El Tenerife no tiene arreglo: otro paso hacia el descenso
El equipo blanquiazul pierde en el Heliodoro Rodríguez López por 2-3 ante el Córdoba y reduce todavía más sus mínimas opciones de seguir en Segunda División

CD Tenerife - Córdoba / Andrés Gutiérrez

El Tenerife perdió uno de esos partidos que no podía dejar escapar si quería dar sentido a la visión optimista de un final de temporada que se va aclarando en el peor de los sentidos, el de un descenso a Primera RFEF que parece inevitable. Los blanquiazules tienen por delante 15 jornadas, pero no consiguen recortar diferencias con el decimoctavo y se van alejando de la salida cada vez con un margen de error menor. Nada nuevo en una temporada en la que sale todo mal, dentro y fuera del campo.
El partido nació con ritmo. Como tarjeta de presentación, un sobresalto en cada área. En la visitante, una cesión corta de Carlos Isaac obligó a esprintar a Marín para evitar que Gallego, atento en la presión, llegara antes. A renglón seguido, el habilidoso Adilson apuró el fondo del campo y puso en aprietos a José León, que se las arregló como pudo para que el portugués no finalizara. Indicios de dos equipos activados desde el arranque. Y tanto. Porque a la siguiente, el Córdoba anotó el 0-1. No habían pasado ni 6 minutos cuando el conjunto entrenado por Iván Ania profundizó por la banda derecha, con Ortiz como lateral ofensivo -Bodiger no estuvo certero en el cierre-, y marcó tras un pase atrás que aprovechó el exblanquiazul Jacobo acompañando la jugada con un toque raso que no logró rechazar Edgar Badia. La respuesta llegó enseguida. El Tenerife solo necesitó dos saques de esquina consecutivos para volver a poner las cosas en su sitio. Ejecución precisa de Luismi para meter la bola en el área pequeña, indecisión del portero y remate por alto con todo de José León. 1-1 en el minuto 8 y vuelta a empezar, ahora con el impulso añadido del gol. Subido a esa ola, David tuvo en sus botas en segundo, pero no dirigió su golpeo escorado (10'). Un no parar con moraleja tempranera: el Tenerife no debía descuidarse, pero también había demostrado que era un encuentro ganable.
Tras este comienzo frenético, el partido se dio un respiro. Se trabó un rato en el medio y los porteros rebajaron su estrés. La tendencia se rompió a balón parado -al fin un recurso ofensivo válido-. El especialista Luismi puso la pelota en el área con toda la intención y fue a parar a Bodiger, que estrelló la bola en el lateral de la red (22').
Estos impulsos no eran suficientes para que el Tenerife terminara de controlar un partido que le iba dando ciertas ventajas, como los espacios que solía dejar en campo propio su rival en el intento de elaborar desde atrás y progresar con una defensa adelantada. O el riesgo que asumía en ese desarrollo, al borde de pérdidas letales. Pero eso también tenía su peligro, que los verdiblancos -en este caso, morados- atacaban con mucho y por todo el frente, casi siempre con la chispa de Adilson como motor de arranque. Pero el Tenerife tampoco sufría. Seguía pendiente de tener la suya, de recuperar y conquistar el terreno visitante a toda prisa. Así volvió a golpear. Lo hizo cerca del intermedio, en el minuto 42, con un par de toques por el costado derecho. El artista fue, de nuevo, Luismi. Asistencia del gaditano que aprovechó Diarra para empujar la pelota a la red casi sobre la línea de gol. Otra muestra de la fragilidad defensiva de un Córdoba que había llegado a esta jornada como el segundo más goleado de la competición. Por algo será. Yussi estuvo contenido en la celebración por su pasado en el rival. De ahí llegó el verano pasado.
Pero no iba a ser tan fácil. El Córdoba tuvo margen para igualar en el alargue de la primera mitad. Jacobo recibió un pase filtrado al área por el lado izquierdo -el mismo del 0-1-, picó el balón y Ortiz cabeceó libre de marca. De hacer lo más difícil, remontar el 0-1, el Tenerife pasó a permitir el empate en una jugada mal defendida.
El duelo se reanudó con una petición de penalti. Jacobo invadió el área como una flecha y cayó delante de David. Mallo no pitó nada. Aviso para evitar un regreso frío. Era como si al Tenerife le hubiera afectado el segundo gol en contra.
Más clara fue la que protagonizó Casas en el 49’ en un tramo de superioridad del Córdoba en el medio. Estrelló el balón en el palo tras un remate cercano al punto de penalti y con Edgar Badia batido.
Cervera detectó el problema y quitó a Fabio y a Luismi para poner a Aarón y Maikel en el 55’. En su primera intervención, Mesa se hizo notar con una volea a la media vuelta que enchufó a su equipo.
El siguiente movimiento de piezas fue obligado. Salió Sergio González con una lesión muscular (60') y Álvaro tapó con Juande.
El encuentro siguió su curso con una acción polémica, o no tanto, una caída de Diarra en el área cuando chutaba a puerta tras un centro de Waldo. No hubo castigo.
El pulso iba de área a área. En la tinerfeña, Magunazelaia, uno de los sustitutos, desperdició una ocasión clarísima, un remate de cabeza frontal dentro del área pequeña. Fuera por poco. Badia respiró aliviado. El Córdoba perdonaba y Cervera buscó soluciones con el cronómetro en contra. Echó el resto con Teto y Jorge por Bodiger y Enric Gallego. El Tenerife pasó a jugar con Mellot, Juande, León y David en defensa,Aarón y Diarra en el medio, Waldo y Teto en las bandas, y Jorge y Maikel en ataque.
Nadie estaba conforme con la X, mucho menos el Tenerife, y el encuentro se rompió en el último cuarto de hora. El Córdoba se movía sobre un terreno seguro, el ida y vuelta, llevando a cabo un plan madurado. Los locales parecían desordenados y dependientes de la improvisación, de algún arreón.
Lo cierto es que era el Córdoba el que mejor estaba manejando este momento del partido, y obtuvo un merecido premio en el minuto 79 con un gol de Jacobo. Diferencial en el regreso a la que fue su casa. Cazó con acierto un balón procedente de un saque de banda lateral en el 79'. Indecisiones, falta de contundencia, error en cadena...
Un duro golpe que el Heliodoro encajó en silencio, con resignación. Por supuesto, los once del Tenerife también acusaron el revés. Siguieron por inercia, con un par de intentos, uno de Aarón y otro de Diarra, pero sin la fe ni el empuje de otras veces. Ya son muchas noches como esta, demasiadas. No tiene arreglo. O eso parece.
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