Las manos suelen delatar a simple vista la edad y su falta de cuidados. El paso de los años se evidencia en la aparición de pliegues, el incremento de las manchas y una pérdida de volumen en las manos que hace que destaquen más las venas, los huesos y los tendones.

Siempre expuestas a la intemperie, sufren los efectos del sol, el viento y el frío. Por eso conviene usar guantes y crema de manos y protección solar todo el año, especialmente en la alta montaña. Como se lavan con frecuencia, es recomendable evitar el uso de jabones con antibacterianos químicos que arrastran los aceites de la piel y la resecan. La alternativa se puede buscar en geles y jabones con aceite de árbol de té o eucalipto, buenos desinfectantes naturales.

Las cremas deberemos usarlas con asiduidad, especialmente en invierno, incluso aunque utilicemos guantes para protegernos del frío, ya que estos dificultarán la transpiración.

En casa deberemos, además, respetar una serie de precauciones, como utilizar guantes para fregar los platos. Este consejo vale también para cualquier tarea que suponga contacto con productos de limpieza, habitualmente muy agresivos para la piel. Además, debemos evitar fregar con agua muy caliente, y siempre tenemos que secarnos muy bien.

La hidratación no sólo se obtiene a través de las cremas. La piel agradecerá que bebamos agua, zumos o infusiones a lo largo del día. En cuanto a la alimentación, nos convendrá añadir a nuestra dieta alimentos con ácidos grasos, como Omega 6, por ejemplo los pescados, pipas de girasol o calabaza, sésamo etc.

Los masajes con aceite o pasta de almendras nos aportarán muchos beneficios para la piel de las manos, así como o el azúcar mezclado con zumo de limón o con aceite de oliva. También el aloe vera, que podemos obtener directamente de las hojas de la planta.

Contra la rugosidad de las manos recurrir incluso a un masaje con piedra pómez.

Un sencillo ritual de cuatro minutos para sacar todo el partido a las cremas de manos:

1. Depositar una pequeña cantidad de la crema en el hueco de la mano, masajeándola palma contra palma para que se caliente. Si no se aplica un aceite específico para las cutículas, depositar una mínima cantidad de crema en cada uña y masajearla hasta que se absorba.

2. Pasar la mano derecha por el interior del brazo izquierdo desde el codo hasta los dedos. Después, estirar los dedos de la mano izquierda uno por uno. Repetir lo mismo con la otra mano y cambiando de brazo.

3. Presionar con el pulgar en el hueco de la mano; a continuación, deslizarlo desde la palma hasta la yema de cada dedo.

4. Estirar la piel entre las falanges. Repetir lo mismo con la otra mano.

5. Cruzar los dedos, alargar y estirar los brazos hacia delante. Levantarlos hacia arriba estirando la espalda. Soltar y bajarlos sacudiendo las manos.