CD Tenerife-SD Eibar: los orígenes
Las tres primeras visitas del equipo guipuzcoano al Heliodoro Rodríguez López coincidieron con temporadas de ascenso de los blanquiazules, dos a Segunda, en 1971 y 1987, y una a Primera, en 1989.

Crónica del primer Tenerife-Eibar. / El Día

Los caminos de CD Tenerife y SD Eibar, clubes fundados en 1922 y 1940, no se cruzaron hasta la temporada 197o/71, con los dos equipos encuadrados en el Grupo IIde una Tercera División que, en aquellos tiempos, era como la desaparecida Segunda B o la Primera RFEFde ahora. Los blanquiazules, en ese momento con la denominación de Tenerife Atlético, llevaban compitiendo en categorías nacionales desde 1953, en Segunda y hasta con una corta experiencia en Primera (1961/62), pero acabaron cayendo al tercer nivel arrastrados por la reestructuración de la división superior en 1968 -descendieron siendo novenos–. En esas décadas, los guipuzcoanos apenas habían salido del circuito regional, con la excepción de cinco campañas seguidas que pasaron en Segunda, entre la 53/54 y la 57/58, en ninguna dentro del mismo sector que el Tenerife. Finalmente, en la Liga 70/71 se estrenaron como adversarios.
Jorge y Molina, protagonistas
La primera visita eibarresa al Heliodoro Rodríguez López data del domingo 14 de marzo de 1971 (3-0). Aquella tarde tuvo dos protagonistas, Jorge Fernández por su acierto en el remate –marcó los tres goles– y Alberto Molina por una lesión en la rodilla izquierda que solo le permitió disputar el primer tiempo –volvió al campo cojeando en el intermedio para recibir el premio Cardón de Plata–. El capitán había sido titular junto a Domingo Rivero, Pepito Reyes, Francisco Lesmes, Esteban Jorge, José Luis Cabrera, Juanito –El Vieja–, Manolo Ramos, Jorge Fernández, Mauro Pérez y Lelio González. El técnico Francisco Javier García Verdugo eligió a Quico Rodríguez como sustituto de Molina y puso a Alberto Ávila por Lelio.
Ese 3-0 fue un paso más del Tenerife en su ansiado regreso a Segunda División. En su tercer intento, pudo cruzar esa meta dejando atrás a un Eibar que siguió instalado en la misma categoría.
La fiesta se desató en la penúltima fecha gracias a un 4-0 al Real Unión en el Heliodoro. El presidente González Carrillo había prometido premiar al equipo con una prima de un millón de pesetas.
A las puertas del éxito
El enfrentamiento no se repitió en el Rodríguez López hasta la temporada 86/87, igualmente finalizada con un ascenso del Tenerife a Segunda División; en este caso desde Segunda B. Ese precedente fue algo así como la antesala del éxito, ya que se celebró dos jornadas antes de que el equipo entrenado por Martín Marrero se asegurara el salto de categoría con un 5-1 al Sanse –actual Real Sociedad B– en casa. En medio, un valioso punto en El Plantío (1-1). Pero ese al 1-0 al Eibar terminó por acercar al representativo a la meta el 17 de mayo de 1987. A los locales les costó superar a un oponente que ya se había ganado la fama de ser un conjunto rocoso, una seña de identidad que ha seguido formando parte de su idiosincrasia. El único gol llegó en el minuto 69. Así lo describió Jornada Deportiva al día siguiente: «Víctor es objeto de falta. Libre indirecto que toca David para la zurda de Víctor y el disparo de éste toca barrera y se va, rozando la hierba, hacia la base interior del palo de Garmendia. El meta, más atento a la proximidad de Lope Acosta que al balón, no pudo rectificar a tiempo y se vio batido».
El Tenerife empezó el encuentro con una alineación compuesta por Aguirreoa, José Ramón, Quique Medina, Pedro Martín, Salvador, Tata, David Amaral, Víctor, Luis y Chalo. Participaron como suplentes Lope Acosta y Bernard.
Cuenta la crónica que los blanquiazules tuvieron que amarse de «paciencia» para contrarrestar a un rival «fuerte y peleón». Al final, el Tenerife cumplió para sacar adelante el encuentro, «sin hacer nada del otro mundo», y quedarse a solo tres puntos del ascenso.
Reencuentro y otro ascenso
Para seguir la tradición, Tenerife y Eibar volvieron a compartir competición en un ejercicio –el 88/89– que los blanquiazules coronaron con un salto de categoría, en esta ocasión a Primera de la mano de Benito Joanet. En la ruta hacia la histórica promoción ante el Betis –a esas alturas, insospechada–, los tinerfeños derrotaron a los de Ipurua por 2-1 el 2 de abril de 1989. Husillos firmó el 1-0, el visitante Luis Rodríguez hizo el 2-0 sin querer y Luluaga recortó diferencias de penalti. Aquel Tenerife salió al campo con Belza, Toño, Pedro Martín, Quique Medina, Herrero, Isidro, El Ghareff, Luis Delgado, Guina, Husillos y Rommel, mientras que Txema Noriega y Perico Medina fueron reservas.
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