Una cena que sirvió de conjura en busca del milagro de la salvación del CD Tenerife

Álvaro Cervera supo cohesionar un vestuario hundido para llevarlo a creer en la remontada

Cervera, entre Aitor Sanz y David.

Cervera, entre Aitor Sanz y David. / CD Tenerife

Víctor de Castro

Víctor de Castro

Santa Cruz de Tenerife

El Club Deportivo Tenerife será equipo de Primera RFEF por distintos factores. Desde el clima de tensión constante en las altas esferas hasta la pésima configuración deportiva de verano, pasando por el bajo rendimiento de muchos de los futbolistas a lo largo de la temporada han llevado al representativo fuera del fútbol profesional de nuevo. Un descenso que, pese a todos los problemas de la institución, pudo haberse evitado tras una reacción casi milagrosa de los blanquiazules gracias a Álvaro Cervera.

Tras el empate de este fin de semana, el entrenador del Tenerife hablaba ya de la próxima temporada, afirmando que "hay que tocar muchas cabezas y mentalizar a mucha gente". El nivel mental es algo clave, y bien lo sabe el técnico guineano, pues fue antes del partido contra el otro Racing, el de Santander, cuando tuvo lugar una conjura que sirvió como punto de inflexión en la lucha por el milagro de la salvación.

Antes de viajar a tierra cántabra, los blanquiazules lograban romper una racha de cuatro derrotas consecutivas tras ganar por dos a cero a la Sociedad Deportiva Huesca en el Heliodoro Rodríguez López. Se situaba a catorce puntos del Zaragoza y a doce del Eldense, pero el golpe de moral era enorme tras vencer a un equipo que en esos momentos se disputaba el ascenso directo a Primera División.

Los blanquiazules, en la celebración del primer gol al Huesca.

Los blanquiazules, en la celebración del primer gol al Huesca. / Andrés Gutiérrez

Un milagro alejado por las decisiones arbitrales

A raíz de este partido, el conjunto de Cervera cambió por completo. Antes del partido contra el Racing de Santander, jugadores y cuerpo técnico, alejándose de la movida situación institucional, se reunieron en un restaurante del norte de Tenerife en la semana del 10 de marzo. Fue algo más que una cena. Con casi toda la plantilla en el local, más Cervera y su equipo, los comentarios rezumaban confianza para revertir la posición de descenso.

La primera oportunidad se vivió en El Sardinero donde, tras ir ganando 1-0 gran parte del partido, una dudosa expulsión por doble amarilla al canterano César Álvarez y un segundo gol cántabro tras una clara falta sobre Aitor Sanz imposibilitaron sumar los tres puntos al Tenerife. Un camino de redención que comenzaba con polémica arbitral, algo que acompañaría en las últimas jornadas.

Fuentes Molina es advertido por el VAR durante el Racing de Santander-Tenerife.

Fuentes Molina es advertido por el VAR durante el Racing de Santander-Tenerife. / Agencia LOF

Pese a la derrota, las sensaciones positivas iban a más, y se comprobó enlazando tres victorias consecutivas, algo inédito durante toda la temporada. Rivales de enjundia como Cádiz, Granada y Sporting de Gijón se vieron sorprendidos por la nueva imagen de los tinerfeños, que dejaba a los blanquiazules a nueve puntos de la salvación, pero lanzados ante un Zaragoza en crisis, un Eldense con el efecto Oltra diluido y varios equipos que parecían ser arrastrados por la mala dinámica.

Condenados por cinco empates

Los siguientes dos partidos marcaron el camino blanquiazul. Las controvertidas decisiones arbitrales privaron al Club Deportivo Tenerife de sumar cuatro puntos más que, a día de hoy, lo tendría todavía peleando por la salvación. Un gol anulado ante los burgaleses en el 89 fue objeto de crítica por la entidad tinerfeña y sus aficionados.

Igual que en la salida a Riazor, y es que ante el Deportivo La Coruña se pidieron dos penaltis sobre Diarra y Luismi Cruz. El primero, en el que Helton Leite arrolla a Yussi sin posibilidad de coger el balón, y el segundo, una entrada al extremo que el VAR llamó para revisar la jugada y el árbitro mantuvo su decisión, fueron las dos acciones protestadas.

Pese a los ocho partidos que acumulan los blanquiazules sin perder, tres empates seguidos más han llevado a consumar el descenso. Un descenso que en febrero era asumido por gran parte del colectivo chicharrero menos para un entrenador que, tras una cena, logró cambiar el chip de sus jugadores y hacerlos creer en que se podía. Unos jugadores que son muy culpables de esta situación, siendo los mismos que a principio de temporada rendía muy por debajo de su nivel, pero que tras encontrar la estabilidad lucharon hasta el final por cambiar un guion ya escrito.

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