Lección de supervivencia del Tenerife
El Tenerife remonta ante el Granada (2-1) y se queda a nueve puntos de la salida de los puestos de descenso a falta de que se complete la 33ª jornada

Partido de Liga CD Tenerife-Granada CF / María Pisaca

Había dicho Álvaro Cervera en la víspera que el Tenerife iba a ir al límite en la última etapa de la temporada porque iban a «pasar cosas». Cosas que no muchos equipos son capaces de generar. El blanquiazul es uno de ellos. Porque se resiste a darse por descendido. Y lo está haciendo con argumentos futbolísticos y de compromiso que están a la altura de metas más ambiciosas. El nuevo ejemplo, un triunfo con remontada incluida ante un notable Granada. Una lección de supervivencia que deja al representativo a nueve puntos del decimoctavo puesto a falta de que juegue el Zaragoza, que es el que marca la frontera, y con nueve jornadas por delante para el cierre del curso. Sigue siendo mucho, pero si se tiene en cuenta que no hace tanto la desventaja llegó a ser de 17... Pase lo que pase, el Tenerife lo seguirá peleando. Hasta el final.
El partido nació con pinta de final, de eliminatoria, y no por un uso simple de esa etiqueta, sino por la puesta en escena de los dos equipos, por la obsesión de no perder ni un segundo, por la voluntad compartida de atacar, de ser verticales, de ganar... Se notó que el calendario ya ha entrado en las diez últimas paradas, esas en las que técnicos y futbolistas coinciden en afirmar que se decide todo. En esas y en las anteriores. Si no, que se lo digan al Tenerife. Sin nada que perder y el soporte del carácter competitivo recuperado de la mano de Álvaro Cervera, la escuadra blanquiazul salió al césped del Heliodoro con el objetivo de darle continuidad al triunfo del domingo anterior ante el Cádiz, en el mismo escenario, y no desconectarse de la lucha por la permanencia, por muy lejana que estuviera. Para el Granada tampoco era un trámite. Sabía que con una victoria se iba a meter en los puestos de promoción. La necesidad de unos y otros se tradujo en alta intensidad desde el arranque. Inicialmente la aplicaron los visitantes, pero los locales no tardaron en igualar fuerzas y pisar el campo contrario.
En ese enérgico pulso, fue pasando un poco de todo. Hasta que cayó el 0-1 en el minuto 35. De nuevo, por un penalti. Ya son nueve esta temporada. Lo cometió Mellot al hacer una falta dentro del área sobre Rebbach. Llegó tarde y ni protestó. Badia, especialista en estas acciones, se lanzó bien, adivinó la intención de Lucas Boyé, pero no llegó a tocar la pelota.
El Tenerife, con Ángel como novedad -entró por Maikel, ya había tenido sus opciones. Tras un tramo de dominio del Granada, de posesión sin ocasiones, los blanquiazules empezaron a producir cerca del área contraria. Luismi avisó con un centro sin receptor que, al menos, sirvió para fijar el rumbo. Luego, después de una respuesta de Trigueros a modo de volea que sacó a córner Badia, siguieron insistiendo los de Cervera, que se mostraban incisivos y voraces en los momentos de recuperación tras pérdida. De ahí, una incursión de Waldo, que no se decidió a probar suerte con el remate y tampoco encontró a Ángel en el pase (14'). Sin respiro, Bodiger estuvo a punto de batir a Mariño, pero su toque dentro del área no cogió portería después de un rebote procedente de un chut de Mellot (17'). La fase de maduración había dado resultado y el Tenerife ya tenía el partido donde quería. En las gradas de un Heliodoro implicado sonaba el Cervera, quédate. Solo estaba faltando contundencia.
En realidad, la tuvo el Granada en el minuto 25 con un espectacular golpeo de Rebbach al recoger en la frontal del área un balón despejado tras un córner. Sin pensarlo dos veces, remató y metió la bola en la portería de Badia. Pero la celebración fue efímera. El árbitro levantó el brazo indicando que la jugada había quedado anulada, aparentemente por la salida del campo de la pelota en la ejecución del saque de esquina. Todavía con el susto en el cuerpo, el Tenerife perdió su solidez durante unos instantes y el conjunto de Fran Escribá aprovechó para apretar. En esa etapa llegó el penalti de Mellot y el tanto de Lucas Boyé. Y pudo ser peor de camino al descanso. Lo evitó Edgar Badia al ganarle un mano a mano a Rebbach en el 44' después de un despiste defensivo.
El arranque de la segunda mitad fue toda una declaración de intenciones por parte del Granada. Lejos de esperar atrás, metió miedo con un contragolpe salvado, a medias, por David y Sergio, y una doble ocasión en las botas de Rubio y Stoichkov. El Tenerife, verdaderamente exigido, escapó para retomar su intención de remontar. Y dio el paso que necesitaba en el minuto 53. A base de querer, de corazón, de no firmar la rendición. El finalizador, Bodiger. Estampido en el área del francés, con la fortuna del toque del balón en Manu Lama, y adentro. Autogol del defensa. En la banda estaba siendo testigo Gallego, el primer cambio ordenado por Cervera en busca de una solución que se produjo justo antes de esa sustitución. 1-1, Enric por Ángel, el estadio encendido y el Tenerife lanzado.
Por delante, media hora en la que podía pasar cualquier cosa, incluyendo otro gol del Granada. Lo tuvo Villar en el 60'. Y también Boyé seis minutos más tarde, esta vez con Edgar Badia como salvador.
El Tenerife lo seguía intentando de todas las maneras, con la chispa de Luismi, canalizador de la mayoría de los ataques, la ruptura de Waldo, pese al desgaste, la presencia de Gallego... Y también con la llegada de Diarra. Este último fue objeto de una falta al borde del área que resultó clave. Yussi recibió un pase filtrado de Cruz tras una recuperación del gaditano y fue derribado en la carrera por Manu Lama, que vio la tarjeta roja como castigo añadido. En un principio, González Díaz había pitado penalti, pero la revisión de la jugada en la pantalla demostró que el contacto había sido fuera del rectángulo de castigo. Pero no importó. Lanzó Luismi y anotó el 2-1 en el minuto 77. Al fin un gol de falta. Al Tenerife empezaban a salirle las cosas bien, y no por casualidad. No se le podía escapar la victoria. El Granada, aturdido, no tuvo capacidad de reacción. No se lo permitió su rival, que rozó el tercer tanto con un remate de Cantero tapado por Mariño. Por primera vez, un pleno de seis puntos en dos jornadas consecutivas. Ya era hora. ¿Habrá nueve de nueve en Gijón?
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