Junta general extraordinaria del CD Tenerife

Rayco gobernará el Tenerife con la aprobación de Garrido

El segundo máximo accionista sale triunfador de una Junta General con la sorprendente destitución de Samuel Gómez y el acuerdo para pedir responsabilidades por su gestión al dimitido Paulino Rivero

Junta general extraordinaria del CD Tenerife

Junta general extraordinaria del CD Tenerife / María Pisaca

Manoj Daswani

Manoj Daswani

Santa Cruz de Tenerife

Rayco García, que logra mantenerse en el poder, y José Miguel Garrido, que se cobró a lo grande su venganza de diciembre, salen como los grandes triunfadores de una Junta General Extraordinaria llena de sobresaltos, sorpresas y votaciones inesperadas.

Otro giro de guion que convierte el CD Tenerife en una serie de ciencia ficción, pero que en todo caso le deja en manos de sus dos máximos accionistas.

El segundo administrará la institución insular con la anuencia del primero, aunque ayer se esmerara mucho en desmentir un «acuerdo» entre las partes. 

Cinco miembros

El órgano rector del club blanquiazul queda constituido ahora con cinco miembros, con mayoría para Rayco y la posibilidad de sumar a un nuevo componente por la vía de la cooptación.

El grupo de gobierno salido de la cita asamblearia se reunirá mañana para elegir presidente. Justamente la mayor de las sorpresas ayer fue la petición de responsabilidades por su gestión al hombre que deja vacante este puesto, Paulino Rivero, a quien Garrido forzó a salir por la puerta de atrás.

Además, se produjo la destitución contra todo pronóstico de Samuel Gómez Abril y también se reprobó a Conrado González Bacallado. Entretanto, se van de rositas –al menos provisionalmente– los exdirectivos Santiago Pozas y Juan Guerrero, los grandes artífices y urdidores del bienio fatal que vivió el Tenerife bajo el auspicio y administración de su todavía máximo accionista.

La sesión vio pasar por la presidencia de la mesa central a Paulino Rivero, luego a Samuel Gómez y finalmente a Ayoze García. La estampa fue llamativa, pues un exfutbolista del club se ponía al frente de una asamblea decisiva y en la que no llegó a votarse sobre la continuidad de los hombres de Rayco, ni tampoco sobre el empresario de Santa Úrsula.

La tarde comenzó con la renuncia de Sandro Arrufat a su cargo de administrador. Al parecer, Miguel Concepción se había opuesto con fiereza a asu permanencia en la institución por considerarlo un satélite de Sergio Batista. Las sentidas palabras de Arrufat sirvieron para pedir unidad. «Mi compromiso ha sido absoluto; he intentado buscar siempre el bien del CD Tenerife», sintetizó.

Había sido Garrido quien había solicitado en diciembre la convocatoria de esta asamblea, de modo que fue uno de sus abogados quien demandó fijar en seis el número de miembros del consejo de administración, determinación que fue aprobada con el 56% de votos a favor. Ya entonces había indicios de un soterrado pacto entre los dos principales accionistas.

Mientras muchos minoritarios se oponían a la propuesta por venir de Garrido, el propietario de RG Consultant se abstenía.

Despedida de Paulino

Iba a ser esta Junta General el último servicio a la causa blanquiazul de Paulino Rivero, pero no le dieron una despedida digna ni elegante. Justamente el abogado de Garrido solicitó que desalojase la mesa cenetral y no presidiese la sesión, sugerencia que el dirigente blanquiazul aceptó con decoro hasta bajar del estrado y recibir el mayor de los aplausos de la noche.

No obstante, la gran sorpresa respecto a Rivero iba a producirse instantes después, cuando ya no se encontraba en el Hotel Escuela. 

Fue Fran León –presidente de la Federación de Peñas, que ya el jueves había seguido instrucciones de Rayco y se había ausentado de la primera convocatoria de la asamblea– quien demandó poco después la destitución de Samuel Gómez Abril, que en ese momento dirigía el desarrollo de la Junta como vigente vicepresidente.

El hombre de confianza de Amid Achi quedó estupefacto primero y desencajado después. No solo se votó su cese, sino también el inicio de un proceso de responsabilidad social por su gestión al frente del área financiera. Las sorpresas no acabaron ahí, y entonces otro miembro presente en la sala (José Luis Canal, de la plataforma Unidad Blanquiazul) solicitó que también se reprobase al propio Paulino Rivero y a Conrado González. Se echó en falta que alguien pidiese lo mismo para Santiago Pozas y Juan Guerrero.

Incorporaciones

Siempre desde la muy evidente sintonía entre los dos primeros accionistas del club, la Junta prosiguió con las incorporaciones al consejo de dos miembros del llamado «sindicado», concretamente de su rama local. Ya destituido, desde el patio de butacas pidió Samuel Gómez la entrada en la directiva blanquiazul de los letrados Daniel Díaz, exalcalde de Tacoronte, y Francisco Heredia.

Ambas incorporaciones fueron aprobadas, no así la de Francisco Mares, por cuanto Garrido hizo lo que muchos temían:votar con las acciones de una de sus empresas (Only One Way) en un sentido, y con las de otra (Eolus Capital Ltd.) justamente lo contrario.

Una argucia a la altura del grado de deterioro institucional al que ha llegado el Tenerife, que aterriza dividido en el segmento final de su peor temporada. Con un consejo con dos facciones y sin representantes de Garrido, pero con la certidumbre de que en el club se hace lo que demande el madrileño.

Fue él quien ayer dio luz verde a Rayco García, que se enfrenta al desafío mayúsculo de recuperar el entusiasmo colectivo, llevar al club hasta su casi seguro descenso y a continuación lograr la anhelada resurrección.

Lo hará tras una Junta que deja cadáveres por el camino. Demasiados para un Tenerife que requería paz y sosiego. De momento, no los tiene. La mueca feliz de Rayco al salir de la sala denotaba que se sentía ganador. Amiles de kilómetros de distancia, sonreía también Garrido. Ayer se cobró su preparada venganza y vio salir reprobados a Rivero y Samuel, igual que lo fueron sus dos lugartenientes apenas dos meses atrás. Ojo por ojo, diente por diente. En la Junta decisiva hubo más revancha que tinerfeñismo.

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