Maikel Mesa, en La Laguna
Profeta en su tierra
Varios meses después de su deseado regreso al CD Tenerife, Maikel Mesa empieza a disfrutar de la experiencia de jugar «en casa». Cuatro victorias en cinco partidos han devuelto la ilusión y la esperanza al grupo, que confía y cree. «Estoy deseando ver un Heliodoro a reventar», verbaliza el 20 blanquiazul.

Maikel Mesa, con su ciudad al fondo desde la cúpula del Teatro Leal. | MARÍA PISACA
manoj daswani
Maikel Mesa Piñero (San Cristóbal de La Laguna, 1991) empieza a disfrutar de la difícil decisión que tomó en verano. El jugador lagunero se abocó a una negociación de infarto y que por momentos «parecía muerta» con el único objetivo de volver a casa, pero asegura que su apuesta al blanco y azul valió la pena. «Esto es un sentimiento, no un contrato». Sorprende su entereza. Cualquier otro mostraría arrepentimiento por haber aterrizado en un proyecto que parecía perdedor, una ruina. Lejos de arrojar la toalla, Maikel ha sido respetuoso en la suplencia, valioso en la titularidad y, lo más importante, honesto con el escudo. En el verbo se le nota que empieza a sentirse feliz. Varios meses después, sus tiranteces con la afición ya son historia y su aportación es creciente en busca del objetivo común. «Aquí miro a la grada, veo a los míos y soy feliz», resume.
La conversación con el isleño empieza por el partido más inmediato, el que viene. «Estoy deseando que sea sábado y ver el Heliodoro a reventar», confiesa. Mesa no hace cábalas, cálculos ni aproximaciones: «Nos hemos puesto de acuerdo en no mirar más allá de la próxima jornada. Llevábamos mucho tiempo sin ganar fuera de casa y la primera victoria ha llegado en el mejor momento, justo cuando más lo necesitábamos», apunta, con el «alegrón» de Gijón aún reciente.
«Es verdad que ya antes de Santander habíamos empezado a hacer méritos para más y quizá lo que pasó en El Sardinero sí fuera el punto de inflexión», reconoce el mediapunta, que de un tiempo a esta parte se está habituando a jugar en una posición todavía más adelantada. «Donde el míster diga», responde. En cuanto a los resultados grupales, explica que lo más difícil ya está hecho: «Hemos conseguido cambiar esa dinámica negativa en la que estábamos instalados. Incluso los partidos en que estábamos bien, se nos escapaban. Ahora se ve de verdad a un Tenerife que gana partidos, que suma puntos, capaz de competirle a cualquiera. Y los hechos están ahí», anota.
«Volver fue una apuesta personal: quería volver a disfrutar de la Isla y volver a defender este escudo»
Sobre el desarrollo de este curso de los horrores, Maikel aún confía en un desenlace feliz. «Era una pena cómo se estaba desarrollando la temporada. Yo he estado en muchos sitios donde el grupo era el que era, y si las cosas van mal, era entendible y hasta normal. Aquí, todo lo contrario. La gente se ha entregado al máximo todos los días, no ha habido un problema con nadie. Y siendo un año tan difícil y convulso, el equipo ha mostrado entereza siempre. Creo que ahora nos hemos liberado; y que la insistencia y el trabajo de todo el año empieza a dar sus frutos», sugiere desde el optimismo.

Maikel Mesa. | M. P.
«El valor que tiene este vestuario es enorme. Nos hemos mantenido firmes y fuertes con todo lo que ha pasado. Nadie se ha pasado de la raya, más bien al contrario, creo que hemos estado siempre en la línea de la actitud, del trabajo, del esfuerzo. Con el tiempo se ha confirmado que teníamos un grupo muy sano. Sinceramente pienso que no merecíamos lo que nos estaba pasando; el grupo no merecía sufrir de la manera que estaba padeciendo», dice. «Ahora, la gente puede ser un poco feliz, dentro lo que cabe».
