigos y todo tipo de accesorios para su Nancy. Reconoce Pino que ahora ya las manos no le dejan coser como antes, pero no puede ni quiere desprenderse de esta espectacular colección que atesora: más de 100 trajes destinados a la muñeca de sus sueños.

Nancy fue el regalo maravilloso que todas querían tener, aún hoy algunas de aquellas pequeñas, ahora ya madres o abuelas, mantienen a esta muñeca guardada como una de esas reliquias mágicas que logran, con sólo mirarlas, volver a transformar a estas señoras en aquellas pequeñas de coletas o trenzas, a las que los Reyes Magos dejaron al fin el juguete que habían pedido.

Lucía Mesa reconoce que antes de Nancy en realidad no se acuerda del nombre de ninguna otra muñeca que le hayan regalado. Pero cuando rompió aquella caja envuelta en papel de regalo rosa, que le habían dejado los Reyes debajo del árbol de plástico que siempre ponía su abuela, y tuvo a su Nancy "con un abrigo de visón blanco fue maravilloso, me encantaba, me pasaban horas y horas jugando con aquella muñeca y la tuve hasta que me casé, después la verdad es que la regalé y ahora me arrepiento".

Durante la década de los setenta, este modelo apareció en todos los hogares españoles, se anunciaba en la tele con el slogan: "Hola, soy Nancy y quiero ser la muñeca más elegante de cuantas tú tengas". Y lo logró