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Lasesarre confirma la crisis del Tenerife: derrota ante el Barakaldo

Derrota merecida en Barakaldo. Víctor aprovecha la fragilidad defensiva blanquiazul con dos tantos tras el descanso. El balance de las tres últimas jornadas es de un punto de nueve y ningún gol a favor.

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Santa Cruz de Tenerife

Ya no es solo un mal día. O un bache. Es algo más. Si no, no se entiende que un equipo que ganó con autoridad los seis primeros partidos de la temporada haya cambiado tanto y haya pasado a enlazar un empate con dos derrotas. Y que en ese tramo no haya marcado ni un gol. No es algo normal, aunque el fútbol juegue a lo inexplicable.

Al margen de los números, está la respuesta del equipo en el campo. Que se supone que es lo más preocupante, porque la Liga no terminará este fin de semana –el Tenerife podría ceder el liderato–. Pero las sensaciones... Eso es diferente. Ya se detectaron señales en la visita al Castilla y también en la cita posterior con el Zamora. Dos triunfos con sus matices. Y afloraron con más claridad sobre el irregular césped del Príncipe Felipe y en los dos primeros tropiezos del curso, ante el Unionistas y el Barakaldo. No será casualidad. Otra cosa es que sea una tendencia con fácil arreglo. Está en las manos de Álvaro Cervera y de los futbolistas. De momento sí parece que Lasesarre ha confirmado la crisis.

Un primer tiempo trabado

Al partido se le puso pronto cara de empate a cero, de acabar con un resultado corto. Muchos lo habrían firmado, visto lo visto. En realidad, fue una falsa apariencia. Pero el primer aspecto fue otro. Porque en la primera parte pasó muy poco, por no decir nada. Barakaldo y Tenerife se neutralizaron con un fútbol enredado en el centro. Predominó la prioridad compartida de no fallar, de no conceder nada, al menos de entrada. Los locales, ordenados y eficaces en las ayudas, se encargaban de que los blanquiazules no progresaran, o lo hicieran sin el alcance necesario. Y si no funcionaban las colaboraciones defensivas, caía una faltita para cortocircuitar a los tinerfeños, que no hallaban la manera de conectar con Gallego ni Jesús de Miguel. Lo consiguió, al fin, Alassan con un centro lateral, pero el delantero madrileño no pudo completar la maniobra. Atento, Arana dejó a Jesús a medias(16). Fue una excepción en un tramo de esos a los que les sienta bien la etiqueta de trabado. Merecida, en este caso.

Un pulso en el que, a los puntos, el Barakaldo fue mostrándose superior poco a poco, más que nada, porque iba consiguiendo llevar a cabo su plan. Sin mucho filo, pero con indicios de estar mucho más cómodo en el campo que su rival.

La evolución del conjunto vizcaíno le permitió acercarse al gol al borde del intermedio gracias a una recuperación en campo contrario que Oier López convirtió en un remate cruzado . Dani se estiró y rozó la bola para sacarla a córner.

Los de Imanol de la Sota ya habían puesto a prueba al portero gijonés con un chut desde la frontal del área ejecutado por Víctor a media altura. Fácil para Martín (17’).

Y del Tenerife, mucho menos de lo esperado después del empate en Cáceres y la derrota en casa con el Unionistas. Se sostenía en defensa, pero le costaba ocupar con cierto sentido la mitad del campo aurinegra. Se pudo estirar cerca del cuarto de hora con una apertura de Nacho Gil a Gallego, a modo de extremo izquierdo, y un posterior remate mordido de Alassan que atrapó Ispizua (13’). Y luego con el control incompleto de De Miguel (16’) y un par de intentos más, de Alassan (38’)y Enric (39’), mal dirigidos. En esos avances intermitentes, Enric llegó a caer en el área, pero ni el árbitro pitó penalti ni Cervera pidió la revisión.

Sin que hubiera sufrido en exceso para protegerse, lo mejor para el Tenerife estaba siendo el resultado, porque el Barakaldo había hecho algo más para marcar y porque los blanquiazules se habían quedado cortos en su funcionamiento ofensivo –la presión alta no terminaba de surtir el efecto deseado, no aparecían espacios para correr, las individualidades tampoco generaban rupturas...– La pausa llegó como una oportunidad para probar algo distinto.

Dos goles en un momento

Pero no, no hubo nada diferente. Es más, el Barakaldo retomó el camino con energía y decisión y terminó por desmontar al Tenerife en cuestión de diez minutos. Hizo lo que debía, pero le facilitó las cosas la desconcertante pasividad defensiva de los blanquiazules. El 1-0 llegó en el 48’. Lo anotó Víctor San Bartolomé tras recibir un pase picado de Huidobro. El atacante se abrió camino entre los dos centrales, Álvaro y Landázuri, y batió con cierta comodidad a Dani Martín.

Lejos de replegarse para guardar su renta, el Barakaldo fue a por más ante un desordenado y poroso Tenerife. A la siguiente, Álvaro le quitó a Valiño el remate del 2-0. Pero el segundo tanto local no tardó en caer. De nuevo, Víctor San Bartolomé aprovechó la falta de contundencia de la zaga tinerfeña. El balón había quedado sin dueño tras un salto de Álvaro –protestó por una supuesta falta previa y vio la tarjeta amarilla– y fue a parar a Víctor, que superó a un expuesto Dani con una sutil vaselina (53’).

Sin más tiempo que perder, Cervera introdujo los primeros cambios. Quitó a Zoilo y a De Miguel y puso a César y al debutante Balde. El movimiento situó a David Rodríguez en el lateral izquierdo.

Con más amor propio que fluidez ni superioridad, el Tenerife se animó a dar un paso al frente. No le quedaba otra, dadas las circunstancias. Y el Barakaldo, reforzado por la ventaja de dos goles, activó una segunda versión de su plan, la de ceder la iniciativa para dejar pasar los minutos y, en el mejor de los supuestos, liquidar a la contra.

La mejor noticia para los locales fue que el Tenerife no conseguía inquietar. Como mucho, lo hizo Alassan con una chilena que despejó con apuros el portero (62’).

Tanto anulado a Noel

Más tarde sí logró marcar, pero lo hizo en fuera de juego. El autor, Noel, en su primer contacto con el balón tras acceder al campo como sustituto. Y el asistente, un Balde que aprovechó su rato en el campo. El árbitro se acercó al monitor y comprobó que el pontevedrés había recibido el balón adelantado.

El 2-1, con un cuarto de hora por delante, habría rescatado parcialmente al representativo. Pero no fue así. Como si de un equipo resignado se tratara, quedó entregado a su suerte sin más chispazos. Ni con Maikel dentro por Aitor Sanz. Nada salió bien y el Barakaldo selló sin apuros un trabajado triunfo. El Tenerife no tuvo fútbol ni pegada, y fue endeble atrás.

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