Maikel echa la vista atrás y confiesa que ha pasado las de Caín. «Muchas veces llegaba a casa y estaba de mal humor con mi madre, que es la que menos culpa tiene. Enseguida iba a explicarle que no era nada con ella, que estaba irascible con mi trabajo. Quieras o no, una situación así te absorbe las 24 horas del día, te cambia el ánimo. No conozco a nadie en este vestuario que se vaya a su casa cuando acaba el partido y sea capaz de olvidarse de todo. Muchas veces estás mal, sufres, te llevas la amargura incluso a la cama. Al final, si estás mal en tu trabajo, estás mal en casa», asegura.
En este punto de la conversación, Maikel habla también del papel incuestionable e indiscutible del líder, ese que se sienta en el banquillo y con el que han vuelto a ver la luz. «¿Cervera? Si te digo la verdad, para mí ha sido un descubrimiento. Ha venido aquí a dar normalidad y tranquilidad en el contexto de una temporada tan difícil. Los resultados están llegando. Y no es que haya venido a inventar nada; ha venido a hacer las cosas que se deben hacer y eso está dando números. Me ha sorprendido gratamente, no solo a nivel futbolístico, también personal. Si miras al campo, se ve el trabajo», consigna el lagunero, quien recuerda que el planteamiento específico para cada partido –cada semana con sus matices, sus elecciones y sus decisiones propias– ha tenido el efecto deseado.
«He aprendido a dejar el ego a un lado; siempre he priorizado el interés colectivo al individual»
«El equipo ha dado un cambio, la afición lo ve y todo el tinerfeñismo lo valora. Está claro que tiene muchísimo mérito lo que está logrando el míster», añade Mesa, quien se aferra el discurso del entrenador y fija solo objetivos cortoplacistas. «Yo voy a lo más simple y pienso solo en el sábado, que son tres puntos», sonríe. El optimismo se ha instalado en el vestuario y eso se nota en el mensaje de Maikel, quien abandera el entusiasmo de todos.
«Sabemos de lo que somos capaces y nos vemos con nivel para competir con cualquiera. Fíjate que lo primero que pensamos tras ganar en Gijón fue: ¡qué bueno que jugamos el sábado en casa!», aduce. «La afición ha estado muy por encima del equipo. Los jugadores en el vestuario lo hemos dicho en privado muchas veces, que la gente se estaba y se está portando de forma increíble. Para mí ha sido una sorpresa enorme ir fuera de casa y verte tanta gente en las calles de la ciudad a la que vas, en el hotel o en la grada; o que en el partido de Carnavales en casa hubiera 8.000 espectadores en la situación que estábamos», recuerda. «Hay otras plazas donde las cosas están también complicadas y a lo mejor la gente deja de un lado al equipo, o protesta, o muestra rechazo. Aquí el talante de la afición es de agradecer», confiesa.

Profeta en su tierra | MARÍA PISACA
Respecto a su propio rol, cuenta Maikel que tampoco en ese sentido estaba siendo un año fácil. «He sabido dejar el ego a un lado; quizá ha habido momentos en los que pensaba que debía jugar más., pero siempre he intentado poner lo colectivo por delante de lo individual. Y más aquí, que estoy en mi casa», sugiere. «Cuando el futbolista no juega, se frustra más y se hace más difícil de llevar la semana. Pero estoy aquí en mi isla, defendiendo mi escudo, con el orgullo diario de vestir esta camiseta».
Tal vez nunca antes hubiese hablado Maikel con la claridad y la transparencia que revela en esta ocasión. Se refiere al proceso del verano, a su salida, a las críticas recibidas en Zaragoza y a las diferencias surgidas incluso aquí. «Para mí en verano lo más sencillo era quedarme, tenía contrato en vigor y de las 42 jornadas había jugado 41. Nadie o casi nadie podía presumir de esos números ni en el club ni casi en toda la categoría, pero salió la oportunidad desde que me llamo Mauro. Me dijo: ¿quieres venir? Y entonces dije: sí o sí, quiero ir a Tenerife. Pasé un verano que no se lo deseo a nadie, con mucha incertidumbre, muchos vaivenes. Había momentos que la operación la veía muerta. Pero fue mi apuesta. Quería disfrutar de la Isla, de esta camiseta y de este equipo. Ha sido un año difícil y en el que no se han cubierto las expectativas. Venía de hacer un añazo y éste no lo está siendo, pero quiero pensar que lo mejor está por venir», afirma.
