Expresidente
Rivero: «El club está en uno de sus mejores momentos»
Destaca la buena salud del Tenerife en el apartado social, pese a la crisis que sufre

Paulino Rivero, sobre el césped del Heliodoro Rodríguez López. | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Dos semanas después de quedar desligado del Tenerife como consejero y presidente del club, Paulino Rivero publicó una carta en la que repasa su estrecha relación con la entidad blanquiazul, iniciada mucho antes de relevar a Miguel Concepción en diciembre de 2022, y rescata lo que considera más destacado de su trayectoria como máximo dirigente durante poco más de dos años. Entre otras cosas, haciendo alusión al crecimiento social de la institución, afirma que el Tenerife está en «uno de sus mejores momentos».
Un momento que contrasta con la delicada situación deportiva que sufre el equipo principal –condenado al descenso– y con la inestabilidad institucional –tres presidentes en dos años y medio, conflictos entre accionistas mayoritarios, problemas económicos...–.
Empezando por el final, recuerda que en la junta del 17 de diciembre de 2024, cuando anunció su renuncia, tuvo claro que había llegado «el momento de poner fin a una etapa iniciada 26 meses antes». Rivero asegura que la «aceptación» de la «responsabilidad» de presidir el Tenerife, obedeció a su «ilusión de realizar un nuevo acto de servicio» al club de su «vida», a una entidad centenaria.
«Ha sido ese el propósito que ha guiado mi actuación, no solo en este periodo reciente, sino desde mucho tiempo antes, en todas las responsabilidades públicas que desempeñé. Sobre todo, desde 1987, siendo consejero del Cabildo de Tenerife, cuando el club atravesaba una dura crisis y el añorado Javier Pérez había asumido la presidencia. Además de salir de la Segunda División B, trabajamos con el fin de que el club dispusiera de una instalación de primer nivel, iniciando la remodelación del estadio», rememora el exdirigente.
La unidad y el esfuerzo común han ayudado siempre al club a vencer todas las dificultades
Rivero recorre otros episodios como la reforma integral del Heliodoro, la gestión de la venta de los palcos de la grada de San Sebastián, la instalación de un marcador electrónico... Y no pasa por alto su participación en otra etapa comprometida de la institución, la crisis institucional y económica sufrida en la temporada 05/06.
Con el paso del tiempo, en 2022, se vio formando parte de un proyecto condicionado por «las limitaciones orgánicas asumidas con el cargo» y la idea de volcarse en «en potenciar el crecimiento de la masa social que rodea al club. Desde este punto de vista, el Tenerife disfruta de uno de sus mejores momentos, aunque la labor desempeñada pueda verse oscurecida por la marcha del primer equipo». Paulino Rivero cierra su escrito de despedida como presidente con un llamamiento. «En esta etapa compleja que nos está tocando vivir, se impone apelar a lo mismo: la suma de voluntades para recuperar la estabilidad, mediante un modelo adecuado, alejado de los personalismos», concluye.
El CD Tenerife, por encima de todo
Conforme al compromiso asumido tras la Junta General de Accionistas del 20 de diciembre, cuando anuncié que antes del 30 de marzo pondría fin a mi mandato al frente del CD Tenerife, el pasado 19 de febrero corroboré públicamente dicha decisión. De este modo, consideré que era el momento de poner fin a una etapa iniciada veintiséis meses antes, gracias a la confianza otorgada por una amplia mayoría de su masa social y convencido de llevar a cabo un proyecto integrador.
Básicamente, la aceptación de esta alta responsabilidad obedeció a la ilusión de realizar un nuevo acto de servicio al club de mi vida, la entidad que amamos desde que tenemos uso de razón: ese centenario Club Deportivo Tenerife arropado desde su origen por varias generaciones de tinerfeños y canarios.
Ha sido ese el propósito que ha guiado mi actuación, no solo en este periodo reciente, sino desde mucho tiempo antes, en todas las responsabilidades públicas que desempeñé. Sobre todo, desde 1987, siendo consejero del Cabildo de Tenerife, cuando el club atravesaba una dura crisis y el añorado Javier Pérez había asumido la presidencia. Además de salir de la Segunda División B, trabajamos con el fin de que el club dispusiera de una instalación de primer nivel, iniciando la remodelación del Estadio.
