El Tenerife, frenado por la mala suerte ante el Burgos

El equipo blanquiazul se queda a las puertas del cuarto triunfo consecutivo (0-0) en un partido en el que marca dos goles que no valen por fuera de juego, el segundo, con polémica

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Santa Cruz de Tenerife

Podía pasar que en el desesperado intento de escapada de los puestos de descenso a Primera RFEF, con tan poco margen de error, se bloqueara un partido, uno cualquiera, y que la puntuación obtenida, la mínima, supiera a poco, a muy poco. Porque empatar era perder. Podía ocurrir que un encuentro se bloqueara y que, para colmo, no acompañara la suerte. Porque el Tenerife le marcó dos goles al Burgos y ninguno valió. El primero por un fuera de juego de Diarra (68’), ajustado pero claro en la revisión en la pantalla. El otro, ya en el minuto 88, por lo mismo, pero sujeto a más dudas, ya que la supuesta posición antirreglamentaria de Ángel fue posicional en un saque de falta de Luismi, a modo de centro al área, que se tragó Ander Cantero, que no se quejó del estorbo del delantero sino de que le había cegado el sol. La incertidumbre tuvo en vilo a todo el tinerfeñismo durante el rato que tardó Orellana Cid en tomar la polémica decisión. Tiene razón Cervera al decir que las interpretaciones de este tipo caen del lado contrario: Elche, Racing, Burgos.

A fuego lento

La tarde había empezado de cara por el empate del Zaragoza en La Romareda ante el Eibar después de neutralizar un 0-2. Hasta los chubascos quisieron darse un paseo para iluminar un Heliodoro que tuvo el aspecto de las grandes citas, con un público encendido desde el primer minuto, consciente de que también iba a tener un papel que interpretar en otro partido a todo o nada en la cuenta atrás hacia el final del calendario de Liga. En el césped, el clima favorable no alteró la ejecución del plan. El Tenerife no se dejó llevar por la corriente. No se precipitó. Entró en juego con la cautela que había pedido Álvaro Cervera en la previa. Con matices. Porque el Burgos de Luis Miguel Ramis es, a estas alturas, muy estable como bloque. Es uno de esos rivales que extraen el máximo rendimiento del error ajeno. Y los blanquiazules, en este caso de celeste por el estreno del uniforme dedicado al centenario del estadio, salieron a competir sin prisas pero sin pausa ante un rival ordenado, dando prioridad a no cometer errores ni propiciar contragolpes. Desde esa plataforma, se suponía que la otra parte de la estrategia acabaría floreciendo más pronto que tarde.

La paciencia bien entendida no dejó ninguna consecuencia en el área de un protegido Edgar Badia. El Burgos trató de llevar la iniciativa en el arranque, pero con mejores intenciones que profundidad. Nada que no pudiera controlar la defensa local, con Mellot y David en las bandas y Sergio y el recuperado José León en el medio. Como mucho, una incursión del potente Arroyo por el costado izquierdo que cortó un oportuno David. O un remate cruzado de Ojeda que atrapó sin problemas Badia. Poco más en un primer cuarto de hora de aparente dominio burgalés.

El Tenerife, a más

Al Tenerife le costó un poco más asomarse al área contraria. Pero cuando lo hizo, no solo consiguió equilibrar el pulso, sino que lo inclinó hacia su lado de camino al descanso. El equipo de Cervera ya había avisado en el minuto 9 con una doble ocasión, de Gallego y Diarra, anulada por fuera de juego. Una acción aislada en un tramo de adaptación a un partido trabado. Nada que no se viera venir. Pero a las puertas de la media hora sí pudo tener más continuidad. Luismi Cruz empezó a entrar en escena y el Burgos lo notó. Improvisación del gaditano para taladrar el hormigón de Ramis. Poco a poco, inicialmente con Diarra como socio de Luismi por el costado derecho y subiendo los decibelios con un par de saques de esquina, el Tenerife comenzó a inquietar a un adversario que era como su doble, igual de solvente atrás. Así, en el minuto 25, surgió el primer ensayo, un remate de cabeza desviado de José León. En esa etapa de empuje también lo intentó Bodiger con una volea desviada. Y Luismi con un sutil toque raso pegado al palo. La mejor ocasión hasta el momento (37'). Una producción estimulante pero, en definitiva, insuficiente. La primera mitad se fue apagando con la sensación de que el Tenerife iba a tener que hacer mucho más para poder doblegar a un rocoso Burgos. Y que jugadores como Yussi Diarra, Waldo o Enric Gallego intervinieran más.

La segunda parte

La necesidad de ganar, del Tenerife para seguir con opciones de evitar el descenso y del Burgos para no perder de vista el vagón de cola del playoff para subir a Primera, sacudió el duelo en la reanudación. Lo demostró Iñigo Córdoba con un remate de cabeza en plancha unos segundos después de que se pusiera el balón en movimiento desde el centro del campo. Fue la apertura de un partido más anárquico, en el que los locales también buscaron el gol. Lo hicieron con Bodiger como protagonista y el mismo desenlace, la pelota estrellada en el frontón burgalés (47'). No había manera. Y con el freno de mano quitado, respondieron los de Ramis con un contragolpe que salvó Badia con una de sus paradas de mérito. El guardameta blanquiazul tapó huecos en un mano a mano con Fernando Niño y mantuvo el 0-0 en el minuto 55. El partido ya bajaba por un tobogán. No había vuelta atrás. No valía el punto. Cervera leyó la situación y afiló a su equipo con un par de cambios, Bodiger y Waldo al banquillo y Fabio y Cantero al césped. Este último irrumpió con fuerza poniendo a prueba al Cantero del Burgos, a su portero, con un chut raso que propició otra ocasión clara, un remate al palo de Gallego aprovechando un balón suelto dentro del área y activando el factor Heliodoro (64’). La insistencia de los blanquiazules, impulsados por la grada, redujo al Burgos a su modo más defensivo. Esa resistencia se quebró en el minuto 68 con un gol que desató la euforia, pero que no valió. Lo anotó Diarra, en fuera de juego, después de que Ander Cantero, luciendo visera en la segunda parte, despejara en corto un remate de cabeza de Sergio tras una falta lateral (68’). Del sí se puede al no pasa nada, hay que seguir. Un chasco por lo mucho que había costado colar el balón en la portería burgalesa. Pero con margen para perseverar. Lo hizo con Ángel por Diarra a partir del 80'. Por un momento, fue como si el Tenerife hubiera coronado el pico de una montaña y al levantar la mirada se hubiera dado cuenta de que le quedaba una parte que escalar. Las prisas y la frescura menguante empezaron a jugar en su contra para beneficio de un Burgos seguro y conforme con el empate, dadas las circunstancias. Y cuando parecía que nada más iba a pasar, llegó el gol anulado de Luismi. Otro revés ante el que no hubo rendición. El equipo tiró de corazón y exprimió el tiempo añadido para intentar conseguir lo que la mala suerte le había quitado. Pero no hubo forma de mover el 0-0. Ni en 100 minutos de partido. Al final, frustración y el reconocimiento del público a un equipo entregado. Con 21 puntos en juego, el Tenerife suma 32 y continúa a nueve del decimoctavo. Siguió sonando el sí se puede. Será.

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