El protagonista del traspaso del verano confiesa que vio «la operación muerta» en varios momentos
Tras haberse acogido voluntariamente a una rebaja salarial, como antes hizo también Aitor Sanz, el ex de Osasuna, Albacete y Las Palmas, entre otros clubes, explica que «ha habido tramos muy complicados de gestionar, pero el fútbol y la vida te presentan adversidades y tienes que sortearlas». Por suerte, insiste, ha sido la fuerza del grupo la que ha salvado al Tenerife. Con la ilusión de hacer «otro buen partido» en apenas tres días, Maikel se propone «el objetivo de la victoria para cada partido que el Tenerife juegue». Así sí, las cuentas cuadran.
Su verdad
Ha sido un año de sanar heridas para Maikel. «Yo estoy feliz y agradecido a la gente. Es verdad que desde el n primer momento que puse un pie aquí, la afición ya me demostró que iba a estar conmigo. Con el tiempo, afortunadamente se ha podido ver lo que he sentido siempre y que estos son mis colores», apunta. Lo que no esperaba era un auténtico tsunami de juntas, ruido, declaraciones cruzadas, querellas... «A ver, te soy sincero, fácil y agradable no es. Por mucho que quieras aislarte, las noticias te llegan. Lo de fuera no ha ayudado y la temporada ha sido complicada en muchos momentos. Al final, el futbolista tiene que ser profesional y hacer valer la fuerza del grupo. Creo que estamos más unidos que nunca; por suerte, hemos estado juntos en las buenas y las malas», concluye. Y acaba con una confesión. «Para mí, venir aquí va mucho más allá de la categoría y del momento en que estemos. Al final estoy donde quiero estar, entrenando a cinco minutos de donde vivo y con el lujo que es comer en casa lo que cocina mi madre. Hoy: potaje, arroz y pechuga». Receta con denominación de origen lagunera para mudar el ánimo incluso en los días más difíciles. «Lo peor ya pasó; estoy convencido: nos vamos a salvar».
Profeta en su tierra
A pesar de sus dificultades para hallar protagonismo y minutos en su primera temporada como profesional en el CD Tenerife, Maikel Mesa ha sabido ganarse el afecto y admiración de los aficionados, especialmente los más pequeños. Así le abordaron en busca de un autógrafo antes de hablar con EL DÍA.
Repatriación: Anécdotas y confesiones
- Asegura Maikel que lo que más disfruta de su deporte «es la competición, salir a jugar cada domingo». Y no oculta que lo peor que lleva de esta nueva etapa en el Tenerife –derrotas y sinsabores aparte– son los largos y a veces tortuosos viajes para llegar a la Península.
- Con Cervera, le está tocando ejercer muchas veces como punta de lanza del equipo. «Jugar en esa posición está siendo algo nuevo para mí, pero intento darle al míster lo que necesite. La idea es que pueda confiar en mí donde y cuando estime oportuno», afirma.
- «Cuando te entregas al máximo, llega un momento que la vida te da: ha tardado, pero los resultados han llegado y estamos empezando a disfrutar. Antes, no nos daba; ahora sí tenemos la ilusión de que las cosas van a cambiar», expone respecto al giro copernicano que ha protagonizado el Tenerife. «Además, ahora los rivales nos tienen más en cuenta», percibe el lagunero.
- Su cuota de partidos jugados y minutos disputados en la Hypermotion está por debajo de sus propias expectativas. Pero está haciendo goles desde la jornada inaugural. De hecho, estrenó su cuenta en el primer partido en Elda. Eso sí, con un tanto insuficiente para puntuar en el Pepico Amat, donde el representativo perdió (2-1).
- Apunta Maikel que su vasta carrera profesional le ha valido para cruzarse con algunos de sus ídolos, por ejemplo Luka Modric. Del curso pasado, se queda con el orgullo de haber hecho «unos números top» en Zaragoza. Jugó 41 partidos de 42 posibles en liga.
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