Desde entonces, en estrecha colaboración con sus responsables, hemos pretendido contribuir al fortalecimiento de una institución respetada y querida por su gran masa de seguidores. Además de la reforma integral del Heliodoro, en 1989 creamos el Trofeo Isla de Tenerife, pensado como fuente de ingresos extra en la vuelta a Primera y banco de pruebas para un equipo que competiría con los mejores conjuntos nacionales e internacionales.
Asimismo, en 2001, próximos a regresar otra vez a Primera, gestionamos con el empresariado local la adquisición de los nuevos palcos de San Sebastián, propiciando el ingreso de casi dos millones de euros, en un nuevo periodo de dificultad financiera.
Las ayudas al desplazamiento; la instalación de un marcador electrónico cuya explotación comercial quedó en manos del club; la colaboración para construir y destinar al Tenerife unos campos de entrenamiento en El Mundialito o la intercesión ante las compañías aéreas para que el equipo pudiera regresar a la Isla los domingos por la noche, fueron otras gestiones en las que tuve la fortuna de participar como ayuda a nuestro club.
Todo ello porque la compleja gestión de una sociedad como el CD Tenerife, seguramente como una consecuencia más de la insularidad y la lejanía, se ha visto salpicada, a lo largo de su historia, con momentos muy delicados. Instantes en los que era preciso fortalecer la unidad de todos para salvaguardar su existencia.
Fue el caso también de la grave crisis institucional y económica sufrida en la temporada 2005-2006, que nos llevó a buscar el apoyo extraordinario del empresariado isleño, mediante la organización de una cita en El Sauzal, en el restaurante La Ermita. Allí se pusieron las bases para la recuperación de los terrenos de la Ciudad Deportiva, con el aporte de más de dos millones de euros, surgiendo un nuevo equipo directivo, bajo el liderazgo de Miguel Concepción, que acabó enderezando la trayectoria de esta entidad.
De ahí que asumiéramos esta nueva etapa como oportunidad para seguir remando en una misma dirección, pese a la complejidad de la estructura accionarial que rige la institución. Un periodo en el que, consciente de las limitaciones orgánicas asumidas con el cargo, tratamos de volcarnos en potenciar el crecimiento de la masa social que rodea al club.
Desde este punto de vista, el CD Tenerife disfruta de uno de sus mejores momentos, aunque la labor desempeñada pueda verse oscurecida por la marcha del primer equipo, con el que las cosas no han salido como nos hubiese gustado. Pero resulta innegable el crecimiento en parcelas como el fútbol base, gracias a los convenios con 76 clubes y escuelas municipales, tutelando a 650 equipos, 12.000 futbolistas y 1.200 técnicos, que complementan el trabajo desarrollado con la cantera.
Una labor esta última, en torno a más de una decena de equipos propios y el sostenimiento de la residencia de la Ciudad Deportiva, donde la Fundación juega un papel fundamental, aliviando la carga económica que supondría este gasto para la sociedad anónima deportiva.
Igualmente, hemos arraigado las visitas de escolares al Estadio y la Ciudad Deportiva, que iniciamos con los colegios de los municipios más alejados del área capitalina, moviendo en los dos últimos cursos a más de 5.500 niños, con el apoyo de ayuntamientos y centros educativos. Y esa misma confianza la sentimos desde el Gobierno de Canarias y los Cabildos, que nos arropan para el desarrollo de proyectos en materia de igualdad, inclusión y formación, llegando a más de 20.000 personas de todos los grupos de edad.
Por todo ello, se comprende que la afluencia de aficionados al Estadio, al margen de los resultados, se mantenga en cifras similares a aquellos instantes de una mayor bonanza deportiva. El crecimiento social refuerza el hecho de la incondicionalidad, de ahí que haya que perseverar esa tarea de proximidad y arraigo, en todos los puntos de la geografía insular.
A lo largo de su dilatada historia, este club ha afrontado otros instantes complicados, como los aquí apuntados. La unidad y el esfuerzo común ayudaron a vencer todas las dificultades. Por eso, en esta etapa compleja que nos está tocando vivir, se impone apelar a lo mismo: la suma de voluntades para recuperar la estabilidad, mediante un modelo adecuado, alejado de los personalismos. Un modelo que aúne a todo el accionariado y que ponga al Club Deportivo Tenerife por encima de todo. | Paulino Rivero
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