Nació en Gran Canaria y reside desde hace años en Tenerife. Lleva un año y medio en Pequeño Valiente y es psicóloga. Ella y Nuria son las que más pisan los hospitales para visitar las zonas de tratamiento ambulatorio y plantas de oncología. "Todas estamos igual de expuestas. El hecho de ser las primeras en entrar en contacto con los familiares es importante para generar una confianza que más tarde se amplía cuando empezamos a trabajar en la sede", avanza de un proceso de largo recorrido. "El refuerzo comienza con la familia (padres, hermanos, abuelos) y tiene una continuidad con el niño o la niña. Es importante que vean en nosotras la ayuda que esperan encontrar en una situación límite. El cáncer lo sufre el menor, pero hay otras estructuras familiares y laborales que se resienten. Incluso, se puede dar el caso que uno de los padres acabe perdiendo el trabajo por una baja laboral prolongada. Todas las que estamos dentro del equipo somos conscientes de que estamos en contacto con una materia muy sensible". Yurena tiene claro que la responsabilidad de actuar tras recibir un diagnóstico es elevada. "Más que analizar el contenido médico, hay que tocar las teclas adecuadas para guiar a los familiares que lo reciben", sostiene Yurena.